España, Alemania y otros cinco países se quejan a Bruselas por colar como 'verde' el hidrógeno de origen nuclear
Ya hay movimientos en contra de la propuesta de la Comisión Europea de catalogar como 'verde' el hidrógeno de origen nuclear. España, Alemania y otros cinco países han remitido una carta al gobierno comunitario en el que se quejan de esa propuesta encaminada a satisfacer las demandas de Francia. “La producción y el uso de hidrógeno bajo en carbono y combustibles bajos en carbono no deben incentivarse a través de una directiva sobre la promoción de las energías renovables”, señalan en la misiva que también firman los ministros de Energía de Portugal, Irlanda, Luxemburgo, Austria, y Dinamarca.
“Nuestra posición no ha cambiado”, advierten a Bruselas en el texto en el que aseguran que tener en cuenta el hidrógeno bajo en carbono y los combustibles bajos en carbono en los objetivos para 2030 “reduciría la ambición y ralentizaría el desarrollo de las renovables”. “Esta década es decisiva para limitar el incremento global de las temperaturas y para dar los pasos necesarios hacia la neutralidad climática”, agregan los ministros sobre el objetivo de que no haya emisiones de carbono en 2050.
Además de defender los plazos y los costes competitivos de las renovables, insisten en que que “contar con la energía baja en carbono para los objetivos renovables reduciría los esfuerzos climáticos y ralentizaría la inversión en la capacidad renovable adicional”. Asimismo, rechazan que promover un marco para acelerar el desarrollo de las fuentes de energía limpia en los estados miembros vaya en detrimento a la hora de definit el mix energético.
Lo que rechazan los responsables de Energía es que se cuele como verde el hidrógeno de origen nuclear en la directiva sobre energías renovables. “No impide ni prohíbe a los Estados miembros utilizar otros combustibles de hidrógeno y de bajo contenido de carbono”, expresa la misiva sobre esa regulación. Ellos, explican, pretenden avanzar hacia la descarbonización mediante las energías renovables. “Consideramos que es el único camino seguro y sostenible hacia la neutralidad climática y la seguridad energética”, alegan.
“Estamos abiertos a discutir vías de descarbonización complementarias a través de hidrógeno bajo en carbono y combustibles bajos en carbono en otros marcos regulatorios como el paquete de gas. Ese es el marco en el que estiman que se debe dar respuesta a los estados miembros en los que ”el hidrógeno con bajas emisiones de carbono y los combustibles con bajas emisiones de carbono pueden desempeñar un papel“.
El gobierno comunitario publicó a mediados de febrero las condiciones por las que el hidrógeno o los productos que de él se derivan pueden considerarse “combustibles renovables de origen no biológico”. Lo hizo a través de dos actos delegados, que tienen que ser avalados por el Consejo Europeo y la Eurocámara en un plazo de dos meses. Fuentes gubernamentales explican que en ese plazo el Parlamento o el Consejo pueden instar al gobierno comunitario a hacer cambios. Y eso es lo que pretenden los siete estados que suscriben la carta, entre ellos la vicepresidenta Teresa Ribera.
Bruselas pretende que la UE considere hidrógeno renovable el que proceda en un 90% de energías limpias y bajo en carbono aquel que, procediendo de fuentes no renovables, produzca menos del 70% de emisiones de gases de efecto invernadero que el gas natural en todo su ciclo de vida. La UE ya calificó como ‘verdes’ la energía nuclear y el gas en otro acto delegado que salió adelante el año pasado gracias al apoyo de la derecha y la extrema derecha en el Parlamento Europeo.
“Como principio, los combustibles líquidos y gaseosos de origen no biológico que se producen a partir de electricidad se consideran renovables únicamente cuando la electricidad es renovable”, señalaba la Comisión que, no obstante, abría la puerta a que se considere sostenible el hidrógeno procedente de otras fuentes que tengan bajas emisiones. Y es ahí donde se allana el camino de la energía atómica, tal y como reclamaban Francia o Suecia.
La propuesta excluía de la obligación de incrementar la cuota de renovables en aquellas regiones en las que “la intensidad de emisión de electricidad es inferior a 18 gCO2eq/MJ”, en un movimiento a medida de la tecnología nuclear. “En esos casos, procede considerar la electricidad extraída de la red como totalmente renovable siempre que las propiedades renovables de la electricidad se demuestren” mediante acuerdos de compraventa a largo plazo (conocidos en el sector como PPAs).
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