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España, de pagar un 7% por su deuda en la anterior crisis financiera a cobrar por ella pese al impacto de la COVID

Pantallas muestran la evolución del índice IBEX 35 este miércoles en la Bolsa de Madrid. EFE/Vega Alonso

Diego Larrouy

10 de diciembre de 2020 22:53 h

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17 de noviembre de 2011. Faltan tres días para las elecciones generales, marcadas por la crisis financiera internacional que había estallado tres años antes y comenzaba a hacer estragos en la economía española. El Tesoro acude al mercado para colocar bonos de deuda a 10 años. La colocación pasa a la historia por ser la peor para España: se venden títulos por 3.563 millones de euros con un tipo de interés que supera el 7%. Los analistas y las distintas informaciones apuntan que el país bordea un rescate financiero.

10 de diciembre de 2020. La pandemia del coronavirus ha provocado una de las mayores crisis económicas de la historia y el PIB español va camino de cerrar su peor año en décadas, con una previsión del Gobierno que supera una caída del 11,2%. El Tesoro realiza una nueva subasta de bonos a 10 años y coloca títulos por 921 millones de euros a un tipo de interés del -0,016%. Por primera vez, un bono español a diez años se coloca en negativo y el Estado cobrará por que le presten dinero, algo que nunca antes había ocurrido.

Entre ambas fechas hay poco más de nueve años de diferencia con dos crisis que generan un fuerte endeudamiento para las arcas del Estado. Sin embargo, ambas crisis se han producido con dos costes de deuda muy diferentes. El nivel alcanzado en aquella subasta de 2011 nunca se volvió a repetir, aunque durante los siguientes meses, incluso años, cada vez que el Estado acudía a los mercados a financiarse veía cómo tenía que aceptar el pago de intereses que se situaban entre el 4% y el 5% o que llegaban a superar el 6%. El principal impacto para las cuentas públicas fue que, además de ver que la deuda pasaba de niveles cercanos al 60% a rondar el 100% del PIB, buena parte de los presupuestos se tenían que destinar únicamente a cumplir con los intereses de este endeudamiento.

Fue en aquellos años cuando se hizo famosa la prima de riesgo, un diferencial que compara en el mercado el coste de endeudamiento de un país frente a Alemania, la deuda que se entiende de mayor calidad en Europa. Meses después de aquella negativa subasta de deuda, España alcanzaba en el verano de 2012, al tiempo que se anunciaba el rescate financiero, una prima de riesgo que superaba los 600. En resumidas cuentas, al coste de la deuda alemana había que sumarle otros seis puntos. Solo países como Italia, Grecia o Portugal se situaban por encima en este índice que llegó a tomarse como referencia de la credibilidad del mercado en la economía de un Estado.

Sin embargo, la actual crisis ha llegado con otra imagen de España en los mercados, a lo que ha acompañado una manga ancha por parte del BCE en la compra de deuda. El hito alcanzado por el Tesoro este jueves llega después de que el Estado hubiera alcanzado distintos mínimos en la colocación de su deuda, aunque nunca se había alcanzado un interés negativo en lo que se refiere a los bonos a diez años. Sí se había producido en aquellos títulos con un vencimiento menor, pero los realizados a una década suelen situarse como referencia. En octubre, la anterior colocación que había realizado el Estado, se había pagado un 0,23%.

La foto de la prima de riesgo también es muy distinta a la de entonces. Este jueves se situaba en los 64 puntos, una décima parte de los peores niveles alcanzados en aquella anterior crisis económica. Lleva semanas en unos niveles muy similares, entre los 60 y los 70 puntos, sensiblemente por debajo de Italia, Grecia, Reino Unido o Noruega, donde se superan los 100 puntos. Hasta este año, España no tenía estos niveles de prima de riesgo desde 2008, antes de que la caída de Lehman Brothers desencadenara el estallido de la crisis financiera.

