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Un cambio de imagen que no soluciona los problemas

Patxi Nicolau

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Ayer conocimos la dimisión del señor Darpón, una dimisión necesaria e imprescindible para poder empezar a abordar el problema de las OPE en Osakidetza con un mínimo de transparencia. Para ESK, por desgracia, esta dimisión llega tarde. Desde hace más de nueve meses, este sindicato ha venido demandando actuaciones valientes por parte de las Consejería de Sanidad, de Osakidetza y del propio lehendakari.

Sin embargo, y desde el primer minuto en que se destapó el escándalo, lejos de asumir responsabilidades e iniciar una investigación seria, externa e imparcial, el señor Darpón se lanzó a tildarnos de poco menos que de delincuentes, personas sin escrúpulo que sólo buscábamos desprestigiar al Servicio Vasco de Salud difamando a sus profesionales, y nos emplazó a acudir a los tribunales, si es que teníamos algo que denunciar.

Pues bien, señor Darpón, ¿algo que añadir a lo que dijo? Porque parece que sí había algo que denunciar, parece que de las conclusiones de su propia investigación interna, la Fiscalía aprecia indicios de delito, imputa a tres personas, y tres directivos de Osakidetza, uno de ellos dimitido, se ven señalados como posible imputados. Por cierto, delitos que, no se sabe muy bien por qué, y a pesar de testimonios de personas que colaboraron con su investigación, usted no apreció. ¿Por qué será?

En el camino, se han caído una directora general de Osakidetza y su director de Recursos Humanos. Dimisiones que, a igual que la suya, señor Darpón, se producen sin una mínima explicación a la opinión pública; dimisiones que no abordan el problema sustancial en los procesos selectivos de Osakidetza, la existencia de un sistema clientelar y corrupto para asignar las plazas en determinadas especialidades médicas.

Su partida ha dejado desolado al lehendakari Urkullu y al presidente del EBB, señor Ortuzar: nunca han tenido mejor consejero. Pero sus logros, señor Darpón, están lejos de dotar a la ciudadanía de un sistema de Salud público y de calidad. Su herencia es la del intento de privatizar el hospital de Urduliz, intento frenado por el TSJPV, tras las denuncias de ESK; su herencia es un servicio de Emergencias, en el cual el 90% de las ambulancias que llevan el logotipo de Osakidetza están en manos privadas, con la consiguiente precarización de las plantillas y el servicio deficiente que dan a la ciudadanía; su herencia es financiar con fondo públicos a Kutxabank, mediante el convenio de colaboración con el Oncológico de Donostia, en vez de potenciar la asistencia en el hospital Donostia; su herencia ha sido desmantelar la Atención Primaria, consiguiendo que sus profesionales se pongan en pie de guerra, y no precisamente para demandar mejoras salariales; su herencia ha sido mantener los sobresueldos a la clase médica, mediante la autoconcertación, fomentando las horas extras y el gasto público. Y podría seguir: han sido muchos años bajo la política neoliberal del PNV.

La nueva consejera se enfrenta al reto de realizar las medidas necesarias e imprescindibles para dotar de transparencia y democratización a Osakidetza, o de seguir en esta línea continuista. ESK desconfía de que tome la primera vía; su currículo no nos da esperanzas. Cardióloga de profesión, jefa de servicio de Cardiología de Basurto, donde en esta OPE 3 personas sacaron 100 puntos, los tres de Basurto, habiendo sólo tres plazas ofertadas. No son buenos inicios para la necesaria regeneración dentro del Departamento, para ESK, sólo se ha producido un cambio de imagen que no soluciona los problemas reales en Osakidetza.

*Patxi Nicolau es delegado de ESK en Osakidetza

Ayer conocimos la dimisión del señor Darpón, una dimisión necesaria e imprescindible para poder empezar a abordar el problema de las OPE en Osakidetza con un mínimo de transparencia. Para ESK, por desgracia, esta dimisión llega tarde. Desde hace más de nueve meses, este sindicato ha venido demandando actuaciones valientes por parte de las Consejería de Sanidad, de Osakidetza y del propio lehendakari.

Sin embargo, y desde el primer minuto en que se destapó el escándalo, lejos de asumir responsabilidades e iniciar una investigación seria, externa e imparcial, el señor Darpón se lanzó a tildarnos de poco menos que de delincuentes, personas sin escrúpulo que sólo buscábamos desprestigiar al Servicio Vasco de Salud difamando a sus profesionales, y nos emplazó a acudir a los tribunales, si es que teníamos algo que denunciar.