Ojo seco: una patología que aumenta con el teletrabajo
El ojo seco es una enfermedad crónica y multifactorial (muchas causas, muchos factores) que afecta a casi el 30% de la población adulta, es decir mayor de 15 años. Entre las personas de edad avanzada su prevalencia es casi total.
El ojo seco es por tanto una enfermedad bastante común, aunque sus grados de afectación son también muy diversos y no siempre se cronifica, ya que en algunos casos se debe a deficiencias subsanables y no tiene causas endógenas.
De todos modos, ya comentamos la existencia del trastorno del ojo seco en nuestro artículo Operarse de miopía con láser: qué riesgos comporta, donde explicábamos que esta enfermedad en su vertiente crónica era uno de los efectos colaterales más frecuentes de la intervención.
La lágrima, un líquido complejo
Las lágrimas no no son solo agua con sal, sino algo mucho más complejo cuyo fin es la protección de la superficie de la córnea de agentes externos, así como del roce con el párpado.
La lágrima es un agente lubricante, una mucosa más del cuerpo. Se genera en las glándulas lacrimales y se completa en las glándulas de Meibomio, que añaden al líquido elementos lipídicos que le darán consistencia más grasa y adherente.
Así, tras secretarse, la lágrima se extiende por la superficie de la córnea gracias a la acción del párpado, cubriendo el ojo. En su capa más profunda, la que contacta con el epitelio corneal, es decir con la primera capa de la córnea, es una sustancia mucilaginosa, como de gelatina, que se va tornando más acuosa a media de se hace más superficial, y que se remata en la capa más exterior con la materia lipídica de las glándulas de Meibomio.
Esta capa lipídica tiene una base esencialmente de ácidos grasos omega 3 y su función es tanto dar consistencia a la capa lacrimal sobre el ojo, evitando que se derrame, como frenar la evaporación de la capa acuosa inmediatamente anterior.
De este modo la córnea se mantiene siempre lubricada a base de aportar lágrimas consistentes y se protege de roces, la acción del sol, el polvo, etc. Si la lágrima es defectuosa o se produce de modo insuficiente, padeceremos de ojo seco o xeroftalmia.
Causas del ojo seco
Si la capa lipídica es pobre o deficiente, sea por falta de omega 3 en la dieta o por un defecto de la glándula de Meibomio, el agua de la lágrima se evapora con excesiva rapidez, de modo que no da tiempo a reponerla con eficiencia y por tanto el ojo queda seco, se enrojece, escuece y puede llegar a presentar erosiones con herida e incluso infecciones.
En este caso la causa es parcialmente solventable con una dieta rica en ácidos grasos omega 3. Otro supuesto es la falta de vitamina A o retinol, en que el ojo seco es parcial o totalmente reversible corrigiendo la dieta.
También lo causan los ambientes excesivamente secos por motivos como el aire acondicionado o las calefacciones. También puede darse ojo seco en la pubertad en mujeres que pase con el tiempo, y del mismo modo puede regresar en la menopausia como trastorno crónico.
Otra causa son, como se ha dicho, las operaciones con láser de miopía en las que se cree que el calor del rayo pueda dañar las glándulas de algún modo. Otras causas pueden ser la edad, que hace que la lágrima sea cada vez menos eficiente, así como el uso de determinados medicamentos antidepresivos o anthistamínicos.
También se ve favorecido por el uso de lentes de contacto, así como por trastornos autoinmunes como la artritis reumatoide, la fibromialgia o el síndorme de Sjörgren.
El ojo seco aumenta con el uso de pantallas
Y también, tal como explica la Sociedad Española de Oftalmología (SEO) en su página informativa, el uso de pantallas de visualización, es decir, de ordenadores, móviles, etc., es una de las múltiples causas de este síndrome.
Según el doctor Nicolás Alejandre Alba, jefe de la Sección de Córnea y Superficie Ocular del Servicio de Oftalmología de la Fundación Jiménez Díaz, esto se debe sobre todo “a que cuando fijamos nuestra atención en la pantalla de ordenador, nuestra frecuencia de parpadeo disminuye mucho y aumenta la evaporación de la lágrima”.
Se calcula que la frecuencia normal de parpadeo va de las 15 veces por minuto, mientras que si estamos frente a una pantalla solemos hacerlo entre cinco y siete veces por minuto.
Por su parte, el médico especialista en Oftalmología Rubén Pascual explica en este capítulo de su podcast Ocularis que los dispositivos electrónico no son inocuos desde el punto de vista de la salud visual, pero no por la luz que emiten sino por el mal uso que hacemos de ellos, ya que no siempre los utilizamos en las condiciones adecuadas.
Estas condiciones adecuadas se suelen dar menos en casa que en la oficina e incluyen desde una iluminación deficiente del espacio de trabajo a una mala distancia a la pantalla (generalmente demasiado cercana) o una mala modulación del brillo de pantalla.
Según datos de la Asociación Nacional de Optometristas Unidos, las personas menores de 30 años pasan más de diez horas diarias al frente de una pantalla y de ellas un 80% presenta molestias visuales.
En este sentido, se calcula que el 90% de las personas que pasan tres horas o más seguidas delante de un ordenador pueden desarrollar el llamado Síndrome Visual Informático, una de cuyos síntomas mas característicos es el ojo seco.
Para aminorarlo el Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas de España (CNOO) aconseja descansar de cinco a diez minutos cada hora, parpadear con regularidad y cerrar los ojos o desviar la mirada de izquierda a derecha. También el uso de lubricantes del ojo.
Síntomas del ojo seco
Los síntomas del ojo seco pueden ser varios, pero los principales son:
- Escozor
- Enrojecimiento de los globos oculares
- Sensación de tener algo en el ojo
- Fotosensibilidad
- Dolor
- Lagrimeo constante como respuesta a la insuficiente lubricación
- Irritación y sensación de arenilla al parpadear.
- Cansancio ocular
- Visión fluctuante
Cómo tratar el ojo seco
La xeroftalmia puede tener una buena respuesta en sus primeros estadios con corticoides, pero en el caso de su vertiente crónica será necesario hacer controles semestrales acompañados de cuidados domésticos.
En este sentido es importante una dieta en ácidos grasos omega 3, el uso de medicamentos antiinflamatorios supervisados por el médico y un a higiene exquisita del ojo y el párpado a fin de evitar infecciones. La misma se practica con jabones y toallitas especiales.
También funciona la aplicación de lágrima artificial expresamente creada para la lubricación ocular, así como realizar descansos visuales cada veinte minutos en los que cerraremos los ojos durante unos minutos.
Finalmente evitaremos la costumbre de frotarnos los ojos si tenemos escozor y sobre todo procuraremos no estar demasiado rato inmersos en ambientes excesivamente secos.
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