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El Tenerife se quita los miedos y gana por fin

Dani Fernández remata su primer gol como blanquiazul

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —

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Sostiene una corriente del tinerfeñismo que esto de tirar de la cantera hay que hacerlo como el que se toma un café hirviendo: a sorbitos. Si el Tenerife luce poderoso, a sorbitos y si anda mal, muy mal, también a poquitos. Los hay, incluso, que se declaran no cafeteros y aparcan el debate. Como un nuevo rico, solo les vale el género de importación.

Ha sido llegar Pepe Mel, meterse un buche de café de golpe y echar abajo esta idea tantos años perfeccionada por un entrenador tras otro que no encontraban tiempo para pasarse por Geneto ni oportunidad para defender otra cosa que su contrato. Pero Mel viene de vuelta de casi todo y con un callo en la lengua. Ha sido consecuente con su modo de ver el fútbol y este sábado el fútbol le dio la razón, tres puntos con factores de crecimiento.

Llegaba el Tenerife a la cita de la octava jornada más que urgido a ganar. Si lo hacía seguiría colista y si no lo hacía, también, pero entre una cosa y la otra, perder ante el Cartagena le abocaba a un diagnóstico de enfermo incurable sin nada (Mel, los jugadores, el mercado de invierno) a lo que agarrarse. Así que entendió el partido como si no hubiera otro. Hizo bueno el método Mel, a la manera del alumno que experimenta en el laboratorio con lo desconocido, y acabó formulando lo sencillo. No necesitaba más tratándose de ganar, simplemente.

El técnico volvió a reajustar el once. Obligado el cambio de Gayá por Juande, de regreso Medrano, colocando a otros donde mejor lo hacen –Mellot como lateral derecho y Dani Fernández por dentro–, recuperando la titularidad Diarra –un lujo como suplente en esta plantilla descompensada– y probando a Marlos desde el inicio en lo que Waldo vuelve a ser Waldo.

Y fue por el flanco de Marlos por donde se empeñó en el primer tercio el Tenerife para tomarle la temperatura al Efesé. El extremo colombiano lució alguna hechura y un saco de voluntad. Probó y probó a Aguirregabiria, se asoció apenas con Medrano y nada con Dani, pero el empeño le dio pausa y balón al Tenerife, que ahora raramente rifa un pelotazo a lo que pueda cazar Ángel.

El mismo Marlos tuvo pronto un premio efímero rematando un balón que le puso enguantado Luismi Cruz en el minuto 11, pero el 1-0 duró lo que el VAR le hizo ver al árbitro –también este árbitro anda en la zona de descenso de su clasificación– que todo venía de un corte con la mano de Mellot.

La aplicación del Tenerife tratando de jugarla al pie y a la corta se la recompensó de nuevo Luismi Cruz con una de las suyas, un caracoleo por la calle del ocho del que se sacó otro pase con veneno a la mitad del área, donde esperaban –otra muestra de que el método de Mel va tomando forma– Dani, Ángel y Marlos. El más joven se quedó el remate –con un cabezazo decidido del que salieron malparados él y Alcalá– y la gloria de un récord que tardarán en quitarle. Ni Arocha, ni Antonio el Loco, ni el Tigre Barrios marcaron tan jóvenes. Y mira que hacerlo en tu cuarta comparecencia de blanquiazul…

El 1-0 no reactivó al Cartagena, un equipo de medios a ritmo de diesel que funcionó mejor parando con faltas cualquier desborde que abriéndole el campo a los blanquiazules, acomodados detrás –más seguro Gayá que Juande– cuando se le pasó la efervescencia al grupo de Jandro. Y cuando Jairo quiso someter a Mellot se topó con Mellot en la versión esperable. Y cuando mediado el segundo acto quiso meter más pólvora con Cedric y Ortuño, le quedó su banda al tinerfeño más para ocuparse de Luismi que para irse arriba.

Solo rozó el gol el Efesé por las dudas de Salvi en dos acciones que alargaron la sombra de Soriano, antes una parada de manos flojas a un remate de Gastón y luego una salida por alto que despejó por no blocar y dejó una pelota muerta, con el portero vencido, que desperdició Jairo por no rematar a lo que diera. Dudó en la urgencia entre el tiro y la conducción y se le pasó el arroz a la ocasión.

Llegado el último sexto, el debut en el Heliodoro de Aarón Martín reactivó a la grada y al mismo Tenerife. El muchacho sustituyó a Dani y se desplegó como un ocho a campo abierto, fiable en la pugna y cayendo al área para rematar. Ni pareció un novel, ni menos un menor de edad, qué cosas. Lo de Aarón devino espoleta para el último despliegue de esfuerzo en el robo y el talento en la resolución.

Primero otro eslalon de Luismi Cruz quitándose de encima a tres rivales para definir ante Pablo Campos con un tiro que no cogió el buen rumbo. Y de fin de fiesta, lo de Diarra, avanzando entre regates y amagos hasta la cal para ponerle un caramelo a Enric Gallego entre cuatro defensores y el portero. El 2-0 final, tan impensable como meritorio.

No ganó el Tenerife solo por el gol de este Dani Fernández –el talentoso juvenil de dieciséis años al que ya le cabe ese honor de ser el goleador más joven en la historia del Tenerife–, ni porque lo relevase otro juvenil con planta de futbolista que más pronto que tarde será titular. Ganó por esto y por mucho más, todos factores de crecimiento, pero lo de Mel con ellos es una demostración de que hay otro camino que se puede andar. ¿Razón para descreídos?: preguntar entre Geneto y Los Baldíos, donde Sesé Rivero.

(2) CD Tenerife: Salvi; Mellot, Gayá, José León, Medrano (David, m.66); Sergio González, Diarra; Luismi Cruz, Dani Fernández (Aarón Martín, m.76), Marlos (Waldo, m.58); y Ángel (Enric Gallego, m.58).

(0) FC Cartagena: Pablo Campos; Aguirregabiria, Alcalá, Olivas, Ríos Reina (Ortuño, m.64); Andy, Guerrero; Escriche (Cedric, m.64), Luis Muñoz, Jairo; y Gastón (Pocho Román, m.76).

Goles: 1-0, m.35: Dani Fernández. 2-0, m.90+1: Enric Gallego.

Árbitro: Manuel Jesús Orellana Cid (comité andaluz). Amonestó a los locales Mellot (m.10) y José León (m.84), y al visitante Olivas (m.55).

Incidencias: Partido de la octava jornada de LaLiga Hipermotion (Segunda División) disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 13.664 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por los nueve inmigrantes fallecidos el pasado fin de semana a escasas millas de la isla de El Hierro, como también por aquellos otros que han perecido en el mismo trance.

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