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¿Anestesia eslovena hasta París?

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En el Giro de Italia del pasado mes de mayo ocurrió que, tras una excelsa etapa finalizada en Turín -Superga mediante- la carrera quedó congelada y se mantuvo sin apenas cambios hasta el final, con la importante excepción del desplome de Richard Carapaz el penúltimo día y el consiguiente triunfo para Jai Hindley, pero que tampoco fue fruto de un gran ataque lejano o una gran estrategia. Queda mucho Tour de Francia, dos de las tres semanas, pero el dominio de Tadej Pogačar parece haber anestesiado un tanto la carrera. ¿Será de verdad un monólogo hasta París?

Este viernes, la caravana ha llegado a la Super Planche des Belles Filles, un puerto ya más o menos clásico al que se le ha añadido un tramo final de lo que en italiano se conoce como 'sterrato'. Era el primer gran final en alto y el joven esloveno ha vencido por delante de quien parece llamado a ser no se sabe si la única alternativa o el eterno secundario del corredor del UAE, Jonas Vingegaard. Las diferencias han sido pequeñas -Enric Mas, séptimo, apenas se ha dejado 19 segundos más las bonificaciones y Romain Bardet parece a buen nivel- pero el dominio parece total.

Este sábado el pelotón ha probado el cuarto país en ocho días, Suiza. Es un país de tradición para este deporte: las multas se pagan religiosamente en francos suizos. La llegada a Lausanne -a la sede del COI- era un final en alto para clasicómanos y Wout van Aert ha repetido triunfo para el Jumbo-Visma. La etapa ha confirmado que su 'alter ego', Mathieu van der Poel, no ha llegado al Tour al menos en las mismas condiciones que al Giro. Lo llamativo de este final complicado pero no clave para la general es que Pogačar, de nuevo, ha hecho puesto de honor: entró tercero.

Y este domingo -jornada montañosa pero no una etapa candidata a ser la reina- ha llegado una fuga con corredores fuertes incrustados, como el propio vencedor, el luxemburgués Bob Jungels, del AG2R-Citroën. El francés Thibaut Pinot ya se ha empezado a asomar y un vasco y un madrileño, Jonathan Castroviejo y Carlos Verona -ganador de una etapa en Dauphiné en junio- quedaron segundo y tercero. El líder no ha sufrido.

Tras el descanso del lunes, la competición y la montaña regresan. Entretanto, ha brotado un nuevo rival que puede condicionarlo todo. Lleva el dorsal 19 y es el coronavirus. Como en la sociedad, los positivos -en COVID-19 y no en sustancias dopantes, que se sepa- se están multiplicando y pueden condicionar las alineaciones en un deporte sin cambios. Ha habido ya algunas bajas y vendrán más. Y eso que, al menos por lo que se por televisión, el uso de mascarillas está bastante cuidado entre los auxiliares que asisten a los ciclistas y entre ellos mismos antes y después de la carrera.

En el Giro de Italia del pasado mes de mayo ocurrió que, tras una excelsa etapa finalizada en Turín -Superga mediante- la carrera quedó congelada y se mantuvo sin apenas cambios hasta el final, con la importante excepción del desplome de Richard Carapaz el penúltimo día y el consiguiente triunfo para Jai Hindley, pero que tampoco fue fruto de un gran ataque lejano o una gran estrategia. Queda mucho Tour de Francia, dos de las tres semanas, pero el dominio de Tadej Pogačar parece haber anestesiado un tanto la carrera. ¿Será de verdad un monólogo hasta París?

Este viernes, la caravana ha llegado a la Super Planche des Belles Filles, un puerto ya más o menos clásico al que se le ha añadido un tramo final de lo que en italiano se conoce como 'sterrato'. Era el primer gran final en alto y el joven esloveno ha vencido por delante de quien parece llamado a ser no se sabe si la única alternativa o el eterno secundario del corredor del UAE, Jonas Vingegaard. Las diferencias han sido pequeñas -Enric Mas, séptimo, apenas se ha dejado 19 segundos más las bonificaciones y Romain Bardet parece a buen nivel- pero el dominio parece total.