El Gobierno vasco ve un posible delito de odio en la denuncia falsa de una excandidata de Vox contra magrebíes
El consejero de Seguridad y vicelehendakari, Josu Erkoreka, ha explicado este miércoles en unas jornadas contra los prejuicios hacia el islam que la simulación de unos hechos para tratar de criminalizar a un colectivo puede ser considerado también como un delito de odio. Era una velada referencia a un caso real ocurrido en Vitoria, el de la denuncia de una joven que fue candidata de Vox en 2015 contra un supuesto grupo de cuatro menores extranjeros de origen magrebí por una presunta agresión. La investigación de la Ertzaintza comprobó que tal grupo no existía y ha denunciado ante un juzgado a esta mujer por “simulación de delito”. El matiz no es menor. El Código Penal prevé para la simulación de delito una pena exclusivamente económica, una multa de seis a doce meses, ya que no llega a ser denuncia falsa porque no se imputan hechos concretos a personas concretas. Sin embargo, los delitos de odio sí acarrean una pena de prisión que puede ser hasta de cuatro años, lo que comporta el ingreso efectivo en la cárcel. Y el contexto tampoco es casual: mañana Vox defenderá en el Parlamento Vasco vetar la llegada de menores extranjeros desde Canarias al creer, entre otras cosas, que serán delincuentes o entrarán en EH Bildu.
Erkoreka ha realizado estas consideraciones en el foro 'Desmontando prejuicios sobre el Islam' organizado por la Ertzaintza en Bilbao. En su intervención, ha mostrado su preocupación por el incremento de los delitos de odio y, en particular, contra los registrados contra la comunidad musulmana, de unos 75.000 integrantes y ni mucho menos todos magrebíes, ya que los hay autóctonos, de otras partes de África o de otras procedencias, como Pakistán. Eso sí, ha matizado que el hecho de que haya más casos responde también a una mayor concienciación para denunciarlos y a una mejor formación de los cuerpos policiales para catalogar diferentes sucesos como tales.
“La principal causa de los delitos de odio que año tras año se registran, muy por delante de las demás, es el racismo y xenofobia”, ha aseverado el titular de Seguridad, que ha añadido que “en lo que va de 2021 los delitos de odio basados en motivos racistas han aumentado del 48% al 55%, más de siete puntos, y los específicamente tocantes a la comunidad musulmana, del 25% al 32%”. En concreto, los datos aportados por Seguridad son los que siguen: “En el año 2020, de los 241 delitos de odio registrados por la Ertzaintza, 117 estuvieron vinculados con el racismo y xenofobia (48,5% del total). De esas 117 denuncias, 29 estuvieron vinculadas a la comunidad árabe o musulmana (24,7% sobre el total de delitos de odio relacionados con el racismo y xenofobia). De enero a octubre de 2021, de los 219 delitos registrados por la Ertzaintza en los diez primeros meses del año, 122 denuncias están vinculadas con el racismo y xenofobia (55,7% del total). De esas 122 denuncias, 39 se han debido a delitos relacionados con la comunidad árabe o musulmana (31,9% sobre el total de delitos de odio relacionados con el racismo y xenofobia)”.
“Urge un esfuerzo colectivo, valiente y proactivo para desmontar prejuicios”, ha enfatizado Erkoreka, quien ha asegurado -apoyándose en jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos- que “prohibir el discurso del odio no significa menoscabar la libertad de expresión”, que “incluye el derecho a la crítica” pero de manera “absoluta”. Es más, ha insistido en que hay una delgada línea entre los mensajes de odio por “ignorancia” o “prejuicios” y su utilización posterior para alentar a la violencia o para practicarla. Ha pedido cortar “de raíz” esa “cadena”.
Antes de Erkoreka ha intervenido el jefe de la Oficina Central de Inteligencia de la Ertzaintza, la denominación actual de los servicios de información (en el pasado AVCS, UIA o DAI) y que tiene como uno de sus principales cometidos la lucha contra el yihadismo. En un tono diferente al del consejero, ha indicado que “quienes acaban de llegar tienen que cumplir con el marco normativo de la sociedad de acogida”, aunque ha añadido que “no por ello tienen que renunciar a su acervo” cultural, idiomático o religioso. Ha indicado que en el proceso de llegada de migrantes “uno de los protagonistas ha sido el colectivo magrebí, el cual ha venido acompañado de su religión, el islam”. Y ha añadido que “entre las peculiaridades de esta comunidad religiosa destacan algunos elementos fenotípicos evidentes que visibilizan de una manera muy explícita a un gran número de sus practicantes”. Considera igualmente que la “precariedad” que sufren muchas personas extranjeras “en ocasiones degenera en delincuencia” y que esa “espiral” deriva en generalizaciones hacia todo el colectivo. “Es obligación de todos nosotros revertir esta situación”, ha emplazado uno de los principales mandos de la Ertzaintza.
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