A pesar de que tiendo a quererme me cuesta definirme y decir lo que soy. Periodista, empresario, analista, abogado economista, politólogo, ... Me gustan poco las etiquetas pero me quedo con la de ciudadano activo y firme defensor de la libertad de prensa. He trabajado en la tele y en alguna revista, salgo de vez en cuando en la radio pero lo sitios donde más tiempo he trabajado han sido el Gobierno vasco y el diario El País. Lo que siempre he buscado en el trabajo es divertirme y que me dé para vivir.
Pactos contra natura
Ponga un politólogo en su vida. O mejor observe, mire y haga sus propios análisis. Una de las cosas más graciosas que he oído en los últimos tiempos a la derecha nacionalista vasca es que el pacto de legislatura que alumbró el Gobierno de Patxi López fue contra natura. El PNV es un partido maestro a la hora de colar eslóganes. Probablemente algo tenga que ver el control sociopolítico que ejerce sobre el país, y que tanto le dolió perder por culpa de aquel gobierno. Sin embargo, nunca han sido contra natura los pactos del PNV con Ezker Batua (la izquierda ‘casicomunista’ española), con la socialdemocracia española del PSOE, con el PP de aquel “caballero castellano” (en palabras de Xabier Arzalluz) que fuera presidente del Gobierno y de su partido, José María Aznar, o con la Batasuna vinculada a ETA. Seamos serios. Los pactos en democracia siempre son lícitos, pero puede que no siempre tengan sentido. Lo que desde luego no es lícito es llamarles contra natura en función de que no satisfagan los intereses de uno mismo.
Estamos en un escenario de pactos en Euskadi, en Navarra y en el conjunto de España. Todas las opciones son esclavas de su pasado y de sus palabras. Y todas deberían pensar que los pactos deben tener un sentido y un propósito, y no ser un mero intercambio de poltronas. Está claro que el partido más votado en Euskadi, el PNV, busca en el PSE-EE la estabilidad que necesita el lehendakari Iñigo Urkullu en el final de su legislatura y poder presentar un balance de gestión aceptable. Los socialistas buscan ser un partido de Gobierno y vertebrador, ampliar su poder y mostrar su cuota de responsabilidad, pero los motivos para gobernar con el PNV deben ser claros y, sobre todo, evaluables. Debe poder cuantificarse en resultados su participación en cualquier acuerdo de gobernabilidad.
Este sería el escenario principal, pero me asomo en Euskadi y Navarra, y dejo el resto de España para otra ocasión. No creo en los frentes que se unen solo con el fin de echar a otro, pero menos aún entre gentes tan diferentes que el acuerdo es surrealista. Me parece increíble un acuerdo entre PNV, Bildu, Irabazi, Hemen Gaude (Podemos) y PSE para arrebatar a Javier Maroto (PP) la Alcaldía de Vitoria. Todo es lícito, pero que alguien me explique si más allá de echar al regidor en funciones tienen algo en común. También me pregunto si el PNV aceptará los votos en Vitoria de su gran enemigo al que quieren echar de todas las instituciones, especialmente de Gipuzkoa, pero ya veremos.
Una reflexión similar me hago en Navarra. Es interesante oír a la candidata del PNV, bajo las siglas de Geroa Bai, Uxue Barkos, decir que Bilbao (en referencia al EBB) no decide en Navarra y compararlo con que decida Ferraz (en referencia a la Ejecutiva Federal del PSOE). ¿Es posible un Gobierno entre Izquierda Unida, Bildu, Geroa Bai, PSN, Podemos,…? Un todo contra UPN. No voy a entrar en si es o no contra natura, pero sí tendrá que explicar el PNV cómo es posible lo que ha definido como imposible en función del lugar.
En fin, el panorama es interesante y habrá que ver y observar. De lo que estoy seguro es que, como siempre, el PNV saldrá ganando porque tendrá quien conscientemente le haga una campaña de imagen a la medida.
Ponga un politólogo en su vida. O mejor observe, mire y haga sus propios análisis. Una de las cosas más graciosas que he oído en los últimos tiempos a la derecha nacionalista vasca es que el pacto de legislatura que alumbró el Gobierno de Patxi López fue contra natura. El PNV es un partido maestro a la hora de colar eslóganes. Probablemente algo tenga que ver el control sociopolítico que ejerce sobre el país, y que tanto le dolió perder por culpa de aquel gobierno. Sin embargo, nunca han sido contra natura los pactos del PNV con Ezker Batua (la izquierda ‘casicomunista’ española), con la socialdemocracia española del PSOE, con el PP de aquel “caballero castellano” (en palabras de Xabier Arzalluz) que fuera presidente del Gobierno y de su partido, José María Aznar, o con la Batasuna vinculada a ETA. Seamos serios. Los pactos en democracia siempre son lícitos, pero puede que no siempre tengan sentido. Lo que desde luego no es lícito es llamarles contra natura en función de que no satisfagan los intereses de uno mismo.
Estamos en un escenario de pactos en Euskadi, en Navarra y en el conjunto de España. Todas las opciones son esclavas de su pasado y de sus palabras. Y todas deberían pensar que los pactos deben tener un sentido y un propósito, y no ser un mero intercambio de poltronas. Está claro que el partido más votado en Euskadi, el PNV, busca en el PSE-EE la estabilidad que necesita el lehendakari Iñigo Urkullu en el final de su legislatura y poder presentar un balance de gestión aceptable. Los socialistas buscan ser un partido de Gobierno y vertebrador, ampliar su poder y mostrar su cuota de responsabilidad, pero los motivos para gobernar con el PNV deben ser claros y, sobre todo, evaluables. Debe poder cuantificarse en resultados su participación en cualquier acuerdo de gobernabilidad.