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El peligro de no confrontar
Estos días estamos escuchando muchas cosas referidas a la migración, términos que se repiten constantemente en boca de dirigentes políticos y medios de comunicación: contratación en origen, migración circular, irregular, ilegal, el efecto llamada, etc. Creo que lo justo para tener un debate medianamente serio en relación a las migraciones, es que se esclarezcan primero los términos de los que estamos hablando, porque tengo la sensación de que todo vale y, por supuesto y esto no es una sensación, todos mienten.
Vamos con el Partido Popular: escuchando atentamente las declaraciones del señor Feijoó y de su dirigente en Euskadi, el señor De Andrés, podemos concluir que al PP no le preocupa en absoluto la cuestión de alentar con sus discursos a las extremas derechas; es más, podemos afirmar que son ya ideológicamente la extrema derecha. Es curioso que, en mitad de la discusión sobre el fenómeno migratorio y los modelos de acogida, el PP desvíe el tema hacia el cuestionamiento de las prestaciones sociales, hacia el cuestionamiento de la RGI y afirme que existe por ello el “efecto llamada”. ¿Por qué relaciona el PP el tema de la migración con la RGI? No es cierto que sea una prestación que cobren en mayor medida las personas migrantes, no es cierto que se dé la prestación nada más llegar a Euskadi, ni que sea una prestación exenta de compromisos ni de controles. Tampoco es cierto que desaliente al empleo ni que fomente una sociedad de vagos y maleantes.
Lo que sí es cierto es que es un derecho para todas las personas en Euskadi, que nos iguala como sociedad, que garantiza condiciones mínimas para una vida digna y que elimina desigualdades.
¿Por qué esa inquina del PP con la RGI? ¿Por qué mienten con los datos y relacionan estas prestaciones con las personas migrantes? Lo que el Partido Popular no puede soportar es que haya garantía de derechos sociales, porque la derecha siempre hace política pensando en su gente, y las que tienen que cobrar una prestación como la RGI no son su gente. Da igual migrantes, da igual gitanos o payos, no son ni serán su gente. Se empeñan en hacerte creer que es una ayuda específica para personas migrantes, o que se les da con más facilidad. Que sólo por el mero hecho de venir tienen más derechos que tú, pero eso no es verdad.
Meterse en una patera, debajo de un camión o saltar la valla de Melilla dejando atrás tu casa y tu familia para buscar un futuro mejor no le concede más derechos a ninguna persona migrante en este país, ni en ninguno de Europa, de hecho los quita. Las personas que migran no tendrán jamás más facilidades para alquilar una vivienda, ni tendrán nunca más facilidades que una persona blanca nacional para acceder a un puesto de trabajo con contrato, de entrada porque una vez en España comienza la pesadilla de los 3 años que la Ley de Extranjería exige de permanencia en el territorio de forma irregular, sin papeles pero empadronada, que tienen que acreditar para poder iniciar los trámites de una tarjeta de residencia. La gente que migra a este país jamás tendrá más beneficios fiscales, ni más facilidades para montar una empresa, ni lo tendrá más fácil para criar a sus hijos e hijas.
El PP miente a destajo con los datos, los migrantes en nuestro país aportan más a las arcas del estado de lo que reciben en ayudas. ¿Y sabéis quien sí tiene más derechos que el resto? La gente rica, la gente poderosa, la gente para la que hace política el Partido Popular.
Dijo Feijó hace unos días: “es irresponsable alentar un efecto llamada en la peor crisis de migración irregular. Quien venga, contrato en origen y carta de cumplimiento de nuestras leyes.
El efecto llamada - término que hace referencia a que las políticas de un país pueden alentar a personas a migrar para ser beneficiarias de las políticas de ese país- no existe, mienten de nuevo. A lo largo de los años los cambios de color en los gobiernos han demostrado que este efecto llamada no existe, que las migraciones se deben a muchas causas coyunturales, sociales, económicas, familiares… El único efecto llamada real y palpable es el que ha generado en las empresas el dumping fiscal de la Comunidad de Madrid gobernada por el PP, donde los beneficios fiscales a las empresas los están pagando caro los servicios públicos.
Sobre los contratos en origen y la migración regulada me encantaría decirle al señor Feijoó, aunque ya lo sabe, que esto es más falso que las monedas de chocolate. ¿Somos conscientes de que la gente de un país como, por ejemplo, Marruecos no puede salir del país montando en un avión? ¿Somos conscientes de que nosotras podemos comprarnos un vuelo directo a Nador por 40 euros pero un marroquí no puede viajar a España si no acredita tener dinero, visado y carta de invitación? Eso si consiguen una cita para tramitarlo todo. Es una fantasía hablar en términos de equidistancia con un continente que saqueamos desde Europa. Es cínico hablar de algo que no existe y más aún cuando se está en una posición de poder y superioridad. Es cinismo puro no ver la profunda injusticia que es el hecho de que la gente blanca, desde Europa, podamos movernos a cualquier parte del mundo con total libertad de movimiento, pero desde otros países del continente africano no. Nosotros sí y ellos no, ¿por qué? ¿Por qué los europeos tenemos ese derecho a la movilidad y ellos no? ¿Quiénes somos para decidir con total impunidad que tras saquear otros continentes aquí nadie es bienvenido? ¿Quiénes somos para deportar masivamente a personas a países de los que quizás no proceden violando sistemáticamente los derechos humanos?
Me gustaría analizar también, en relación a los contratos en origen, unas palabras del Partido Socialista. ¿De qué va eso de la migración regulada y circular que proponen? Porque a mi me suena mal, muy mal, me suena a usar la mano de obra sin dar ciudadanía ni derechos, me suena a lo que ya sucede por el bloqueo que genera la Ley de Extranjería. Personas trabajando en B, con infrasueldos, en condiciones de precariedad, de explotación, de subordinación, pero sosteniendo el país (sosteniendo entre otras cosas los cuidados). La migración circular es básicamente usar mano de obra extranjera cuando el país lo necesite, es de tener más cara que espalda, es una propuesta que no contempla los derechos humanos ni las causas de raíz de la migración en los países de orígen. Y, por supuesto, es una medida que no va a garantizar los derechos laborales de las personas que vienen a trabajar, porque esto ya sucede con las temporeras, que no es nuevo.
Y ahí está la socialdemocracia de Sánchez entrando en el marco utilitarista de las migraciones. Qué peligro que la socialdemocracia compre el marco y el relato de la extrema derecha; un peligro testado por cierto porque ya hemos visto lo que ha pasado en Alemania. Sabemos por experiencia reciente que los beneficiados cuando se legitiman y adoptan los discursos racistas, contra la migración y agitadores del ambiente en pro de las deportaciones masivas, son los fascistas.
Este será el peligro de no confrontar. El peligro de dar alas al discurso del odio, al marco racista de la extrema derecha. Que gana el odio, ganan quienes nos quieren enfadadas, enfrentadas y saben bien generar problemas para luego señalar culpables.
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