¿Qué ha llevado a España a estar en esta situación situación? Diego Morín, analista de IG España, señala que la situación del bono español ha cotizado en “continuos mínimos” debido a los programas de compra de activos del BCE con el objetivo de estabilizar los mercados. “Estamos viendo que el BCE busca que los países de la UE puedan cubrirse de financiación debido a la situación del coronavirus”, apunta, señalando que bancos y fondos de renta fija “han realizado fuertes apuestas por la deuda pública”. De este modo se ha evitado la austeridad que se produjo en la anterior crisis.

El BCE amplía la compra de activos

El impulso que ha dado el BCE a las compras de deuda se ha prolongado este jueves, cuando su presidenta Christine Lagarde ha anunciado que incrementará el programa de adquisición de activos en 500.000 millones, alcanzando 1,85 billones de euros hasta 2023. Pero al apoyo logrado por estas medidas se suma, según apunta Morín, que “muchos fondos y planes de pensiones se ven obligados a comprar deuda pública” en la “búsqueda de refugio” ante las expectativas que hay en el mercado de inflación y tipos de interés. Algunos inversores apuestan por comprar bonos soberanos, muchos más fiables que otros activos, incluso cuando estén con una rentabilidad negativa en épocas de crisis económica.

Andrés Aragoneses analista de Singular Bank destaca que el camino que ha llevado a que el Tesoro llegue a cobrar por la deuda a largo plazo “se lleva dibujando en los últimos años”, debido a la tendencia a la baja del nivel de precios y la inflación, acelerada por la crisis del coronavirus, lo que ha obligado a los programas de estímulo “sin precedentes” por parte del BCE. “Esto no significa que el riesgo de crédito de la deuda soberana se encuentre también en mínimos históricos, sino que las circunstancias del mercado secundario de deuda ha provocado este movimiento por parte de los inversores por adquirir deuda soberana”, aclara. Poderse financiar a un bajo coste o, incluso, cobrando, permite una “flexibilidad”  a los Estados en un momento en que caen los ingresos y el gasto público se dispara por las repercusiones de la COVID-19 y los programas de estímulo.

España no es una excepción en Europa. La mayor parte de los países ya venden sus bonos a 10 años a tipos de interés negativo, algo que hace tiempo estaba reservado únicamente a Alemania y pocos estados más. Incluso aquellos países periféricos que fueron más problemáticos para la zona euro durante la anterior crisis financiera, con rescates millonarios y recortes drásticos, están viendo en los últimos meses cómo desciende el coste de su deuda. Portugal vendió esta semana su primer bono a 10 años con una rentabilidad negativa, mientras que Italia o Grecia también se aproximan al 0%, aunque todavía en el territorio positivo.

Estas colocaciones de deuda por parte del Tesoro, ya sea de España o de otros países, se realizan periódicamente en el mercado primario de deuda, mientras que en el secundario los inversores que han adquirido esos bonos pueden comerciar con ellos sin esperar a su vencimiento. En este segundo mercado, la deuda española todavía cotiza con un interés positivo. Este jueves cotizaba en el 0,039%, aunque en algunos momentos de la sesión, antes de que el BCE anunciase nuevas compras, llegó a bordear el 0%, cotizando en el 0,002%. Las grandes economías de la zona euro ya cotizan en negativo, a falta de España, Italia o Grecia, entre otros.

La subasta ha supuesto un motivo de celebración en el Gobierno, que no tardó en destacar que por primera vez el Estado vaya a cobrar por recibir dinero prestado. No en vano, era la primera vez que acudía a los mercados a financiarse después de que se aprobasen la semana pasada los primeros Presupuestos Generales del Estado del Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. Fuentes del Ministerio de Asuntos económicos defendieron que se “ratifica” la “confianza de los inversores en la eficacia de las medidas adoptadas por el Gobierno español”. A ello añadieron que colocar deuda con interés negativo supone “un mensaje de confianza en la recuperación y futuro de la economía española”.

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