Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
“Este…”…Iglesias
Pocas veces un adjetivo demostrativo, -según costaba en mis libros escolares-, alcanza su genuino significado como en las palabras del candidato socialista a la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo. Y bien que me alegro de lo anunciado por el candidato toda vez que vivimos un tiempo de incertidumbre, de falsas expectativas y, sobre todo, de ambigüedades. Pero Gabilondo ha sido tajante: “Yo digo no a Podemos: en este clima de confrontación, de extremismo… Yo no quiero eso, sinceramente…Me intranquilizaría que alguien, en un planteamiento extremista y radical formara parte del gobierno…Prefiero, con este Iglesias, no”. La contundencia de las afirmaciones de Gabilondo resultan tan sopesadas como razonadas… No caben otras palabras de alguien como él: intelectual, demócrata, comprometido con la convivencia y certero en el diagnóstico, y también con las terapias que se deben aplicar.
¿Imagina alguien a Gabilondo “cambiando impresiones” con Pablo Iglesias (Turrión, que no Pose)? A mí me cuesta mucho porque, dejando a un lado el contenido, bastarán los semblantes de uno y otro, las palabras utilizadas por cada cual y el tono de las voces, para interpretar a Gabilondo como alguien cercano, favorable a la complicidad, y a PI como un intransigente de verbo agresivo, y tantas veces hiriente, capaz de utilizar argumentos que constituyan amenazas más que explicaciones, e incluso de agredir con las palabras y el semblante. Si a ello añadimos el tono de voz que usa frecuentemente, y el descaro con que gesticula ante quienes únicamente le exponen dudas o le presentan propuestas, tendremos la película definitiva de alguien demasiado orgulloso, que se considera infalible y hace gala en exceso de una autoridad moral que aún no se ha ganado.
Me permito formular una pregunta: ¿es, acaso, menos altanero (y por tanto más humilde) Pablo Iglesias (Turrión, que no Pose), que la candidata del PP, la señora Ayuso? Tal para cual…
Siempre me dio la impresión de que el hecho de llegar a ostentar una Vicepresidencia del Gobierno del Estado le amoldaría a las condiciones y virtudes que deberían acompañarle: rectitud, respeto, confianza, templanza, compromiso, diálogo, democracia, etc…, pero su presencia en el Gobierno es, y ha sido, una fuente de disputas tan gratuitas como absurdas, probablemente porque, si no es en terreno embarrado, tiene muchas dificultades para moverse con éxito. Un excompañero suyo, Ramón Espinar, le comparó con el flautista de Hamelin: “(como el flautista) tiene la habilidad de poner a todo el mundo a bailar en la dirección que él quiere…ha creado la épica de la batalla contra Ayuso librándose de la imagen del chalet de Galapagar”. Así ha sido, Galapagar constituye, y constituyó, un torreón al que acudían algunos exaltados a recordarle que aquello no tenía nada que ver con lo que había predicado, pero él convirtió los hechos protagonizados por los vocingleros en argumentos favorables a su delirio de grandeza. De modo que las palabras de Gabilondo, rechazando su “idoneidad” para integrar el Gobierno de Madrid son idóneas y atinadas. Me permito formular una pregunta: ¿es, acaso, menos altanero (y por tanto más humilde) Pablo Iglesias (Turrión, que no Pose), que la candidata del PP, la señora Ayuso? Tal para cual…
Los pasos que ha dado PI desde que fueron anunciadas las Elecciones en Madrid no dejan dudas. No confía en su formación UPodemos ni en quienes la integran. Por si fuera poco, ha venido asistiendo a la desintegración de su partido, del que han ido descolgándose miembros fundadores que siempre se mostraron como valiosos (Errejón, Espinar, Bescansa, etc…) después de abandonar UPodemos. Y en ese descarado afán por desembarazarse de sus contrincantes, él ha atizado en todos los frentes, a derecha e izquierda, para mostrar su preeminencia.
Mientras tanto el Gobierno va a ganar solvencia y seriedad cuando Yolanda Díaz, -comunista y, esta sí, de izquierdas-, sustituya a Pablo Iglesias y sea colocada Nadia Calviño en un lugar superior al que ocupa actualmente. Pedro Sánchez se sentirá mejor, y más seguro, liberado de la altanería y la infalibilidad impostada de Pablo Iglesias (Turrión, que no Pose).
Nota:
Un asiduo lector de cuanto escribo me ha preguntado por qué razón repito insistentemente lo de “Turrión, que no Pose”, y yo le he dicho bien claramente que no quiero permitir que Pablo Iglesias Turrión, con solo omitir su segundo apellido, pueda llegar a “suplantar” a Don Pablo Iglesias Pose.
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