Visionaria, creativa, escritora, investigadora. Expansiva, exploro ámbitos diversos y los traduzco en actividades de marketing y dinamización. Levanto piedras para encontrar nuevas especies y a veces, acabo metiendo la pata en su huella. Entre patrones, tacones, pasiones y fogones me muevo como pez en agua. La pluralidad en el gusto, mi bandera de maitines.
Piratas de la felicidad
Me lo dicen y no me lo creo. Que San Sebastián es una de las ciudades más felices del mundo ¡ja! Que si la comida, el proyecto de la capitalidad, las playas… A la altura de Dubai, la comparan en el National Geographic, ni más ni menos. Lo que hacen las apariencias…
Llego ya tarde al Olentzero pero los Reyes Magos no se me escapan. A Melchor le he pedido un poco menos de codicia, a ver si bajan los alquileres de los pisos, para que a los que trabajan de lunes a sábado, seis horas al día, por setecientos veinte euros, y después cuidan de sus familias, les llegue para el piso y para comer.
A Gaspar le pido menos avaricia, y que bajen los alquileres de los locales comerciales, para que la gente con iniciativa de esta ciudad, que son muchos (pero muchos de verdad) puedan iniciar sus actividades profesionales, y los que ya la tienen, la continúen, y San Sebastián pueda mantener su riqueza social y cultural, que viene también a través de la diversidad de las profesiones de sus habitantes.
A Baltasar, que es mi Rey preferido, le he pedido libertad, que desde hace un par de años, a medida que la crisis ha ido acuciando, he sentido ahogo, presión, depresión, y miedo en el entorno. Represión que impide que las cosas fluyan. Temor a la traición y la falta de responsabilidad de los demás. Depresión por no ver salida, por no encontrar la forma de sacar la cabeza en una sociedad que lo único que mantiene son las apariencias y la raya del ojo pintada porque, debajo, en realidad no hay más que unas aguas profundas sin fondo…
Así que me voy a tomar como un órdago a la grande lo de que San Sebastián es una de las ciudades más felices del mundo. Voy a hacer como dice la teoría esa de que, cuando repites mucho una mentira, al final te la acabas creyendo, y la conviertes en verdad.
Dan igual los parados, los pisos cerrados en el centro, tener la cesta de la compra más cara de la península por detrás de Barcelona… Da igual todo. Somos felices por naturaleza, como las personas que nacen en la más absoluta miseria y son poseedores de una felicidad indescriptible, que a mí siempre me genera ternura y envidia, y anhelo su secreto. Tal vez esta sea la ocasión. ¿No hay que tener un nuevo propósito para el año nuevo? ¿Qué tal ser felices a pesar de todo? Encontrar placer en un pera jugosa, en un café inesperado con un amigo, en un mensaje de ¿qué tal estás? que no esperabas, mirar la bahía con entusiasmo…
No creo que la felicidad esté en la comida, ni en el proyecto de la capitalidad, ni en nada por el estilo. Creo que la felicidad está en la actitud. En enfrentarse al fuego que arrasa un edificio con ánimo de salir adelante, en superar las inundaciones y los puentes rotos con el ánimo de construir algo mejor. Será que San Sebastián, como todas las ciudades costeras, esconde en el pecho unos puños que rabiosos se mantienen cerrados y luchan contra todo lo que llega. Porque por muchas perlas que se lleven colgadas al cuello, las ciudades de mar siempre han sido ciudades piratas: fuertes, bravías, y algo rebeldes.
No creo que San Sebastián sea una de las ciudades más felices del mundo, pero sí creo que esconde un alarido que la mantiene unida frente a las adversidades. Será que para este año tenemos que aferrarnos a él más fuerte que nunca, y fluir, como fluyen las ciudades de mar, en los días, frente al tiempo, frente a lo que llegue, al son de una canción que nos recuerda que somos gente de costa, alhajas con dientes, y que nos ayudará a tener un gran 2015. Que los Reyes nos traigan todo lo pedido. Feliz año.
Sobre este blog
Visionaria, creativa, escritora, investigadora. Expansiva, exploro ámbitos diversos y los traduzco en actividades de marketing y dinamización. Levanto piedras para encontrar nuevas especies y a veces, acabo metiendo la pata en su huella. Entre patrones, tacones, pasiones y fogones me muevo como pez en agua. La pluralidad en el gusto, mi bandera de maitines.
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