“Nuestro valor más positivo son los habitantes de República Dominicana”
Son las once de la mañana. Estamos en la Oficina de Turismo de República Dominicana para España y Portugal, un lugar precioso, con muchísima luz. Allí nos recibe Samanda Fersobe, que en su mañana de trabajo se toma un pequeño respiro para hablar con nosotros.
Antes de empezar… una curiosidad, tu nombre ¿Samanda es típico en las dominicanas? El escribiente se equivocó, era ‘Samantha’… Cosas que pasan en el Caribe.
Así que fue una casualidad, una serendipia… Sí. Por cierto, ‘serendipia’ viene de ‘serendipity’, se tradujo literalmente, ¡para que luego digan que yo hablo spanglish! (Risas).
¿Desde cuándo te dedicas al turismo? Llevo toda mi vida trabajando en turismo, durante 25 años he estado en diferentes áreas. Llegué al Ministerio hace 14 años.
¿Por qué decidiste trabajar en este sector? El turismo me parece algo muy divertido, me dedico a ello porque me gusta. Pienso que todos somos turistas a fin de cuentas, nos gusta conocer culturas, gastronomía, ocio. El turismo lo tiene todo.
¿Hay mucha diferencia entre el país que promocionáis aquí y el país que muestras a tus amigos que van de visita? ¡Del cielo a la tierra! La región que más se conoce gracias a las agencias es la zona del este, y es un pedacito muy pequeño del país. Lo que yo le enseño a mis amigos es Santo Domingo, mi ciudad, que me encanta. La Ciudad Colonial, con sus bares y restaurantes, a los que he ido siempre desde pequeña. Los parques, las playas alrededor de la ciudad. El interior del país, muy pocos conocen el Pico Duarte, la cima más elevada de República Dominicana. Yo he subido allí muchas veces. También una pequeña playa cerca de Santo Domingo a la que no va nadie, Salinas. Es mi playa favorita, es de arena oscura. En la ruta siempre incluyo una excursión a Cabarete [un pueblo pequeño a unos minutos de la ciudad de Sosúa, en el norte de la isla].
¿Qué ves en común entre República Dominicana y España? Muchas cosas, partiendo del idioma. El español es muy alegre, le gusta vivir, relacionarse y comunicarse con la gente, es más abierto que el resto de los europeos. El dominicano también, es muy alegre y muy sonriente… Obviamente nosotros somos aún más chéveres, porque somos caribeños (risas). Pero también es la comida, aunque República Dominicana no tiene una gastronomía propia (yo diría que en Las Américas únicamente la tienen Perú y México), sí que es un país muy gastronómico. Allí hay muchos españoles trabajando en ese sector y gracias a ellos y a otros europeos estamos avanzando en la cocina.
¿Y cuál es tu plato favorito de la cocina criolla? Frutas: el mango, la piña, el aguacate. Y bueno, ¡los tostones, lógicamente!
Vaya, yo soy alérgica al plátano, no puedo comerlos. (Se ríe) ¡Qué mal! ¡Son una delicia! No sabes lo que te pierdes sin probar la canastita de tostones con cangrejo a la criolla.
¿Qué más cosas echas de menos de tu país? Mi familia, mis amigos y un pedacito de Santo Domingo que siempre me hace falta. En realidad la comida es fácil de conseguir en España, puedes comer exactamente como si estuvieras en casa.
¿Conoces restaurantes dominicanos en Madrid? Conocí uno, El Colmado. Muy buena la comida de allí. Pero en todo caso, cocino yo.
¿De qué crees que se compone la idiosincrasia de un país? De muchas cosas, del carácter de la gente, del clima, de su historia y su política. Nosotros como pueblo hemos pasado situaciones difíciles, tuvimos un dictador durante treinta años, Trujillo. Hemos tenidos dos intervenciones norteamericanas (en 1916 y 1965), una democracia desde bastantes años… El clima nos ayuda a ser como somos, pero también la mezcla que tenemos que negro y español y las más recientes. Yo soy descendiente de libaneses y hay muchos como yo, de italiano, franceses desde principios del siglo XX. Nuestro carácter hace que lo disfrutemos todo. Un partido de béisbol, eso define al pueblo dominicano. El béisbol es nuestro deporte estrella, somos exportadores de jugadores buenísimos a Estado Unidos y Canadá principalmente. Si ves un juego de pelota, todo ese “tira y jala”, la bulla, el juego, la pasión que ponen… eso demuestra mucho de nuestro carácter. Luego tenemos el merengue, el dominicano lleva el ritmo dentro, en todas las casas se oye música.
Además del merengue, el jazz juega un papel importante en República Dominicana. Claro, tenemos al pianista Michel Camilo, que es uno de los mejores jazzistas. Nuestros mejores músicos, tanto de jazz, como de merengue o de bachata, han estudiado música en el Berklee College of Music en Estados Unidos. ¿Te imaginas a un bachatero estudiando en Berklee? ¡Pues claro que sí! Juan Luis Guerra, El Prodigio… Por otra parte, desde pequeña he visto la Orquesta Sinfónica Nacional de Santo Domingo y tienen una armonía… es impresionante.
Deporte, música… República Dominicana también es un gran plató natural para el cine. Acabamos de inaugurar un tanque de agua para filmar, está situado en Juan Dolio y es uno de los más grandes del mundo. Con esto se va a filmar todo lo que tenga que ver con agua, la industria cinematográfica dominicana se está fortaleciendo. Y hay festivales de cine desde hace años.
Ya que hablamos de ficción, algo que tiene que ver con la imaginación, si tuvieras una máquina del tiempo ¿a qué época histórica de tu país te trasladarías? Al futuro. La historia ya pasó. Me encantaría ver mi ciudad dentro de cien años. Santo Domingo ha cambiado mucho, es cosmopolita, hay un gran metro y una parte nueva muy activa. Su skyline es bajo, no hay grandes edificios. Me gustaría nacer ahora para ver cómo está dentro de un tiempo.
¿Volverás a vivir República Dominicana? ¿Por qué no? En Samaná. O quizás en un lugar en la carretera que va de Moca, el centro del país, a Cabarete (Puerto Plata), que se llama Jamao y está cerca de la playa pero es montaña, con un clima divino.
¿Hay algún tópico sobre el país o los dominicanos? No lo sé, pero lo que se suele decir es que sus habitantes son amables, muy acogedores, se paran a hablar, te acompañan… pero es verdad. Nuestro valor más positivo como país son nuestras personas, República Dominicana tiene un turismo repetitivo bastante elevado y es por varios factores (nuestros paisajes, la paleta de colores tan primaria, la luz, la temperatura del agua…), pero por supuesto también por los dominicanos.