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Gipuzkoa necesita un cambio de modelo

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La crisis de la COVID-19 y, sobre todo, la respuesta que han dado la Unión Europea y sus Estados supone un punto de inflexión importante en la historia europea. Si bien es cierto que en ningún caso se trata de un giro radical, sí que supone un cambio de paradigma respecto a la forma en la que se responde a las crisis económicas en un mundo globalizado. En esta ocasión, las políticas públicas europeas se han dirigido hacia el aumento del gasto, dejando atrás la época de la austeridad y el recorte que tuvo su máximo exponente tras la crisis económica de 2008. Este cambio de paradigma, este giro desde lo neoliberal hacia políticas neokeynesianas, supone una oportunidad para quienes creemos que lo público ha de ser la garantía de la democracia económica para nuestras sociedades.

Hemos observado que no todas las administraciones responden de igual forma al cambio de paradigma, ni todos los partidos políticos. La derecha en el Estado no acepta que se estén acabando los tiempos del neoliberalismo. Mientras Europa copia medidas del Gobierno de coalición del Estado, como el tope al precio del gas o el impuesto a las grandes corporaciones, algunos las califican de forma despectiva como medidas “ideológicas”, “populistas” o “podemitas”. El cambio de paradigma ha pillado con el pie cambiado a las derechas que más impregnadas estaban por la ideología neoliberal. Para ellos, la economía contenía dogmas que eran imperturbables y ahora les cuesta asumir que existen alternativas reales al neoliberalismo.

En este sentido, en Euskadi se sigue sin asumir algunas de las políticas neokeynesianas de expansión del gasto. Ya no podemos presumir de la mejor Sanidad pública y, según el informe FOESSA, la desigualdad sigue aumentando en nuestro país. El Ararteko, en el día internacional para la erradicación de la pobreza, pidió “cambios estructurales profundos para evitar que las diferencias sociales aumenten”, y es aquí donde nuestras competencias se pueden poner a trabajar para el conjunto de los y las vascas. Euskadi cuenta con competencias fiscales suficientes como para fortalecer la capacidad económica de nuestras administraciones, del sector público. Según Íñigo Fernández de Mesa, representante del Instituto de Estudios Económicos y vicepresidente de la CEOE, Euskadi es la segunda comunidad autónoma con menor presión fiscal, lo cual implica que Euskadi está compitiendo con Isabel Díaz Ayuso en tener los impuestos más bajos.

De hecho, en cuestión fiscal, hemos visto cómo el PNV, junto al PDeCAT, conseguía descafeinar el impuesto a las energéticas que salió desde el Gobierno de coalición y luego trató de excluir a Repsol de dicho impuesto. En un principio, parecía que al PNV le interesaba saber si nuestras Haciendas forales iban a tener alguna competencia sobre el nuevo gravamen. Sin embargo, ha quedado demostrado que el debate ocultaba la defensa de una fiscalidad baja a las grandes empresas. Euskadi no se puede permitir seguir siendo un país con una fiscalidad fácil para los grandes, toca poner nuestra presión en la media europea y dejar de competir con Díaz Ayuso por tener los impuestos más bajos de España para los ricos.

Gracias a la competencia fiscal, Euskadi puede contar con ingresos propios que pueden reforzar nuestro sistema social. Los nuevos tiempos implican políticas expansivas y cambios estructurales, y aquí nuestras diputaciones tienen mucho que decir. Debemos mejorar el modelo de protección social vasco y colocarlo a la vanguardia de la protección social del Estado; toca dejar atrás las políticas públicas basadas en la colaboración público-privada en los sectores de los que depende el bienestar social de nuestras ciudadanas.

Hemos de dar un giro de 180 grados respecto a la gestión privada de las residencias y de otros servicios básicos para la protección social. Nuestra capacidad fiscal puede revertir favorablemente en la publicación de servicios sociales básicos para nuestra ciudadanía. A nuestras instituciones les toca asegurar un modelo de residencias de gestión 100% pública que mejore la atención individualizada, genere espacios parecidos a los de un hogar, mejore las ratios de atención al usuario y cuente con profesionales en condiciones de empleo dignas para el cuidado de personas mayores. El reto es aún más urgente después de pasar la COVID-19 y ver su impacto en las residencias de mayores. Nos toca poner la protección social y el derecho a envejecer en condiciones dignas en el centro de las políticas públicas, y dejar atrás las dinámicas neoliberales que dejaban la responsabilidad de los cuidados en manos privadas que supeditan la calidad del servicio a sus ganancias económicas.

Otra de las cuestiones que han cambiado en nuestra sociedad es la forma en la que vemos la lucha por la igualdad. El feminismo se ha puesto en la agenda desde hace varios años, y el reto de nuestras instituciones es convertir la lucha feminista en derechos para todas y para todos. Gipuzkoa, como el resto de territorios del Estado, cuenta aún con prácticas y costumbres claramente machistas que debemos señalar y transformar, para que todos los derechos recogidos en el marco jurídico y legal lleguen a todos los niveles y podamos hablar de una igualdad real y efectiva en la sociedad vasca.

