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Los organismos económicos dictaminan en Davos que 2020 será mejor que 2019
El FMI, el BCE, el Tesoro de Estados Unidos y el Banco de Japón han coincidido en la sesión de clausura del Foro de Davos en su diagnóstico esperanzador para la evolución de la economía mundial en 2020, pese a la ligera rebaja en las previsiones de crecimiento.
El pasado lunes, en la sesión inaugural el Fondo Monetario Internacional (FMI) rebajó ligeramente sus previsiones de crecimiento de la economía global al 3,3 % en 2020 y al 3,4 % en 2021, por una desaceleración mayor a la esperada en la India y por el impacto de un malestar social creciente.
Sin embargo, en un debate celebrado este viernes, los representantes de estos organismos han destacado que 2020 será mejor que 2019.
La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, ha destacado que “estamos mejor en enero de 2020 que en octubre de 2019”, fundamentalmente por la rebaja de las tensiones comerciales gracias al acuerdo entre Estados Unidos y China, que ha desatado una oleada de confianza y ha aumentado las inversiones.
Aunque ha admitido que un crecimiento del 3,3 % “no es fantástico”, hace falta ir más allá en las políticas monetarias y fiscales y es preciso hacer reformas más agresivas, en todo el mundo han mejorado las expectativas, y 40 países emergentes van a crecer por encima del 5 %, buena parte de ellos en África.
También ha presumido de la buena marcha de la economía el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, que ha explicado que gracias a la agenda económica del presidente Donald Trump el país vive un momento “brillante”.
Se ha firmado un acuerdo comercial con Canadá y México, la inflación y el paro están en niveles muy bajos, el empleo en su mejor momento, y los beneficios de las empresas están al alza, ha enumerado.
La gobernadora del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, que por primera vez acude al Foro de Davos al frente de este organismo tras varios años en el FMI, ha dicho señalado que tanto en la Unión Europea como en la zona del euro se detectan signos positivos, con buenos niveles de empleo y el sector comercial en recuperación tras la incertidumbre provocada por las tensiones entre China y Estados Unidos.
La directora gerente del FMI ha advertido no obstante de que el crecimiento se mantiene bajo debido en parte a los tipos de interés negativo, aunque ha recordado con ironía los años 90 del siglo pasado, cuando el problema era la hiperinflación.
Ahora el desafío consiste en no volver a endeudarse en exceso, ya que con el dinero tan barato “la tentación es muy fuerte”.
Con excepción de Mnuchin, el resto de ponentes, entre los que también estaban el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, y el vicecanciller y ministro de Finanzas de Alemania, Olaf Scholz, han destacado las oportunidades que ofrece para impulsar el crecimiento la “agenda verde” que incluye, entre otras cosas, la descarbonización.
Mnuchin no ha secundado este discurso, y ha matizado que el del cambio climático “es una cuestión más, pero no la principal”, que debe preocupar a los agentes económicos.
Otras cuestiones, como la seguridad nacional o las armas nucleares, tienen un lugar preferente en la agenda de Estados Unidos, que puede presumir de tener aire y agua limpios y además es muy eficiente en términos de la industria del carbón.
China o India, ha dicho, tienen aún mucho que mejorar.
Tampoco comparte Mnuchin las estrategias a 30 años vista para luchar contra el cambio climático, porque en su opinión los cambios tecnológicos van muy deprisa y planes hechos a tan largo plazo corren el riesgo de quedarse obsoletos.
Sin querer “minimizar” la agenda medioambiental, ha recordado que hay aún miles de millones de personas en todo el mundo que no tienen electricidad, algo que le parece mucho más grave.
Lagarde ha ironizado sobre “las tres cuestiones que movilizan el mundo, que son el sexo, el miedo y la avaricia”, de las cuales “sólo las dos últimas pueden tener efectos sobre el medio ambiente”.
En su opinión, el miedo a una catástrofe climática está presente en la opinión pública, y la avaricia se deja ver en las carteras de inversión de grandes corporaciones como Blackrock o Bank of America, que todavía están muy lejos de teñirse de verde porque no acaban de tomarse en serio el medio ambiente.
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