“Estoy embarazada de tu hermano”, le dijo una chica a la lingüista Silvia Rivera al poco de llegar a Pitesti, ciudad a la que fue a vivir para aprender rumano. Corría el año 2009 y para Rivera, que nunca había visto telenovelas en su Costa Rica natal, esta frase fue el punto de partida para ir descubriendo el impacto que los culebrones latinoamericanos han tenido en la difusión del español en Rumanía.
Estos seriales entraron en los países excomunistas de Europa del Este en los años noventa y, todavía hoy, llenan horas y horas de franjas de emisiones de ficción en la televisión rumana. En este país se emiten en español, con subtítulos en rumano. Esto, sumado a que ambas son lenguas romances y tienen ciertas similitudes, ha llevado a que algunos de los rumanos que las ven se hayan convertido en hablantes, casi inconscientes, de español.
“Nunca he tomado clases de español, todos mis conocimientos vienen de las telenovelas, aunque siempre se me han dado bien los idiomas, así que supongo que eso ha ayudado”, afirma Ionut Geana, profesor asociado de la Facultad de Letras en la Universidad de Bucarest. Geana cuenta a Archiletras que empezó a verlas regularmente en su adolescencia, a principios de los noventa, cuando empezaron a emitirse en el único canal que había en la recién estrenada Rumanía poscomunista.
Las telenovelas ofrecían la posibilidad de ver la vida y los sentimientos de otras personas, gran aliciente para una población que salía de una época oscura. “Me encantaban los momentos de suspense, el vestuario, las relaciones familiares retorcidas. Eran una ventana a un mundo del que no sabía casi nada”, asegura Geana.
Este joven profesor rumano recuerda que la mayoría de los profesores les decían que dejaran de verlas, que no aportaban nada, pero que a él no le importaba: “A mí me encantaba el idioma. Repetía palabras y expresiones, las usaba con amigos y enemigos durante charlas y discusiones. Me hacían sentir especial, ya que, en mi generación, solo estudiábamos francés e inglés en la escuela”.
Interesada y sorprendida por el fenómeno, Silvia Rivera aprovechó la etapa vivida en Rumanía para investigar sobre el tema. A raíz de esto, publicó en 2016 el artículo “¿Aprender español de las telenovelas? Un aporte desde la perspectiva de receptores rumanos”. Tras realizar una pequeña muestra con población rumana, extrajo que la mayoría de las personas a las que encuestó había aprendido español con ellas y que lo había hecho “sin darse cuenta, de manera involuntaria o inconsciente, al ver episodios frecuentemente”.
“No se enteran de que están aprendiendo hasta descubrirlo en una situación social en la que requieren la lengua”, explica Rivera. En este sentido, la costarricense recuerda entre risas las conversaciones que tenían sus compañeras rumanas en la residencia donde vivió: “Era muy divertido porque, cuando querían discutir, lo hacían en español latino, con expresiones sacadas de las telenovelas”.
Culebrones de provecho
“Cállate la boca, ahorita ya”, “fuera de aquí”, “no quiero verte nunca más en mi vida” son parte del vocabulario iniciático de Ionut Geana, derivado de las escenas de alta tensión propias de los culebrones y que confirman ir en la línea de lo que escuchaba Rivera desde su habitación.
Geana indica que también solía cantar todos los temas de apertura y que sus favoritos eran los de la mexicana Caminos cruzados, “si bien la reina de los culebrones en Rumanía ha sido Marimar, protagonizada por la actriz y cantante Thalía. Tal era su afición, que el profesor confiesa que llegó a escribirle una carta en español a la popular artista mexicana, pero que su ortografía le daba demasiada vergüenza y nunca llegó a enviársela.
Más allá de anécdotas divertidas, el trabajo realizado por Rivera revela que el español que ha aprendido la población rumana con los culebrones ha sido de gran provecho para encontrar trabajo o para entablar una conversación práctica al viajar a algún país hispanohablante. Lo corrobora Geana: “Durante los tres años que viví en Estados Unidos, el español me ha ayudado mucho. Además, al visitar España en varias ocasiones y una vez México, la barrera del idioma nunca ha sido un problema. Asimismo, como lingüista, siempre tengo el español en mente cuando trabajo en lingüística románica”.
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