Desterrar de nuestras sociedad los machismos estructurales es un reto global, y nosotras, aquí, hemos de ser capaces de ofrecer una mirada feminista al conjunto de políticas que se desarrollan, de forma interseccional y transversalizando la igualdad a todos los ámbitos de actuación de la administración pública. No es algo sencillo, y además cuenta con la resistencia de sectores poderosos, como demuestra la reacción ante las políticas del Ministerio de Igualdad, pero nos toca ser capaces de llegar donde antes no se había conseguido llegar, empujar para ganar y ganar para hacer realidad cada uno de los derechos conquistados por la lucha feminista. La voluntad política no es relatar lo que harías desde una tribuna, sino generar las condiciones necesarias para acceder a espacios de poder institucionales que te permitan llevar a cabo las políticas que relatas.

Nadie pensó que sería posible que el PSE-EE dejase de gobernar con el PNV en Irún, pero sucedió. Y conformamos un Gobierno de coalición siguiendo la estela del Gobierno estatal, gracias al cual hemos desempolvado proyectos culturales; hemos avanzado en ámbitos urbanísticos degradados y estancados desde hace décadas. Hemos aumentado el parque de vivienda pública en régimen de alquiler y puesto en marcha proyectos que garantizarán que el parque siga creciendo en los próximos años; hemos dado forma y llenado de contenido al servicio de igualdad municipal, además de dotarlo de un nuevo equipamiento, la Casa de las Mujeres, y generar sinergias con el movimiento feminista y con la red educativa; hemos dado estabilidad a la ciudadanía y al tejido empresarial del municipio; y un largo etcétera.

Nadie creyó hace un par de años que en Irún llegásemos a ver a representantes de cuatro de los cinco grupos municipales en el recibimiento al Alarde Público igualitario, y menos aún que se le entregaría la bandera de la ciudad en nombre del Gobierno municipal, y así lo hicimos. Tuve el honor de ser la primera delegada de Igualdad municipal en entregar el símbolo de la ciudad al Alarde Igualitario, además de conseguir que en el recibimiento estuviéramos representantes de ambos partidos del Gobierno local, y una representación del PNV. ¡Algo inédito! Más allá de las resistencias hemos sido capaces de demostrar que se pueden institucionalizar los cambios sociales que ya están en nuestra ciudadanía.

La ciudadanía guipuzcoana cada vez está más concienciada con la lucha contra el cambio climático y es necesario avanzar de forma decidida en la transición ecológica para lograr un modelo de territorio más sostenible medioambiental y energéticamente. Los necesarios avances en la penetración de las renovables deben ir acompañados de una defensa a ultranza del medio ambiente, de la biodiversidad guipuzcoana, de sus montes y ecosistemas. Asimismo, no podemos dejar abandonado a su suerte al sector primario ante la falta de políticas que refuercen la producción de alimentos saludables locales y su comercialización local.

Esta apuesta está muy ligada a un modelo que fomente un mayor equilibrio territorial desde el impulso de los servicios básicos en todas las zonas de Gipuzkoa. Así, es necesario fomentar la movilidad sostenible entre pueblos e implantar un transporte público con más servicios y a precio asequible, impulsando la intermodalidad, lo que permitirá reducir la entrada de coches contaminantes en las ciudades.

No sólo hace falta alguien que lo diga, sino voluntad política para crear las condiciones que puedan llevar a derechos lo que dices. Tenemos que aprovechar el cambio de paradigma para ahondar en la democracia económica, social y de igualdad que una mayoría de nuestra sociedad demanda.

La crisis de la COVID-19 y, sobre todo, la respuesta que han dado la Unión Europea y sus Estados supone un punto de inflexión importante en la historia europea. Si bien es cierto que en ningún caso se trata de un giro radical, sí que supone un cambio de paradigma respecto a la forma en la que se responde a las crisis económicas en un mundo globalizado. En esta ocasión, las políticas públicas europeas se han dirigido hacia el aumento del gasto, dejando atrás la época de la austeridad y el recorte que tuvo su máximo exponente tras la crisis económica de 2008. Este cambio de paradigma, este giro desde lo neoliberal hacia políticas neokeynesianas, supone una oportunidad para quienes creemos que lo público ha de ser la garantía de la democracia económica para nuestras sociedades.

Hemos observado que no todas las administraciones responden de igual forma al cambio de paradigma, ni todos los partidos políticos. La derecha en el Estado no acepta que se estén acabando los tiempos del neoliberalismo. Mientras Europa copia medidas del Gobierno de coalición del Estado, como el tope al precio del gas o el impuesto a las grandes corporaciones, algunos las califican de forma despectiva como medidas “ideológicas”, “populistas” o “podemitas”. El cambio de paradigma ha pillado con el pie cambiado a las derechas que más impregnadas estaban por la ideología neoliberal. Para ellos, la economía contenía dogmas que eran imperturbables y ahora les cuesta asumir que existen alternativas reales al neoliberalismo.