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El Banco de Alimentos de Euskadi mantiene a 100.000 familias todos los meses

Imagen de la última recogida de comida por parte de voluntarios del Banco de Alimentos de Álava.

Eduardo Azumendi

100.000. Ese es el número redondo de familias vascas que todos los meses recurren a los tres bancos de alimentos de Euskadi (uno por territorio) para poder comer. En algunos casos, se trata de complementar la dieta con lo que proporcionan los bancos, pero en otros casos prácticamente es su único sustento. La profundidad y crudeza de la crisis ha llevado a que el número de usuarios de esta organización aumente cada año.

“Las 100.000 familias es un número real, ya cribado después de que los asistentes sociales de los ayuntamientos hayan filtrado las personas que más necesitan la comida”, explica Daniel Fernández, presidente de la Federación de Bancos de Alimentos de Euskadi y, a la vez, responsable del Banco de Alimentos de Álava. “Damos lo que nos dan. Pero no se puede olvidar de que se trata de una ayuda para que malamente algunos puedan pasar el mes”.

En 2008, los tres bancos de alimentos de Euskadi tenían 40.000 beneficiarios, pero en 2015 la cifra se ha disparado hasta las más de 100.000 familias. Los bancos de alimentos reciben comida mediante donaciones procedentes de varias fuentes: empresas alimentarias, cooperativas agrícolas, particulares, instituciones como la Unión Europea o ayuntamientos, colectas en grandes superficies y en colegios. Los alimentos se seleccionan en sus almacenes para repartirlos entre diferentes entidades, que van desde comedores sociales o casas de acogida –donde se preparan y son consumidos por los beneficiarios finales–; hasta asociaciones que entregan los paquetes a familias en dificultades. El Banco de Alimentos reparte cada 15 días la comida entre esas asociaciones. En total, se distribuyen siete kilos de comida por persona. “Hasta que no lo ves, no te das cuenta de la cruda realidad por la que están pasando algunas familias”, subraya Fernández.

Además de disparar la demanda de ayuda, ha cambiado de manera notable el perfil del perceptor. “En un principio destacaban los inmigrantes, pero en estos últimos años muchos han regresado a sus países. La demanda ha aumentado por los autóctonos”.

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