Bizkaia insiste en un modelo fiscal que no convence a Álava ni Gipuzkoa
Unai Rementaria ha vuelto a insistir este lunes en que el modelo en el que quiere basar la reforma fiscal de Bizkaia pasa por el sistema que ha ideado para la Hacienda foral la economista Mariana Mazzucato, catedrática de Economía en la University College de Londres (UCL). Pero este modelo, basado en un sistema de incentivos fiscales a las empresas según su grado de implicación en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, no acaba de convencer a Álava y Gipuzkoa, y sigue bloqueado desde principios de año en el Órgano de Coordinación Tributaria (OCT) sin conseguir el visto bueno del resto de las haciendas. “Nos toca ya elevarlo a norma foral”, ha señalado el diputado general de Bizkaia a modo de queja y dejando claro al resto de diputaciones que su propuesta de reforma pasa sí o sí por este modelo. El problema es que el Biscay Model, como lo ha denominado el equipo de Mazzucato, tiene implicaciones más allá de Hacienda vizcaína, y por lo tanto tiene que estar coordinada con el Gobierno vasco y las Haciendas de Álava y Gipuzkoa para poder ponerse en marcha.
Rementeria ha señalado que se habla continuamente de la reforma fiscal, pero “la reforma tiene que tener un por qué y un para qué”. Según ha afirmado , hasta ahora no se ha podido abordar, primero por la crisis de la pandemia, y después por la guerra en Ucrania, pero “Bizkaia tiene el trabajo hecho”, ha señalado en relación al proyecto que se ha desarrollado entre el departamento de Hacienda de la diputación y el equipo de Mazzucato.
La prestigiosa economista italiana impartió este lunes una conferencia en Bilbao invitada por la Diputación de foral y la Universidad de Deusto, acompañada de Kate Roll, otra integrante del equipo que ha elaborado el proyecto. Mazzucato, como Rementeria, está también a la espera de la luz verde política para ver su teoría aplicada a la práctica. El proyecto, en el que se lleva trabajando dos años y que ha retrasado el parón de la pandemia, es novedoso y está listo para “aplicarse”, dice. Se trataría de ligar todo el proceso fiscal a los Objetivos de Desarrollo Sostenible para impulsar fundamentalmente tres vías: el desarrollo demográfico, la lucha contra el cambio climático y la resiliencia económica, basada en la innovación y la implantación de nuevas tecnologías. Va más allá de incentivar con un tipo fijo de un impuesto un objetivo, ya que pretende establecer una serie de baremos, según los cuales, los incentivos serán más o menos, en función de su grado de implicación en dichos objetivos de desarrollo sostenible.
El problema es que, de momento, no es más que eso, un modelo, al que le falta -o al menos no se conoce- la concreción que se pide a un sistema fiscal, es decir, su traducción en números. Este modelo fiscal ligado a criterios de sostenibilidad se basa en la colaboración público-privada y en intentar usar la fiscalidad de forma eficiente. Mazzucato ha señalado durante su intervención: “Tenemos políticas fiscales estúpidas que recompensan el cortoplacismo”. Y ha abogado por entender la fiscalidad como un elemento de crear “valor y riqueza” transformando los incentivos en innovación.
Todo ello sin que las empresas tengan un exceso de beneficios, pero tampoco pretendiendo que no los tengan, que hagan “filantropía”. Es decir, con una búsqueda del equilibrio. Mazzucato ha puesto el ejemplo de la misión a la Luna. Un objetivo claro que era “ir y volver” en el que se involucraron muchas empresas privadas y el sector público para conseguirlo. “Hay que tener un objetivo claro y fuerte y trasladar ese objetivo a las empresas. Orientar hacia esa misión”, entiende. En este caso el desarrollo sostenible. Ni Mazzucato ni Roll ha aclarado si este modelo supondría más o menos impuestos.
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