“La guerra comercial se avecinaría incluso si Trump hubiera perdido las elecciones [de Estados Unidos]”, asegura el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, en una tribuna publicada recientemente en prensa. “Cuando se empieza a considerar una guerra comercial, inmediatamente se puede ver una escalada, lo que en mi opinión es negativo. No beneficia a nadie, ni a Estados Unidos ni a Europa, ni a nadie en realidad. Induciría una reducción global del PIB”, lamenta, por su parte, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), en una entrevista concedida al Financial Times este mismo jueves.
Las intenciones del nuevo presidente de Estados Unidos están sobre la mesa. Un aumento de los aranceles a China del 60% (y al 200% en el caso de los vehículos eléctricos), y de entre el 10% y el 20% para el resto del mundo, incluida la Unión Europea (UE). “Una cosa es si se aumentan los aranceles sobre ciertos productos, como ha hecho ya la Administración estadounidense con los vehículos eléctricos. Otra es si se aplican de manera amplia a todo lo que cruza la frontera”, continúa Lagarde. “En lo que se refiere a los aranceles a las importaciones europeas (entre el 10% y el 20%), hay una diferencia del 100% entre ambos”, incide la presidenta del BCE.
“Lo más probable, por tanto, es una guerra comercial abierta con China de mayores proporciones que la que tuvo lugar durante el primer mandato de Trump, donde los aranceles subieron de media del 4% al 25% y China respondió con medidas equivalentes”, observa Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano. “En cuanto los aranceles sobre las importaciones chinas estén establecidos, seguramente en marzo o abril, Trump iniciará su contienda comercial con la UE”, añade.
Según Krugman, en realidad, se avecina una guerra comercial que “en cierto modo ya ha empezado”. En su opinión, “fundamentalmente porque China se niega a actuar como una superpotencia económica responsable [...] Por eso, el Gobierno de Biden ha seguido discretamente una línea bastante dura con el 'gigante' asiático, manteniendo los aranceles de Trump y tratando de limitar sus avances en tecnologías avanzadas. Y es la razón por la que la Unión Europea ha impuesto aranceles elevados a los vehículos eléctricos fabricados en China. ¿Qué añadirá Trump a la historia? Ignorancia, falta de enfoque y posible amiguismo. Ah, y credulidad”, considera el economista.
En este escenario, España será la economía europea menos dañada directamente por la guerra comercial, según las previsiones de la mayoría de expertos. Entre los grandes países de la UE, nuestro sector exterior es el que menos depende de Estados Unidos y China, los principales contendientes de un conflicto arancelario cuyas consecuencias en el corto plazo serán un nuevo repunte de la inflación en todo el mundo y problemas para sectores concretos. En el largo plazo, el golpe podría ser “letal”, según lo describe Steinberg, en referencia especialmente a Alemania.
En concreto, el peso de Estados Unidos en las exportaciones de nuestro país es del 4,8% del PIB (Producto Interior Bruto). Mientras, China se queda en el 4,7%. Entre ambos, no llegan al 10%, como se puede observar en el primer gráfico de esta información, que utiliza datos recogidos por el último informe de previsiones económicas de Oxford Economics, presentado esta misma semana por su economista jefe para Europa, Ángel Talavera.
El ICEX, “una entidad pública empresarial de ámbito nacional que tiene como misión promover la internacionalización de las empresas españolas y la promoción de la inversión extranjera”, señala que alrededor de 28.000 empresas nuestro país vendieron algún producto o servicio a Estados Unidos en 2023. En 2022, fueron 33.000. La principal potencia mundial fue el sexto cliente para las exportaciones españolas, tras Francia, Alemania, Italia, Portugal y el Reino Unido.
En el caso de las importaciones, el peso del 'gigante' asiático es más importante para España, del 10,5% del PIB. De Estados Unidos solo dependemos en un 3,6%, según las mismas cifras.
Con este punto de partida, Oxford Economics hace un cálculo sobre el impacto en la actividad económica de los principales países europeos que tendría un aumento recíproco del 20% los aranceles entre Estados Unidos y la UE en 2029. El daño al PIB de España es el menor, según esta proyección. Exactamente, del 0,5%, unos 10.000 millones de euros. Para Alemania o Italia supera el 1%.
Lo cierto es que el sector exterior se ha convertido en el gran motor de nuestra economía, con un papel crucial de las exportaciones de servicios y con una transformación estructural: esa fortaleza va más allá del turismo, y se concentra en las ventas de consultoría, ingeniería, arquitectura o relacionadas con la tecnología o las telecomunicaciones. Un ambiente internacional de incertidumbre nunca es una buena noticia, aunque España mantiene sus ventajas competitivas, como se explica en este análisis.
Otro caso es el impacto para sectores concretos, como ocurrió en la primera etapa de Trump en la Casa Blanca. Entonces las empresas de aceitunas llegaron a perder hasta tres cuartas partes de su mercado, según sus propios representantes. En 2017, el presidente republicano decidió elevar los aranceles a la aceituna negra de mesa española al 35%, para definitivamente dejarlos en el 31%, donde persisten hasta ahora.
Un golpe “letal” para Alemania
“La UE, y sobre todo sus principales exportadores como Alemania, están pasando por una situación económica de debilidad, por lo que aranceles del 10% o 20% sobre las exportaciones a Estados Unidos podrían resultar letales”, lamenta Steinberg.
“Para Trump, la Unión Europea es un rival comercial y no un aliado geopolítico, lo que seguramente llevará a la eliminación del 'Trade and Technology Council', que ha servido como foro de diálogo económico transatlántico durante los últimos cuatro años, así como a relaciones mucho más tensas tanto con Bruselas como con Berlín. En este contexto, sería importante que la Comisión Europea adoptara un tono transaccional con Trump, poniendo sobre la mesa lo antes posible una oferta comercial que evite que Washington imponga los aranceles”, considera el investigador del Real Instituto Elcano.
“En todo caso, la UE también tiene que estar preparada para reevaluar su relación económica con China y con otros países del sur plural si efectivamente no puede evitar un conflicto comercial abierto con Estados Unidos, especialmente si la situación en Ucrania evoluciona de forma poco favorable para Europa. Y, finalmente, si la guerra comercial entre Estados Unidos y China se intensifica, algunos países y productos europeos podrían salir beneficiados debido a la desviación y creación de comercio”, concluye.