Hipotiroidismo e hipertiroidismo subclínicos: por qué deben importarnos

Foto: Max Pixel

Jordi Sabaté

La glándula tiroides es un órgano muy especial que se encuentra en nuestro cuello envolviendo nuestra garganta. Su función es la secreción de sobre todo dos hormonas, las tiroideas, que de algún modo se pude decir que marcan el compás de nuestro metabolismo, pues regulan la intensidad con que se producen algunas funciones, como la velocidad a la que se queman las calorías o el ritmo al que late el corazón.

La tiroxina (T4) y la triiodotironina (T3) son las principales hormonas producidas por la glándula tiroides, que como hemos dicho ejercen la función de metrónomo en nuestro organismo. De la mayor presencia o ausencia de ellas dependerá que nuestro metabolismo se acelere o se ralentice, y con ello numerosas funciones fisiológicas: influyen en el crecimiento correcto y la densidad de nuestros huesos.

También regulan la absorción de proteínas, de hidratos de carbono, de lípidos y vitaminas, además de intervenir en el funcionamiento del sistema muscular. Finalmente, son esenciales en el desarrollo del sistema nervioso central y periférico. Es decir, que si la T4 y la T3 no están en sus adecuados niveles en sangre, ni muy altas ni muy bajas, todas estas funciones y algunas más se verán alteradas y sus síntomas se manifestarán en dos enfermedades conocidas como hipotiroidismo e hipertiroidismo.

Hipotiroidismo

El hipotiroidismo indica que los niveles de las T3 y T4 en sangre son excesivamente bajos y el metabolismo se ralentiza en exceso. Sus síntomas más extremos pueden ser cansancio, ánimo bajo, frío -estamos destemplados-, libido baja, piel seca, estreñimiento o alteraciones menstruales en mujeres. El hipotiroidismo puede ser debido a a factores congénitos -genéticos- por los que la glándula tiroides es poco activa en la producción hormona, aunque también puede influir una dieta baja en iodo.

En niños, el hipotiroidismo se refleja en un crecimiento lento e insuficiente: niñas y niños con poco desarrollo para su edad. También pude darse en adultos tras pasar por una radioterapia o bien si se les ha extirpado las tiroides. Este trastorno se soluciona normalmente con un suministro de hormonas tiroideas sintéticas.

Hipertiroidismo

El hipertiroidismo corresponde a un exceso de estas hormonas en la sangre por demasiada producción de la glándula tiroides. Esto desemboca en una aceleración del metabolismo, lo que conlleva una serie de síntomas que en su versión más extrema pueden suponer un adelgazamiento poco acorde con las cantidades que comemos, palpitaciones, sudoraciones, nerviosismo excesivo e insomnio o colon irritable.

Las causas del hipertiroidismo pueden ser la llamada enfermedad de Graves-Basedow, un trastorno autoinmune que afecta sobre todo a mujeres entre 20 y 40 años, o bien el desarrollo de nódulos tiroideos que producen exceso de T4 y T3. El tratamiento dependerá del grado del hipertiroidismo e incluye desde varios fármacos a yodo reactivo para destruir parte de la glándula e incluso extirparla por cirugía si fuese necesario.

Hipotiroidismo e hipertiroidismo subclínicos

Tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo se pueden detectar en análisis de sangre en los que se estudian los niveles de una hormona producida en la hipófisis -en la base anterior del cerebro- y llamada tirotropina o TSH. Esta hormona tiene como objetivo estimular a la glándula tiroides para que produzca las T4 y T3 y es fácilmente detectable en el plasma sanguíneo.

Si en un análisis de sangre nos aparecen altos niveles de TSH querrá decir que la hipófisis se ve obligada a producir mucha tirotropina como respuesta a los bajos niveles de hormonas tiroideas. Es decir que la tiroides trabaja poco y estamos en una situación de hipotiroidismo. Si la TSH es más baja de lo recomendable, por el contrario, indicará que se ve inhibida su producción por unos altos niveles de T4 y T3, o sea por hipertiroidismo.

Sin embargo, en no pocas ocasiones estos niveles anormalmente altos o bajos de TSH pueden ser leves y no tener ningún reflejo sintomático en la persona, pues las alteraciones en la producción de la T4 y la T3 son muy sutiles. Es entonces cuando hablamos de hipotiroidismo e hipertiroidismo subclínicos. Es decir que existe el trastorno pero no tiene consecuencias a corto plazo.

No obstante, sí puede tenerlas a largo y medio plazo, en especial en el caso del hipotiroidismo subclínico, el trastorno más frecuente. Algunos estudios han hallado relaciones todavía no aclaradas entre el hipotiroidismo subclínico y las fracturas de cadera en hombres. En cuando a las mujeres, se sabe que el mismo trastorno puede contribuir a una mayor incidencia de la osteoporosis. Finalmente, en ambos sexos se conoce la incidencia de las alteraciones tiroideas en la mala gestión del colesterol.

Para complicar la situación, cuando existen síntomas de trastorno subclínico, al ser leves se achacan a otras causas como el estrés, el exceso de trabajo, el que la persona es ansiosa, la malnutrición, el poco cuidado de la piel, o golpes de frío, etc. Su causas en realidad pueden ser las mismas que las de los trastornos considerados clínicos, por lo que ante la sospecha no está de más pedir un análisis de los niveles de TSH y someter a vigilancia los comportamientos anormales.

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