Zurdos en el Athletic

Teniendo como certeza que el fútbol es el único material sólido con el que habitualmente nos desenvolvemos digamos hoy, por decir algo relacionado con esta religión, que los zurdos en el Athletic, a no ser que te llames Balenciaga o Amorebieta, suelen ser la elegancia; la elegancia desprovista de toda retórica sudamericana y todo hieratismo centroeuropeo. El primer zurdo al que asístí como espectador fué Txetxu Rojo. No había entonces nada comparable en el fútbol nacional en cuanto a elegancia se refiere: lineal, esbelto, histriónico, con dotes para la comedia neorrealista italiana y dispuesto siempre a colocar el balón donde un rematador cualquiera lo necesitara. No muy reconocido por la prensa deportiva madrileña, su carrera deportiva, al margen de sus esporádicas presencias en la seleccion nacional de Kubala, discurrió entre desbordes, cambios de ritmo, disputas barriobajeras con Gorriti, tetrales discusiones con la grada de San Mamés, centros parabólicos a la testa de Carlos Ruiz, - centros de una altura ajustada, precisa, milimétrica - y, como no, también de algunas, tal vez demasiadas, desapariciones repentinas en los campos de fútbol más embarrados o más conflictivos.

Habiéndose retirado Javier Clemente tras una grave lesión, zurdo también de amplios recursos técnicos, muy británico en su trato con la pelota, más de Bobby Charlton que de Overath, por ejemplo, le sucedió a Rojo en el puesto de extremo izquierdo Argote; Estanislao Argote, un acordeonista tímido, lacónico, sobrio, de modales pausados, mirada campestre, largas piernas de saltador de altura australiano y poseedor de una zurda concreta, determinante, sin adornos ni piruetas, sin fuegos de artificio ni otros imprevistos zapateados. Con él, formando trío atacante junto a Dani y Sarabia, con las puntuales aportaciones de Endika y Noriega, el Athletic consiguió, a comienzos de la década de los ochenta del siglo pasado, los últimos títulos ligueros

Tras muchos años sin un zurdo de personalidad definida ya que Sarabia, extraordinario jugador, era más ambidiestro que un zurdo propiamente dicho, apareció, de pronto, Francisco Javier Yeste, un joven desafiante, muy dado a los cambios de peinado, a las visitas a los locales nocturnos más concurridos de la ciudad y a las declaraciones desafortunadas, - con el cerebro, sospecho, todavía sin ajustar tan haberlo empapado con el agua de la ducha -, que había ganado un Campeonato Mundial de Selecciones Nacionales de Fútbol sub 20 junto a ilustres como Casillas, Xavi, Orbaiz, Gabri, etcétera, etcétera... Yeste fue intermitente pero elegante; lento pero de amplia zancada; magistral tanto en su visión de juego como en sus remates a puerta, autor de goles que aún se recuerdan debido a su incontestable belleza, pero también fue infantil, caprichoso, indolente y sobre todo poseedor de una personalidad variable, discutidora, conflictiva... Una vez retirado este, el Athletic no ha disfrutado, durante los últimos años, de zurdo alguno que pudiera añadirse a esta lista, echándose mucho de menos, tanto por los técnicos como los espectadores, la cualidades que poseían los ejemplares anteriormente citados.

Tal vez por esto, los últimos y breves minutos de que ha dispuesto Aketxe en el primer equipo de Valverde, hayan hecho renacer las esperanzas de que los aficionados podamos contemplar de nuevo las correrías de otro zurdo legendario sobre el cuidado césped del Nuevo San Mamés. Pronto es para averiguarlo pero, bueno, el tiempo nos dirá si la elegancia futbolística ha de resucitarla en el Athletic este interior izquierda o tendremos que seguir conformándonos con la suficiencia anodina de Laporte y con esa oscura, extraña y difícil manera que tiene de tratar a un balón de fútbol el también zurdo Mikel Balenziaga.