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Los pensionistas se convierten en un gran movimiento contra la política económica del Gobierno

Convocatoria en Madrid por la libertad de expresión y el sistema de pensiones. OLMO CALVO.

Laura Olías

Bilbao, Madrid, Zaragoza, Barcelona, Sevilla, Santander, Vitoria y Murcia. Miles de personas, en su gran mayoría pensionistas, han desbordado las calles de estas y muchas otras ciudades españolas este sábado en la última demostración de fuerza de los jubilados ante el Gobierno de Mariano Rajoy. “Aquí estamos, nosotros no nos vamos”, clamaban en Madrid a modo de amenaza. En Bilbao, la Policía Municipal calcula que han participado en la protesta unas 115.000 asistentes, alrededor de un tercio de la población de la ciudad vasca. Tras los ya famosos “sí se puede” en las marchas, reside una idea compartida por muchos manifestantes: los pensionistas son conscientes de que forman un grupo de población –y de votantes– muy amplio y creen que pueden ganar el pulso al Ejecutivo si mantienen la presión en la calle.

Los convocantes de las manifestaciones de este 17 de marzo advertían ya antes de este sábado de la magnitud de la cita: los jubilados de más de un centenar de ciudades estaban llamados a movilizarse. El 17M por unas “pensiones dignas” ha llegado tras varios éxitos de convocatorias, especialmente la del 22 de febrero en toda España, pero que en Euskadi han tenido especial fuerza desde enero. No ha importado la lluvia, ni siquiera la nieve y el granizo, para que cientos de miles de personas de avanzada edad hayan salido a defender el sistema público de pensiones. “Ni la lluvia ni Rajoy podrán pararnos hoy”, decían en Toledo.

En Madrid, debido a la falta de acuerdo para formar una manifestación unitaria, la capital ha vivido incluso dos manifestaciones: una por la mañana y otra por la tarde, y ambas han colapsado el centro de la ciudad. Si por la mañana había un manto interminable de paraguas, que se perdía por las calles aledañas, la cita de la tarde ha superado incluso la marcha de unas horas antes. Entre los factores que han facilitado la movilización destacan el mejor tiempo y las diferentes causas que estaban representadas en la manifestación, como la petición de la derogación de la 'ley mordaza'.

Los jubilados han centrado, de nuevo, sus protestas contra la subida del 0,25% anual –en virtud de la reforma de las pensiones que aprobó en solitario el Ejecutivo en 2013– y han demandado la revalorización de las pensiones conforme a los precios. Pero los pensionistas recuerdan que solo es una pieza de un engranaje de políticas económicas a las que se oponen: rechazan el conjunto de la reforma de 2013, y especialmente el opaco factor de sostenibilidad que entrará en vigor al año que viene; la reforma laboral de 2012 y la precarización del trabajo, “con salarios de miseria” que limitan las cotizaciones a la Seguridad Social; las medidas de austeridad que restringieron el gasto social, como el copago farmacéutico; el rescate de las autopistas quebradas, protagonista de la indignación de la mayoría de los jubilados entrevistados, y un largo etcétera de medidas con la firma de Montoro, Rajoy y Báñez.

Pensiones como soporte en la crisis

Carmen, de 71 años, ha salido a la calle porque siente “mucha vergüenza por lo que están haciendo”. Trabajadora desde los 14 años, explica que su pensión “está muy repartida”. Como presumió la ministra de Empleo Fátima Báñez, las pensiones han sido “una garantía de renta en momentos de crisis”. En su caso, la prestación de jubilación es vital para su hijo, “que lleva más de dos años en paro y no tiene ninguna ayuda de desempleo. Tiene dos hijas. Así que yo ayudo en todo lo que puedo, aunque no haya que echarle carne a las patatas”, resume la mujer. Según los últimos datos de Eurostat, de 2016, la mitad de los desempleados en España están en riesgo de pobreza. En la actualidad, 4 de cada 10 parados no recibe ninguna prestación.

Pedro, de 81 años y extrabajador de la metalurgia, también tiene que ayudar a su hijo para llegar a fin de mes y eso que agradece que tiene empleo. “Aunque trabaja, no llega a pagar la hipoteca con su sueldo”, cuenta el jubilado. Carmen y Pedro exigen que las pensiones suban como los precios. También Agapito, de 69 años: “Pero es que no pedimos nada excesivo, no pedimos caramelos. Es la revalorización con el IPC”.

Los ministros Cristóbal Montoro y Fátima Báñez son, además de Mariano Rajoy, algunos de los miembros del Gobierno más recordados en las manifestaciones. Aunque en el centro de las críticas y exigencias está el sistema público de pensiones, “esto es más serio que las pensiones”, opina por su parte José Ramón, jubilado de 68 años. “Este movimiento es contra contra una situación económica concreta, interpela a la economía global del PP”. Los pensionistas sitúan especialmente en la diana el rescate a las autopistas quebradas y a la banca, así como los límites presupuestarios de Montoro para cumplir con los objetivos de déficit, como reflejo de unas políticas que consideran que han antepuesto el rescate de los poderes económicos al de las personas.

“Vamos a seguir saliendo”

Otra de las ideas que más repiten los jubilados que han pisado este sábado las calles es que esta no va a ser la última vez que lo hagan. La presión social frente al Gobierno continuará “y más le valdría a los políticos que bajaran a las calles y miraran a la cara a estas madres y padres, que sepan lo que hay”, recomienda Luz, de 61 años y prejubilada. Los pensionistas aseguran que, de no dar marcha atrás a sus políticas, seguirán movilizándose. “Las veces que haga falta”, repiten muchos congregados. Carmen participa en todas las manifestaciones de pensionistas que puede. “No me canso porque cansarse es rendirse. Como no sea por una enfermedad, seguiré viniendo. Es que me parece muy fuerte lo que están haciendo”.

La comparecencia de Mariano Rajoy esta semana en el Congreso, en la que anunció algunas mejoras para los pensionistas supeditadas a la aprobación de los Presupuestos, lejos de desmovilizar ha indignado aún más a varios de los entrevistados por este medio. “No nos calmó. Todo lo contrario, fue un incendio. Es un chantaje”, opina Henar, de 62 años, que ha acudido a la manifestación de la capital con su marido, Modesto. Ambos son participantes habituales de marchas y movilizaciones de causas que comparten, pero reconocen que este movimiento de pensionistas está sacando a la calle a gente que conocen y que no solía manifestarse. “Hemos estado demasiado tiempo dormidos. Esto va también por la gente joven, porque en realidad nosotros tenemos la jubilación más o menos resuelta, pero el panorama para las próximas generaciones es tétrico”, añade Modesto.

Y más allá de su poder de convocatoria y la presión de las movilizaciones sociales, las proclamas y muchos carteles en las manifestaciones recuerdan al PP y a los partidos de la oposición una de sus principales armas: su voto. “Nos vemos en las urnas”, rezaban numerosas pancartas.

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