Blogs Opinión y blogs

Sobre este blog

Referéndum en Cataluña: ser o estar

A los nacionalistas catalanes no les basta con 'ser', quieren 'estar'. Se trata de dos conceptos que a veces se confunden, o se usan indistintamente, pero que no deben ser equiparados. No les basta con ser catalanes, con sentirse y saberse a sí mismos catalanes; no les bastan sus modos íntimos de pensar, ni el amor y entrega a sus lugares o hábitats, ni esa especie de ensimismamiento que les embarga cuando hablan de un modo determinado, -su idioma-, incluso en lugares donde ese idioma no es oficial, ni el recurso a su propia Historia, previamente pasada por el tamiz que la libera de influencias foráneas, ajenas y perversas.

Ahora quieren 'estar': quieren tener un 'estado', para pertenecer a él y para que les pertenezca a ellos. Bien saben que el 'Estado' que reclaman es otra cosa pero, al fin y al cabo, quieren 'estar', porque los nacionalistas, como humanos que son, también sufren carencias importantes, la más importante es que no están muy seguros de que son, de qué son, de por qué son lo que son y, al final, de que su forma de ser sea inmejorable. No importa que haya señales inequívocas de que no son perfectos porque de lo que se trata es de ser independientes, de ser dueños de su destino aún admitiendo que su camino lleva a un abismo. A última hora siempre será 'su' abismo, caerán en él y morirán en el fondo del abismo, pero serán 'su' fondo y 'su' abismo los que se conviertan en 'su' cementerio.

Los nacionalistas catalanes quieren preguntar a todos los catalanes, nacionalistas o no nacionalistas, si quieren pasar a la fase del 'estar' en lugar del 'ser'. Ellos saben que hay muchas formas de 'ser' catalán, todas válidas y admisibles, como ha quedado demostrado a lo largo de los tiempos. Sin embargo, hay muy pocas formas de 'estar', en el caso catalán solo han encontrado dos: Estado y Estado independiente. Se puede ser catalán, y muy auténtico, sin grandes aspavientos, sin esfuerzos desmesurados e incluso sin tener que alardear a todas las horas. Pero el nacionalismo exacerbado que ha anidado en los líderes catalanes de ese sector nacional-ista les lleva más allá, a la delimitación del territorio y a la regulación exclusiva de las formas de vivir de quienes compartirán ese territorio.

En realidad, detrás de la imagen de los patrocinadores de la consulta soberanista hay mucha inseguridad, que influirá en sus vidas, como humanos que son. Sí, puede ser que algunos de ellos pregonen que a sus ideologías les mueven impulsos humanistas, pero les falta impulso humano, que es parecido pero no es igual. Necesitan 'estar' porque no están seguros de que son. Necesitan marcar el terreno que les pertenece porque se sienten más seguros en un territorio de su propiedad. Sí, es un asunto de propiedad suya, que no están dispuestos a compartir por demasiados. Una vez que ostenten su título de propiedad y conformen el 'estado', cuando ya no necesiten esforzarse para 'ser' porque 'sean todos los que están', entonces volverán a transfigurarse en las 'fieras humanas' que compiten entre sí, que sobreviven, que dejan de ser a los ojos de los otros conforme empiezan a insinuarles a sus vecinos que sufren y que necesitan ayuda, es decir, que dependen unos de los otros.

Y entonces, precisamente entonces, ese 'estado' dejará de ser una institución protectora de los más necesitados. Entonces las autoridades 'estarán' en sus posesiones pero ya habrán dejado todo en manos del 'mercado', siempre dependiente, siempre interdependiente. ¿Qué extraño virus hace que izquierdas y derechas, capitalistas a ultranza y socialistas teóricos, coincidan en la búsqueda y seguimiento de una misma estrella, y les produce amnesia ideológica, y les aletarga su razón y condición humanas?

A los nacionalistas catalanes no les basta con 'ser', quieren 'estar'. Se trata de dos conceptos que a veces se confunden, o se usan indistintamente, pero que no deben ser equiparados. No les basta con ser catalanes, con sentirse y saberse a sí mismos catalanes; no les bastan sus modos íntimos de pensar, ni el amor y entrega a sus lugares o hábitats, ni esa especie de ensimismamiento que les embarga cuando hablan de un modo determinado, -su idioma-, incluso en lugares donde ese idioma no es oficial, ni el recurso a su propia Historia, previamente pasada por el tamiz que la libera de influencias foráneas, ajenas y perversas.

Ahora quieren 'estar': quieren tener un 'estado', para pertenecer a él y para que les pertenezca a ellos. Bien saben que el 'Estado' que reclaman es otra cosa pero, al fin y al cabo, quieren 'estar', porque los nacionalistas, como humanos que son, también sufren carencias importantes, la más importante es que no están muy seguros de que son, de qué son, de por qué son lo que son y, al final, de que su forma de ser sea inmejorable. No importa que haya señales inequívocas de que no son perfectos porque de lo que se trata es de ser independientes, de ser dueños de su destino aún admitiendo que su camino lleva a un abismo. A última hora siempre será 'su' abismo, caerán en él y morirán en el fondo del abismo, pero serán 'su' fondo y 'su' abismo los que se conviertan en 'su' cementerio.