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El ex presidente de la Fed Ben Bernanke, Douglas Diamond y Philip Dybvig reciben el Nobel de Economía

Ilustración de la Academia sueca de Ben S. Bernanke, Douglas W. Diamond y Philip H. Dybvig, que han recibido el Nobel de Economía de 2022.

Daniel Yebra

10 de octubre de 2022 11:59 h

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El ex presidente de la Reserva Federal (Fed) Ben S. Bernanke, Douglas W. Diamond y Philip H. Dybvig son los galardonados con el Nobel de Economía 2022. La Academia Sueca de Ciencias premia a los tres investigadores “por su investigación sobre bancos y crisis financieras”, que defiende evitar “los colapsos” de las entidades y, por tanto, “los costosos rescates” que provocan recesiones más largas y dolorosas, mejorando la regulación y situando al estado como garantía de último recurso.

De los tres galardonados, el más conocido es Ben Bernanke, quien fue presidente del banco central de Estados Unidos en dos periodos entre 2006 y 2014. Primero, fue nombrado por George W. Bush. Después, en 2009, fue reelegido por Barack Obama, para pilotar la política monetaria del país en plena Gran Crisis Financiera, tras el estallido de 2008, y pese a que la burbuja de las hipotecas creció hasta reventar con él al frente de la Fed.

Ejerció su labor siendo “un reconocido experto en la crisis de los años 30”, y reaccionó tomando la histórica decisión de bajar los tipos de interés de referencia al 0% para mejorar las condiciones de financiación y favorecer la salida de la crisis, así como fue uno de los encargados del endurecimiento de la regulación y de restituir la liquidez en los mercados con inyecciones y, paradójicamente, rescates masivos.

Un camino que posteriormente seguirían el Banco Central Europeo (BCE) y el resto de bancos centrales del mundo occidental. Y que ha acumulado numerosas críticas, entre las que destacan un cambio en la regulación insuficiente, o precisamente la protección y el trato que recibió la banca pese a ser directamente responsable de la crisis.

Entonces, se popularizó el concepto de “riesgo moral”, según el cual los bancos aprovecharon su posición privilegiada para su propio beneficio hasta crear una crisis sin precedentes, sabiendo que las consecuencias recaerían sobre los estados y los trabajadores, lo que fue especialmente doloroso en países como España, Portugal o Grecia, que sufrieron las consecuencias de la austeridad que siguió a los rescates bancarios.

Por su parte, la Academia Sueca recalca que tanto Bernanke como Douglas Diamond y Philip Dybvig “han mejorado significativamente nuestra comprensión del papel de los bancos en la economía, particularmente durante las crisis financieras”.

“Un hallazgo importante en sus investigaciones es por qué es vital evitar los colapsos bancarios”, continúa, en referencia a la defensa de estos economistas del papel central de los bancos en la la actividad económica y, al mismo tiempo, al reconocimiento de su vulnerabilidad y de la necesidad de una regulación eficiente y de que los estados sean los prestamistas de último recurso para reducir el riesgo de crisis financieras profundas, “y de rescates costosos”.

“Por una vez que un premiado aglutina contribuciones teóricas y empíricas muy relevantes y sólidas con responsabilidad en políticas económicas muy efectivas que evitaron otra Gran Depresión”, opina el economista del Banco de España Juan F. Jimeno. Mientras, otras voces alertan de sus sombras, como que la evidente de que la caída de Lehman Brothers en Estados Unidos y la crisis financiera posterior, que se extendió a todo el mundo, estalló estando el propio Bernanke al frente de la Fed, en los años en los que creció la burbuja de las hipotecas hasta estallar.

Evitar el colapso de la banca

Las claves que manejan los galardonados parten de que “para que la economía funcione, los ahorros deben canalizarse hacia las inversiones”. Sin embargo, observan un conflicto: “Los ahorradores quieren acceso instantáneo a su dinero en caso de desembolsos inesperados, mientras que las empresas y los propietarios de viviendas necesitan saber que no se verán obligados a pagar sus préstamos antes de tiempo”.

En su teoría, muestran cómo los bancos ofrecen una solución óptima a este problema. “Al actuar como intermediarios que aceptan depósitos de muchos ahorradores, los bancos pueden permitir que los depositantes accedan a su dinero cuando lo deseen, al mismo tiempo que ofrecen préstamos a largo plazo a los prestamistas”, cita la Academia sueca.

Sin embargo, su análisis también muestra la vulnerabilidad que implica este papel central en la actividad económica, y los riesgos de colapso. “Si un gran número de ahorradores corren simultáneamente al banco para retirar su dinero, el rumor [de crisis] puede convertirse en una profecía autocumplida. Estas dinámicas peligrosas se pueden prevenir si el gobierno proporciona un seguro de depósito y actúa como prestamista de último recurso para los bancos”, concluyen los galardonados.

La historia del galardón

El premio se creó en 1968, 300 años después del nacimiento del Banco Central de Suecia, que lo financia. Desde entonces, cada año se envía un formulario pidiendo candidatos a decenas de departamentos de Economía de universidades todo el mundo.

De esas propuestas, que pueden superar los 100 investigadores, un comité del Nobel realiza una selección de estas recomendaciones y de esa criba final el plenario de la Academia Sueca de Ciencias selecciona al ganador en una votación secreta.

Esta categoría no constaba entre las cinco que dejó Alfred Nobel en su testamento: Física, Química, Literatura, Medicina y Paz. Pero con el paso de los años se considera una más. El importe del premio completo asciende a un total de 10 millones de coronas suecas (914.000 euros).

Referencia a la primera mujer que ganó el premio

Apenas unas horas antes de dar a conocer el premio de 2022, los responsables de comunicación del Nobel recordaban a Elinor Ostrom, quien “fue la primera mujer en recibir el premio en ciencias económicas” por sus trabajos sobre la cooperación, en 2009.

En 2021, el Nobel recayó en el trabajo de David Card por su “pionera” investigación, junto al difunto economista Alan Krueger, que puso por primer vez en cuestión la corriente anterior que sostenía que el aumento del salario mínimo provocaba efectos negativos en el empleo.

También fueron premiados Joshua Angrist y Guido Imbens por “las conclusiones sobre las causas y efectos que se pueden extraer de los experimentos naturales”.

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