Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Catástrofe
La bárbara frialdad de las estadísticas que contabilizan los muchísimos asesinatos cometidos en Gaza por las tropas israelíes y en Ucrania por las tropas rusas confirma una verdad tan amarga como cierta: el hombre durante las últimas décadas ha conseguido desarrollar la astro física, la cirugía, el teléfono móvil, la inteligencia artificial y la robótica, pero este progreso tecnológico no esta en consonancia con su progreso moral. El hombre no ha conseguido librarse de su primitivo salvajismo.
El progreso histórico ha dotado al hombre de una nueva identidad, la identidad tecnológica, pero no le ha librado de su primitivo salvajismo. La revolución tecnológica ha acelerado el tiempo, ha facilitado los trámites burocráticos, ha generalizado la información, ha divulgado el conocimiento y ha sustituido el cortejo amoroso por el solitario narcisismo, pero nos ha hecho prisioneros. Ya solo somos personas que dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a contemplar pantallas, hablar con máquinas y a pulsar teclas en nuestros móviles o en nuestros ordenadores, para propagar por el universo digital, como si no fuéramos otra cosa que antenas repetidoras, las ocurrencias, las mentiras, los disparates o las imágenes de los dulces gatitos que habitan en ese hipnótico universo paralelo, vulgarmente conocido como mundo virtual.
Pero los misiles que destrozan niños, mujeres y ancianos, tanto en Gaza como en Ucrania, no habitan tan solo en ese mundo virtual que contemplamos en las pantallas mientras masticamos la hamburguesa nuestro de cada día, sino que son una consecuencia del progreso tecnológico, además de confirmar la pervivencia de nuestro primitivo salvajismo con su monótona destrucción de hospitales, escuelas, poblaciones y seres humanos. Las guerras son un negocio. Lo mismo que la cría de cerdos, el periodismo, la prostitución, el turismo, la medicina natural o el fútbol.
La cría de cerdos, por ejemplo, requiere de fango sobre el que revolcarse, al igual que buena parte del periodismo que se practica en estos tiempos, del mismo modo que la industria armamentística requiere de conflictos con los que alimentarse.. El origen de estos conflictos casi siempre se deriva de una catástrofe moral: la muerte de la compasión humana. Esta muerte suele ser el primer síntoma mediante el cual una nación o una sociedad, liderada por un dirigente político falto de compasión humana, termina precipitándose en la barbarie.
En la historia de la humanidad sobran ejemplos. Ni siquiera es necesario mencionar a Hitler, Stalin, Franco o Genghis Khan. También hay sujetos de esta calaña en nuestro tiempo. Los dioses quieran que nosotros tengamos la fortuna, cuando no la sabiduría, de librarnos de estos líderes políticos que pueden conducirnos de nuevo a la catástrofe moral de deshumanizar a nuestros semejantes mediante la ignorancia, el odio, el oscurantismo y la estupidez generalizada.
Sobre este blog
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