El Ministerio de Defensa ha logrado por fin su objetivo de desbancar de la presidencia del grupo tecnológico Indra a Javier Monzón, fundador de la compañía, que presidía desde su creación en 1993, fruto de la fusión de la empresa pública Inisel con la privada Ceselsa.
La entrada, conocida este miércoles, de Telefónica, con un 3,16% del capital de Indra y opciones para hacerse con un 3% adicional, ha sido determinante para allanar el relevo, adelantado el miércoles por la noche por Vozpópuli. Monzón va a ser sustituido previsiblemente este jueves por Fernando Abril-Martorell, que cuenta con la confianza del Gobierno, la propia Telefónica y la de Corporación Financiera Alba (que controla en torno al 10% del capital).
Monzón se va con las espaldas cubiertas. En diciembre de 2013, cuatro meses después de que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) comprase el 20% de Indra que hasta entonces tenía Bankia, el Consejo de Administración del grupo tecnológico aprobó sustituir el marco contractual de sus consejeros y ejecutivos y altos directivos vigente hasta entonces por un “plan de prejubilación y ahorro a largo plazo” al que, en el caso del presidente, dotó con 11,5 millones de euros, suma que, para el año 2014, preveía aumentar con otros 600.000 euros.
A Monzón, nacido en 1956, se le retiró el blindaje de tres años de sueldo en caso de despido que tenía hasta entonces, pero se le permitió cobrar ese “plan de prejubilación y ahorro” y se le mantuvo una compensación de 0,75 veces su salario anual durante dos años en concepto de cláusula de no competencia, por lo que su finiquito podría superar los 16 millones de euros.
El nuevo presidente de Indra, hijo del exvicepresidente del Gobierno con Adolfo Suárez, es en la actualidad consejero del grupo Prisa, del que fue consejero delegado hasta el pasado 1 de octubre, además de vocal de Aena (en proceso de salida a bolsa) y de Ence. También fue consejero delegado de Telefónica entre 2000 y 2003, durante los primeros años de César Alierta, presidente de la operadora, al frente de la compañía.
El relevo en Indra, una empresa con fuertes vínculos con el sector público (uno de sus principales clientes), ha sido una operación orquestada por el ministro de Defensa, Pedro Morenés, y su segundo, el secretario de Defensa, Pedro Argüelles. Ambos estaban descontentos con la gestión de la empresa y deseosos de formar un gran polo industrial de defensa en torno al grupo tecnológico, en un plan en el que barajaron colocar al exministro de Defensa Eduardo Serra como sustituto de Monzón.
La SEPI, que depende de Hacienda, cedió los derechos políticos de esta participación a Defensa el pasado verano por el carácter estratégico de esta empresa y Morenés no ha parado hasta descabalgar a Monzón, que mantiene una excelente relación con el rey Juan Carlos I. La operación ha propiciado que las acciones de Indra se disparen en bolsa más de un 9%. Hasta este jueves, la SEPI acumulaba unas minusvalías superiores al 20% desde que compró las acciones a Bankia.