Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
La cal viva y la cara de Errejón
A Pablo Iglesias ya no le queda más remedio que ganar las elecciones de junio. No digo ganar al PSOE, digo exactamente ganar las elecciones y hacerlo, además, con una mayoría suficiente para que pueda formar gobierno sin contar para nada con los socialistas.
La especulación, tan deseada, de que el partido de Ferraz sufra la misma debacle que el PASOK griego (que de ser hegemónico pasó a contar con 13 escaños y menos de un 5% de los votos) ha dejado de ser ya una ensoñación para convertirse en la única posibilidad de que Pablo Iglesias y los suyos lleguen alguna vez al Gobierno. Y tendrá que ser sin contar con ninguno de esos hipotéticos 13 escaños de un PSOE supuestamente destruido.
Cierto es que ninguna batalla se pierde por un solo traspié, ni los aviones se estrellan por un solo fallo, pero siempre hay un error clave, una decisión equivocada, un cagada perfecta, puede que pequeña, pero desastrosamente oportuna que, sumada a todo lo demás, decanta el resultado hacia un desastre irreversible. Eso es lo que creo que pasó ayer cuando Iglesias dijo desde su escaño que Felipe González tenía las manos manchadas de cal viva, en alusión a uno de los episodios más negros de la historia reciente de España.
La actitud prepotente, de perdonavidas, llena de “soberbia intelectual” que venía manteniendo Pablo Iglesias hacia el PSOE, había logrado cabrear a muchos socialistas, significativamente a la dirección, aunque también a no pocos militantes.
La táctica obvia era reconocer a estos últimos una legitimidad y una honestidad de izquierdistas auténticos que se negaba a barones, baronesas y otros dirigentes. Eso fue, justamente, lo que saltó por los aires ayer. Es el peligro que tiene construir un discurso “patchwork”, como hizo Iglesias, tomaNdo retales de cualquier idea que se haya dicho alguna vez que suene a cosa izquierdista: que en medio del revuelto puedes llevarte a la boca alguna seta muy venenosa. Tal ha sido el caso.
Que ETA y sus subordinados utilizasen el repugnante GAL como coartada para seguir matando demócratas fue una de las cosas más innobles e indecentes que se han conocido. Además, para que aquel argumento tuviera peso fue imprescindible implicar a las autoridades y al entonces presidente González. Aquello que sonaba bien, que sonaba “rojo” y “revolucionario” en los pasillos de la Complutense sirvió al entorno de ETA para señalar como asesinos “virtuales” a todos los socialistas que a lo largo de años serían realmente asesinados por la banda. Eso no se ha olvidado en ninguna sede del PSOE, ni en Ferraz ni en Mondragón, ni en Portugalete, ni tampoco en Mérida, Sevilla, Valencia, Valladolid o la calle Nicaragua de Barcelona, que son los lugares donde se reúnen de verdad los socialistas y no en Twitter, como muchos creen.
Iglesias no solo ha roto los puentes con la dirección del PSOE sino que, lo que es peor, la ha hecho prisionera de la indignación de unos afiliados que posiblemente no le permitirán a Sánchez ningún pacto futuro con Podemos, a no ser que ese acuerdo lo contemple Pablo Iglesias sentado junto a Monedero desde la tribuna de invitados del próximo hemiciclo.
Cuentan que a Otegi le sorprendió la noticia del atentado de la T4 reunido con Jesús Eguiguren. La cara que pondría el líder nacionalista no sería entonces muy distinta a la que ayer le vimos a Errejón cuando escuchó a su líder lanzado, tirando por la borda el trabajo de zapa que durante tanto tiempo estaba haciendo Podemos hacia las bases socialistas. Era la cara de quien acaba de darse cuenta de que todo ha terminado.
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