Tengo un repentino dolor en el pecho: ¿debo llamar a urgencias?

Dolor

Jordi Sabaté

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Estamos mirando la televisión, leyendo y ya acostados en la cama, a punto de dormirnos, cuando de repente nos asalta una punzada en la zona torácica que se mantiene durante un tiempo y aumenta progresivamente de intensidad.

Puede que con los minutos acabe pasando o bien puede que se mantenga durante horas, incluso que se haga insoportable. ¿Debemos llamar a urgencias? ¿Podemos solucionarlo con algún tipo de pastilla o ejercicio?

Todo dependerá del origen del dolor de pecho o torácico, ya que algunas causas se pueden solventar con mayor o menor facilidad, pero otras pueden entrañar episodios graves de fallos cardiovasculares o pulmonares.

Dime cómo es tu dolor y te diré qué tienes

No todos los dolores de pecho son iguales, por lo que desde la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEME) se recomienda prestar especial atención a la sintomatología a la hora de decidir si buscar ayuda médica o no.

La SEME advierte que “la molestia o dolor torácico puede tener muchas causas, entre las que se encuentran crisis de angustia, problemas digestivos, dolores musculares, etc. pero también puede ser un síntoma de enfermedad grave que debe ser valorado de manera urgente”.

Esta asociación recomienda que si notamos “un dolor opresivo o con sensación de quemazón detrás del esternón y/o irradiado a cuello, brazos o espalda, con dificultad para respirar, sudoración o náuseas”, es necesario que nos realicen una valoración de urgencia.

No obstante, el tipo de dolor pude ser diferente e indicar otras causas. Así, la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) distingue distintos tipos de dolores.

Para la SEMG, “el dolor de origen cardíaco típico suele ser opresivo, localizado en el centro del pecho, que el paciente describe como si tuviera un peso o como si lo agarraran por dentro”. 

También destaca que puede irradiar al brazo izquierdo (o a ambos), cuello o mandíbula; y que “suele durar entre dos y quince minutos, pudiendo prolongarse en caso de infarto agudo de miocardio”. A su vez, lo asocia a otros síntomas como palidez, sudoración o mareos.

Por otro lado la SEMG distingue el dolor de origen pleurítico, relacionado con problemas pulmonares, que describe como “punzante, que suele localizarse a nivel costal (en ocasiones el paciente lo localiza a punta de dedo) y aumentar con la respiración o la tos”.

Seguidamente enumera el dolor de pecho de causa digestiva, que muchas veces es “indistinguible del dolor de causa cardiológica tanto por su localización como por su intensidad y los síntomas acompañantes”. Dichos síntomas son náuseas o sensación de plenitud gástrica.

También relaciona el mismo tipo de dolor con estados de ansiedad, si bien el dolor por causa digestiva suele durar más tiempo y no irradia al brazo, pero a veces, si contempla inflamación de la vesícula biliar o del páncreas, sí irradia a la espalda.

Por último, la SEMG cita el dolor de perfil osteomuscular, que depende de la zona de la pared torácica afectada y de la intensidad del traumatismo o el sobreesfuerzo realizado, aunque en la mayor parte de los casos se modifica con los movimientos y se reproduce con la palpación directa sobre la zona afectada.

¿Qué implica cada dolor?

Según la página de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, el dolor cardíaco puede ser causa de:

  • Ataque cardíaco por una obstrucción del flujo sanguíneo, a menudo de un coágulo, al músculo cardíaco.
  • Angina de pecho. Se trata de un dolor de pecho que tiene como causa un flujo insuficiente de sangre al corazón debido a la acumulación de placas gruesas en las paredes internas de las arterias que transportan la sangre al corazón. Si el dolor aumenta con la actividad física, posiblemente estemos en este escenario.
  • Rotura aórtica. Si las capas internas de este vaso sanguíneo se separan, la sangre se ve forzada a pasar entre las capas y puede provocar la rotura de la aorta.
  • Pericarditis. Esta enfermedad generalmente provoca un dolor punzante que empeora cuando se inhala o cuando se está acostado. Se trata de una inflamación de la membrana que rodea el corazón.

En cuanto a las causas digestivas, la página web de la Clínica Mayo enumera:

  • Acidez estomacal. Es un dolor intenso detrás del esternón que se produce cuando el ácido gástrico pasa del estómago al esófago, el tubo que conecta la garganta con el estómago. Suele ser prolongada y punzante y suele descender con la toma de un antiácido del grupo de los inhibidores de la bomba de protones.
  • Trastornos de deglución. Los trastornos del esófago, como gases que no logran salir por la garganta, pueden provocar dolores por presión.
  • Problemas en la vesícula biliar o en el páncreas. Los cálculos biliares o la inflamación de la misma o una pancreatitis pueden provocar un dolor abdominal que se extiende al pecho y también a la espalda.

Entre las causas musculares y articulares, la clínica Mayo cita:

  • Costocondritis. Cuando el cartílago de la caja torácica, especialmente el cartílago que une las costillas al esternón, se inflama y produce dolor.
  • Dolores musculares. Los dolores crónicos, como la fibromialgia, pueden causar un dolor de pecho persistente relacionado con los músculos.
  • Lesión en las costillas. Una costilla rota o con hematomas puede ocasionar dolor de pecho; en este caso al pulsar sobre la zona el dolor se hace mucho más agudo.

Entre las causas relacionadas con los pulmones, la clínica destaca:

  • Embolia pulmonar. Se trata de un coágulo sanguíneo que se atasca en una arteria de un pulmón y puede obstruir el flujo sanguíneo hacia el tejido del pulmón.
  • Inflamación de la membrana que recubre los pulmones. El dolor de pecho empeora cuando inhalamos o tosemos.
  • Colapso pulmonar. Puede durar horas y está relacionado con la falta de aire. Se produce cuando el aire se filtra en el espacio entre el pulmón y las costillas.
  • Hipertensión pulmonar. Es una presión arterial alta en las arterias de los pulmones que repercute en las arterias que transportan sangre a los pulmones.

La última causa puede ser un ataque de pánico o ansiedad. Ocurre cuando tenemos períodos de miedo intenso junto con dolor de pecho, latidos del corazón acelerados, respiración acelerada, sudoración abundante, falta de aire, náuseas, mareos y miedo a morir.

Cómo actuar si sospechamos de un problema vascular o pulmonar

La SEMES recomienda llamar al 112 para pedir ayuda a Urgencias, y mientras llega esta:

  • Mantener a la persona sentada y en un lugar tranquilo.
  • Aflojar cualquier prenda de vestir ajustada.
  • Preguntarle a la persona afectada si toma medicamentos para aliviar el dolor de pecho. En caso afirmativo indícale que se lo tome como en otras ocasiones.
  • Si la persona pierde el conocimiento y no respira, llamar de nuevo al 112 y comenzar la Reanimación Cardiopulmonar (RCP). Si no sabemos cómo hacerla, el personal sanitario que está al teléfono nos guiará.
  • Nunca debemos dejar a la persona sola, excepto para pedir ayuda si fuera necesario.
  • No permitamos tampoco que la persona niegue los síntomas y nos convenza de no solicitar la ayuda.
  • No le demos ningún medicamento a menos que lo tenga previamente recetado.
  • Tampoco le demos de comer ni beber abundante líquido.

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