¡Viva la república!

En un año maldito –basta observar las cifras del paro en este 2013-, abril puede ser un buen mes. De hecho, es un síntoma (pequeñito, pero síntoma) el que estos días se ensanche el camino del pluralismo porque una nueva voz en nuestro panorama inmediato puede ser escuchada. Es un buen dato que nazca un proyecto informativo cuando mueren cada día – ¡asesinados¡- cientos de puestos de trabajo en el sector de la comunicación.

Precisamente en abril constituye una esperanza conocer que cada día más ciudadanos rechazan la idea de un poder hereditario. Supone un alivio constatar que muy pocos se muerden hoy la lengua a la hora de reconocer su desencanto ante una monarquía moribunda.

También en abril se hace patente que la ciudadanía se asquea ante el repugnante vicio de la avaricia practicado por una gente que se pregona muy principal. Y queda a la vista, con mucha claridad, que ya no hay aguante para soportar a falsificadores, mentirosos y trileros de cualquier ralea.

Casualidad o no, el estreno de “eldiarionorte” justo en abril puede decirnos algo. No olvidemos que el día 14 se recordó en Eibar que hace 82 años, este municipio guipuzcoano fue el primero de España en proclamar la II República. A su teniente alcalde, el socialista Juan de los Toyos, le cupo el honor de dar la buena nueva a sus vecinos. Y cuentan que fue hacia las 6 de la mañana cuando se izó la bandera tricolor en la balconada municipal.

La memoria nos habla, pues, de un canto republicano, y el día a día, de un debate pendiente con muchas y fuertes resistencias. Porque una de las preguntas que hoy está en el ambiente es bien sencilla: ¿Monarquía o república?

Hace apenas unos días, también en abril, leía una reflexión que merece la pena ser atendida. Su autor, el catedrático de Historia Contemporánea Julián Casanova, apuntaba en un oportuno artículo que la “nueva cultura cívica y participativa puede, y debe alejarse del marco institucional monárquico y retomar la mejor tradición del ideal republicano. Hacer política sin oligarcas ni corruptos, recuperar el interés por la gestión de los servicios comunes y por los asuntos públicos. En eso consiste la república”.

Es un punto de partida también en abril de 2013. Puede ser un interesante modo de arrancar. De todas formas, más bien parece que la política se ocupa hoy en atender otras urgencias, o debiera ocuparse en atenderlas, pero no conviene olvidar que la ciudadanía está interesada en que ese melón se abra de una vez con naturalidad, con prudencia, con mesura, sin inconfesables intereses, con honestidad… Pero que se abra.

Por ello y aunque sea a modo de provocación, me gusta decir eso de ¡Viva la república¡“ (suena bien, ¿no?). En abril. Pero también en mayo, en junio, en ….

En un año maldito –basta observar las cifras del paro en este 2013-, abril puede ser un buen mes. De hecho, es un síntoma (pequeñito, pero síntoma) el que estos días se ensanche el camino del pluralismo porque una nueva voz en nuestro panorama inmediato puede ser escuchada. Es un buen dato que nazca un proyecto informativo cuando mueren cada día – ¡asesinados¡- cientos de puestos de trabajo en el sector de la comunicación.

Precisamente en abril constituye una esperanza conocer que cada día más ciudadanos rechazan la idea de un poder hereditario. Supone un alivio constatar que muy pocos se muerden hoy la lengua a la hora de reconocer su desencanto ante una monarquía moribunda.