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Los ejes económicos sobre los que gira el Plan B

Éric Toussaint, del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, en las jornadas del 'Plan B' celebradas en Madrid este 20 de febrero.

Antonio M. Vélez / Moha Gerehou

Fórmulas para abordar una auditoría de la deuda, cuestionamiento del orden establecido desde una UE en situación crítica, necesidad de reinvención de los sindicatos para recuperar los derechos laborales perdidos en una crisis que dura ya ocho años. Son algunos de los ejes económicos sobre los que ha girado la jornada del sábado del Plan B, el encuentro que la izquierda alternativa ha organizado este fin de semana en el Centro Cultural Matadero de Madrid para abordar alternativas a las políticas de austeridad dictadas con mano férrea desde Bruselas y Fráncfort.

El belga Eric Touissant, portavoz del Comité de Auditoría de la deuda que el Gobierno griego activó durante sus negociaciones con Bruselas, terminaba su intervención en el plenario sobre “Cómo manejar la deuda pública desde una perspectiva anti-austeridad”, que se cerró con gritos de “No debemos, no pagamos” entre el nutrido auditorio, con esta advertencia: “Es súper peligroso en un país como España decir que no es como Grecia”. Proclamar que “la deuda pública es manejable porque la tasa de interés es muy baja” es “una opción mortal para la izquierda y para el movimiento popular”.

Según Touissant, la “verdadera lección de Grecia” es que, dentro del marco de la UE y de la zona euro, “es absolutamente obligatorio resistir, desobedecer”, con un Gobierno que, “con el apoyo popular”, se comprometa “a desobedecer los tratados europeos en la parte que respecta a la austeridad y las violaciones de los derechos humanos”.

Poco antes, la expresidenta del Parlamento griego, impulsora de esa auditoría y hoy ex miembro de Syriza, Zoé Konstantopoulou, repasaba la andadura de ese órgano, anulado por el nuevo Gobierno heleno, y reivindicaba, pese a todo, su utilidad: debería ser “un ejemplo” para otros países, dijo Konstantopoulou, que agradeció la “solidaridad” de España con el pueblo griego y abogó por una política de reducción del gasto militar (la única partida que en Grecia era superior a la media europea antes de la crisis de 2010), “porque la deuda de los países está relacionada con gastos inútiles en armamento y se ha demostrado que eran casos de corrupción a gran escala”.

Deuda “ilegítima”

En la misma mesa, el concejal de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid, Carlos Sánchez Mato, calificó de deuda “ilegítima” el sobrecoste que las Administraciones Públicas españolas pagaron en sus emisiones de deuda en los cinco años que tardó el Banco Central Europeo (BCE) en “darse cuenta” de que era necesario activar el bazoca de la liquidez: 110.000 millones de euros de diferencia entre el coste de financiación y el tipo de interés que obtenía la banca en la ventanilla del BCE, una “deuda que, llamadme radical, a mí me parece ilegítima” y que hay analizar “de manera fundamentalmente técnica pero también con participación ciudadana lo más amplia posible”, dijo el concejal.

Antes, en las charlas organizadas en torno a los derechos laborales y sociales, se sucedió la participación de sindicatos, expertos y políticos para buscar soluciones y alternativas al modelo actual. Hubo críticas al papel de las organizaciones sindicales, con el mensaje general de que no se han sabido adaptar a las nuevas formas de trabajo y los retos actuales a los que se enfrentan los trabajadores. “Hay que hacer autocrítica y revisar las formas de lucha que tenemos para lograr ser más efectivos”, resumía Adoración Guamán, profesora titular de Derecho del Trabajo en la Universitat de València.

Guamán, una de las voces más críticas en España contra el tratado de libre comercio que negocian la UE y EEUU, también participó en un debate previo sobre este acuerdo en el que brilló la politóloga y analista francoamericana Susan George, que desgranó de forma sucinta y demoledora las razones por las que los ciudadanos deberían “odiar” el TTIP.

En la misma charla, el activista John Hilary, director de la ONG británica War on Want, se posicionó a favor de la salida de Reino Unido de la UE, preguntado por el referéndum convocado este fin de semana: sería un antídoto para que el conjunto de la UE no vaya “a la forma más extrema de liberalismo”. “Es mejor que salgamos y tratemos nuestros propios problemas”, dijo Hilary, que calificó de “espectáculo obsceno y asqueroso” las negociaciones de esta semana entre la UE y el primer ministro británico, David Cameron, para amarrar la permanencia de Gran Bretaña en un club con una arquitectura institucional “profundamente antidemocrática”. 

La UE, como llegó a decir en otra de las charlas el economista y ex diputado de Syriza Costas Lapavitsas, partidario desde hace años de la salida de Grecia del euro, “está en el paso previo a morir”, debido al cuestionamiento de algunos ejes de las bases del proyecto europeo como las fronteras, la propia moneda europea o la demostrada incapacidad de responder a grandes desafíos como el alto desempleo en países como España o Grecia. La crisis migratoria que azota Europa, la economía social, el sistema bancario y monetario, el modelo de desarrollo en un planeta de recursos finitos y la crisis climática y energética también tuvieron su espacio en las charlas y talleres de este sábado. 

Con el mediático exministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, como gran protagonista (aforo a reventar en la charla que inauguraba a primera hora, sobre La Unión Europea como campo de batalla), la actualidad española y la posibilidad de un eventual gobierno de izquierdas han estado sorprendentemente ausentes en muchos de los debates y talleres. Pero en buena parte de ellos sobrevolaban las lecciones que la izquierda alternativa debería extraer de la capitulación de Syriza en las negociaciones de Grecia y sus socios europeos durante el pasado julio, cuando el Ejecutivo de Alexis Tsipras bajó los brazos y solicitó el tercer rescate heleno desde 2010.

Una rendición que tuvo su génesis hace exactamente un año, el 20 de febrero de 2015, el Eurogrupo acordó una segunda extensión del rescate heleno a cambio de que el Gobierno de Syriza, que llevaba menos de un mes en el poder, se comprometiese a abonar 7.000 millones de euros en concepto de intereses. Grecia cumplió, pagó y ganó algo de tiempo, pero no se atrevió a poner sobre la mesa su plan B, como recordó Touissant.

Con cerca de dos centenares de periodistas y documentalistas acreditados, una amplia cobertura internacional y las entradas (gratuitas) agotadas desde hace días, el evento ha desbordado todas las previsiones de la organización, lo que se ha traducido en algunos desajustes (importantes retrasos, charlas que cambiaban de ubicación sin previo aviso, wifi que no funcionaba o lo hacía sólo a ratos...). A la espera del acto de cierre al aire libre de este domingo, con la presencia, de nuevo, de Varoufakis, la organización calcula que sólo entre el viernes y el sábado habían pasado por las naves del Matadero más de 3.000 personas.

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