Juguetes sexuales masculinos: ¿en soledad o en pareja?
Las principales consumidoras de juguetes sexuales vienen siendo las mujeres, de hecho, el 63% “busca un juguete erótico para usar ellas mismas”, según un estudio de platanomelon.com, plataforma especializada en sexualidad y toys. Pero hete aquí que los hombres se van abriendo poco a poco a probar las novedades del mercado, tanto a solas como en pareja, aunque aún quedan bastantes escollos que salvar.
Xevi Aliguer, director de una conocida marca de juguetes eróticos, señala que “la tendencia seguirá siendo hacia el consumo de la mujer mayoritariamente”, y es que el hombre siempre ha necesitado menos estimulación para llegar al orgasmo a través de la masturbación. “Estamos trabajando para que los juguetes sexuales no sean cosas de hombres o de mujeres, sino de parejas”, explica.
En concreto, matiza, “con las heterosexuales, dado que las parejas homosexuales ya hacen un gran consumo de productos eróticos; el ego masculino sigue siendo la mayor barrera para incluir los juguetes en la cama de las parejas heterosexuales”. Lo corrobora la autora del libro Juguetes eróticos, Alicia GallottiJuguetes eróticos,, que ha comprobado que “a ellos les crea bastante más conflicto el tema de los dildos”.
“Suelen comprarlos”, prosigue, “para usarlos con la pareja o amante, como regalo; si les gusta el sadomasoquismo o, en último término, para sí mismos”. Pero hay algo curioso, explica Gallotti: “tienden a comprar uno de tamaño más pequeño que el propio pene porque les crea competencia”. Si se lanzan a comprárselos para su propio uso individual, Gallotti señala que “suelen comprarlos más pequeños, delgaditos, de los que vibran… pero les tienen cierto respeto”.
Alfonso Antona, psicólogo especializado en salud sexual y reproductiva, lo achaca a que “la mayor parte de ellos están diseñados para penetración anal y eso, todavía, para muchos hombres, es un tabú; pero una vez superan el primer pasmo sexista de 'a mí por ahí no se me acerca nada', con paciencia y amor, suelen referir en las terapias que es un elemento muy interesante para ampliar la experiencia erótica, sobre todo, utilizado en pareja”.
Daños colaterales del tabú
Como cuentan muchos profesionales del sector sanitario en el libro Anécdotas de enfermeras (edición ampliada con Emergencias que no creerás, editorial DeBolsillo), un efecto colateral de ese tabú y de la propia represión de ciertos deseos inadmitidos es que demasiados acaban en Urgencias con comestibles como berenjenas o plátanos, o con objetos de plástico que hacen vacío, o de cristal que se quiebran.
Y todo ello por no acudir a un sexshop (virtual por lo menos) para probar sin riesgos para la integridad física. La sexóloga Carme Sánchez Martín advierte que “experimentar está muy bien, pero con seguridad y con las herramientas adecuadas”. Sánchez señala que “el ano/recto no tiene tope y puede absorber cualquier artilugio que utilicemos para su estimulación, así que lo mejor es usar objetos seguros, es decir, que tengan un tope para evitar accidentes”.
Otro efecto contraproducente de negarse a comprarse sus propios toys es que, según Alicia Gallotti, “a veces, para masturbarse, utilizan el dildo vibrador de sus mujeres para darse con él en la cabeza del pene, pero ha de hacerse con la velocidad mínima ya que, según la sensibilidad de cada hombre a la vibración directa, el efecto es el contrario al deseado y resulta molesto”.
Y el tercero es que se pueden hacer daño al usar un aparato que no es el adaptado a la anatomía masculina, como recalca Sánchez Martín: “Importante para chicos y chicas: los dildos o vibradores vaginales solo deben utilizarse para la vagina (porque no tienen tope), mientras que para la penetración anal, en chica o chico dado que ambos tenemos el mismo ano, se tiene que utilizar un dildo o vibrador anal”.
En la variedad está la seguridad
Lo que es innegable es que el interés continúa in crescendo porque antes estaban muy claras y definidas las técnicas mastubartorias masculinas y, sin embargo, ahora hay una infinita variedad de artilugios que, para Gallotti, “les permiten disfrutar más si cabe de la masturbación, dejando atrás la actitud conservadora de hacerse una paja normal”. Hay bocas, pechos, anos, vaginas de diferentes tamaños con interior texturizado (que aumenta el placer con el roce al entrar y salir el pene)…
“Todas ellas hechas con silicona similar a la de las prótesis de las mamas, cuya textura blanda se parece a la piel humana y, al contacto, se siente más calentita”, apostilla Gallotti. Ella y Carme Sánchez coinciden en que también se han puesto muy de moda los EGGs de Tenga, que, “como masturbadores están muy bien, para estimularse en soledad o en pareja”. Estos huevos masturbadores están hechos de un material adaptable a cualquier tamaño e incorporan la vaselina para facilitar el deslizamiento sobre el miembro viril.
