Los trasteros se convierten en el negocio de moda en plena burbuja inmobiliaria alemana
En Alemania, quien tiene un sótano, tiene un tesoro. Suena exagerado, pero Michel Galka piensa que quien dispone hoy de un sótano donde guardar aquellas cosas que no usa a diario “es un afortunado”. Galka sabe de lo que habla. Trabaja para Lagerbox, una empresa que, precisamente, se ocupa de ofrecer espacios para guardar efectos personales de todo tipo, los trastos que dan nombre a los trasteros de toda la vida.
Uno de los 18 centros con trasteros de Lagerbox se encuentra en el distrito berlinés de Neukölln, al sur de la capital germana. Estos espacios dedicados al almacenaje suelen estar en zonas urbanas. No en vano, el 75% de los clientes de Lagerbox son personas que se han quedado sin espacio para guardar cosas, ya sean muebles, bicicletas en desuso, las ruedas del coche para la temporada de invierno, ropa de otra época del año, lo que sea.
Lagerbox dispone en el corazón de Neukölln de unos 1.300 trasteros. Repartidos en dos plantas en la parte trasera de un centro comercial, esta empresa ofrece aquí a no pocos vecinos del barrio el espacio que no tienen en sus casas. Accesibles para los clientes entre seis de la mañana y diez de la noche, los trasteros están vigilados con cámaras de seguridad y cuentan con sensores de movimiento en las puertas que detectan si se fuerza su apertura. Alquilar un metro cuadrado cuesta 47 euros al mes. Un espacio de 20 metros cuadrados, lo máximo que se ofrece, vale 393 euros al mes.
“Muchos clientes utilizan nuestros espacios como trasteros por no tener nada parecido en su edificio. También hay quienes los utilizan mientras buscan una nueva casa”, explica Denis, trabajador de Lagerbox que recibe a los clientes en la pequeña oficina de la empresa fuera del edificio de Neukölln. Atraídos por la oferta de trasteros, van hasta allí personas o empresas que no disponen de un lugar donde almacenar.
No es raro que los sótanos de los bloques de pisos alemanes sean lugares poco iluminados y húmedos, condiciones poco favorables para conservar, por ejemplo, ropa. Otros clientes utilizan esos “trasteros profesionales” durante renovaciones de edificios y apartamentos o cuando tienen largas estancias en el extranjero, según Galka.
No obstante, lo que suelen tener en común los usuarios de estos trasteros es que todos sufren de la falta de espacio habitable en Berlín. De hecho, otros casos típicos de clientes que cita Galka son personas a las que su casa se les ha quedado pequeña o aquellas que han salido de un alquiler y buscan casa, lo que no es fácil en algunas grandes ciudades de Alemania.
Precios al alza
En los últimos seis años, el precio de la vivienda se ha encarecido un 94% en Berlín, sensiblemente más que en Hamburgo y Colonia (70%) pero algo menos que en Múnich (114%). Andreas Dombret, miembro de la dirección del Bundesbank, dijo este verano al semanario Der Spiegel que, a la luz de los datos del sector inmobiliario germano, si bien él no ve aún “una burbuja”, sí “existe el peligro de que en algunas regiones el mercado inmobiliario se sobrecaliente”.
“En Alemania hay carestía de vivienda, una realidad que es producto de años en los que no se han construido suficientes casas”, dice a eldiario.es Volker Eichner, profesor de Ciencias Políticas y Política Social en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Düsseldorf. “A mitad de los noventa se ponían en el mercado 630.000 viviendas al año, pero ese número cayó, y se mantuvo durante demasiado tiempo en valores que rondaban las 250.000 unidades anuales”, abunda este experto.
Sólo en Berlín, para aliviar la situación, deberían levantarse 27.000 viviendas anuales en el periodo 2017-2020. Sin embargo, de momento salen al mercado 9.000 al año. Así lo apuntaba en 2016 un estudio del Instituto de la Economía Alemana de Colonia.
El lujo de tener trastero
La evolución del mercado inmobiliario tiene sobre el negocio de los trasteros “una gran influencia”, indica Catherine Adler, responsable de Marketing en Pickens, otra empresa del sector. “En Alemania se construyen hoy espacios habitacionales en áticos o buhardillas y las bodegas cada vez son peor sitio para guardar cosas, porque suelen ser húmedas y tienen moho. Por eso la gente necesita espacio para almacenar”, explica.
Además, según apunta Eichner, es raro que las nuevas casas que se construyen ahora tengan un sótano donde guardar cosas. “Un trastero se ha convertido en muchas ciudades en un elemento de lujo”, abunda el profesor de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Düsseldorf.
“La situación del mercado inmobiliario nos es favorable. Ahora las viviendas son escasas y caras; antes, en Berlín, por ejemplo, uno podía tener un apartamento con una habitación dedicada al almacenaje, pero esto ya no es posible”, comenta Wolfgang Köhnk, director ejecutivo de Pickens. Su empresa abrió su primer edificio con trasteros en 2009.
En esta compañía evitan mencionar datos sobre el volumen de negocio. Pero aseguran que los beneficios van en aumento. “El negocio va bien y Alemania ofrece mucho potencial, la gente acepta cada vez más el concepto de tener lejos de casa un lugar para el almacenaje”, sostiene Adler. De la misma forma hablan en Lagerbox. “El mercado está creciendo”, dice Galka.
La situación del mercado inmobiliario favorece a estas empresas, con otros ejemplos como MyPlace o Shurgard, que junto a Pickens y Lagerbox son los cuatro actores más relevantes del mercado alemán. El diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung ha llamado a su creciente clientela Generation Abstellbox – expresión que podría traducirse como “generación trastero”.
Recién bautizado, este colectivo tiene toda una vida por delante en el hostil clima inmobiliario que viven muchas grandes ciudades germanas. “Los alquileres suben y las viviendas son cada vez más pequeñas. Habrá más necesidad de espacio para el almacenaje”, concluye optimista Köhnk.