La sofisticación está llegando al sector
Gallotti considera que “la mujer tiende a contarse una historia; en cambio el hombre es más directo, su placer tiene que ver más con la forma de su genital y, por ello, huyen de la sofisticación”. Si bien, Xevi Aliguer observa que en el sector “se está haciendo mucho hincapié en la realidad virtual aplicada a los juguetes y a la masturbación, sobre todo masculina. Complementar los masturbadores masculinos con la realidad virtual en 3D es ya una realidad, pero en el futuro se irá puliendo para que el masturbador responda automáticamente al ritmo de la acción de las imágenes proyectadas en las gafas” o con un mando especial.
Para hacerse una idea, Emma Yann Zhang, investigadora y organizadora del Congreso Sexo con RobotsCongreso Sexo con Robots, comenta que “una empresa fabricó una vagina artificial que produce movimientos y presiones sincronizadas con vídeos porno, de modo que los usuarios pueden experimentar cómo es ser actores de los vídeos”.
Eso solo lo pueden mejorar las sexual dolls que están causando furor en todo el mundosexual dolls , hasta el punto de que Yann Zhang asegura que en los congresos, que van ya por la cuarta edición, cada vez están “viendo más compañías en la industria haciendo juguetes sexuales inteligentes o robots sexuales”. Lo cual, para Gallotti, evidencia que “cada vez hay más demanda, sobre todo de sex dolls, que ya salen perfectas de fábrica, pero es que aparte los hombres pueden elegir el tamaño de los pechos y de los pies, el color de los ojos, la vagina se les humedece, pueden reproducir el orgasmo”…
Baste decir que hay incluso un prostíbulo solo de muñecas: Lumidolls, en cuyos cuatro burdeles de Barcelona, Torino, Moscú y Nagoya, te proponen que pruebes con sus distintas categorías antes de elegir la que te quieres llevar a casa como muñeca florero de compañía. Pero ojo, que hay varias empresas como Real Doll y True Companion empeñadas en introducirles un chip con algoritmos para que puedan conversar, excitarse y orgasmar si el hombre toca las teclas clave.
Emma Yann Zhang y sus colegas investigadores están intentando “construir un compañero robot que no solo sea capaz de realizar actos sexuales, sino que también tenga personalidad, pueda comunicarse inteligentemente y comprender el amor. Nos estamos centrando más en la construcción de un compañero social con inteligencia artificial, en lugar de solo un robot sexual”.
Llegados a este punto, quizá deberíamos preocuparnos por la extinción de la especie, pero, afortunadamente, Xavi Aliguer no prevé que caigamos en la plena autonomía sexual, “sino en cómo poder ayudar a la pareja a descubrir nuevas fronteras en el sexo, a disfrutar y estimular a su pareja de una forma menos tradicional”.
En resumen, “a llegar a hacer aquello que nunca antes había sido posible”. Como, por ejemplo, conseguir que puedas, a través de un mando a distancia, controlar la vibración en la punta de tu propio pene para estimular el punto G de tu partenaire. En este caso, el hombre participa activamente a través de la penetración y la mujer consigue la estimulación en su punto G y clítoris a través de la vibración, como si estuviera haciendo uso de un rabbit vibrador“.
Mikhail Tank, experto en sexo con robots que da conferencias en el mencionado congreso sectorial, le encuentra una aplicación útil para “mucha gente que se sienta sola, que puede verles como una compañía con la que obtener diversiónprivada y placer”. “En este punto”, dice Tank, “el robot aparece como un objeto; la cuestión es cuándo se puede convertir en un sujeto”.
Y es ahí donde ve la perentoriedad de “un debate sobre la humanidad de los robots y sobre cómo, en el futuro, podremos apreciarles a ellos y ellos podrán apreciarnos a nosotros, cómo trataremos a esos robots y cómo nos tratarán ellos a nosotros; nos tenemos que asegurar de que no nos harán daño”. O sea, que al final, como se nos vayan de las manos los juguetes, estaremos jugando con fuego.