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El Artium se despeina con Rimbaud

Txema G. Crespo / Txema G. Crespo

Vitoria-Gasteiz —

Se viene estableciendo desde hace decenios que con Rimbaud se inaugura ese nuevo momento de la Historia del Arte del que bebieron y beben las vanguardias hasta nuestros días, desde que hace siglo y medio escribió aquello de que “el poeta debe hacerse vidente a través de un razonado desarreglo de los sentidos”. En efecto, la creación, en su caso poética, se hace revolucionaria en cuanto que rompe con la mirada establecida, con la norma y genera nuevas miradas, entre otros ámbitos, al propio discurso artístico. De esa inquietud díscola, rebelde, de ese “razonado desarreglo”, nace precisamente “El desarreglo. El curioso caso del arte despeinado”, la última revisión a la colección permanente del Artium, que se podrá disfrutar hasta el próximo 31 de agosto en la sala Sur del Centro-Museo de Arte Contemporáneo del Pais Vasco, en Vitoria.

El director del Artium, Daniel Castillejo, ha sido también el encargado de comisariar esta muestra, integrada por 26 obras, dominadas por su monumentalidad, muchas veces conceptual. Decía Rimbaud que se trata de “registrar lo inefable” y para ello “es precisa una alquimia verbal que, nacida de una alucinación de los sentidos, se exprese como alucinación de las palabras”. En el caso de “El desarreglo”, la característica aglutinadora de esta selección de obras de la colección permanente del Artium se centra en que parten de una “destructura” (neologismo que ha utilizado Castillejo en la presentación de la exposición).

Así es, la muestra se establece desde la destrucción conceptual de estructuras, como es la obra de referencia '(P)Punto de vista' del dúo CVA (formado por Juan Luis Moraza y Marisa Fernández), en la que se presentan una innumerable cantidad de fragmentos de marcos, de los utilizados tradicionalmente para contener lienzos, de distinta forma y dimensión. Moraza y Fernández abordan en ella una reflexión sobre el arte en sí y sobre sus límites, tomando como punto de partida los trozos de madera que marcan los límites de la pintura. La instalación ocupa el ala izquierda de la Sala en una disposición aparentemente caótica y desordenada que sugiere en cualquier caso un alto contenido poético.

Pero también desde el cuestionamiento de mitos, desde la ironía, por ejemplo, con la obra de Joan Brossa, 'Intermedi', una de las joyas de esta colección, donde sendas ametralladoras sustituyen a los instrumentos en una instalación que semeja un concierto de un trío de violines. O con la obra 'Qué tan leal es un perro hambriento' del mexicano Moris, una instalación que se exhibe por primera vez en España, procedente del depósito que el coleccionista Juan Manuel Bonet mantiene en Artium, y que se interroga con ácido humor sobre las bases del poder en México.

La exposición se presenta en un inmenso espacio de 1.500 m2, por el que se reparten estas complejas creaciones en lo que, según el director del museo, es una distribución de “baja intensidad”, que busca adentrar al visitante en “una sala enorme, sin barreras arquitectónicas (…) Un contexto intencionadamente desaliñado en el que se extienden en un inmenso mar unos cuantos objetos dispuestos a hablar y a ser interpelados”.

Asimismo, “El desarreglo” recupera, más de diez años después, una monumental obra del artista catalán Perejaume, 'Cambra-cambril', realizada por este con ocasión de su exposición en Artium, 'Retrotábula'. Se trata de una pieza de casi siete metros de altura, un muro cilíndrico que Perejaume construyó sobre la cima rocosa de un monte en el parque natural de Urkiola y que después trasladó, el relieve impreso en su cara inferior, a la sala de exposición. De nuevo en referencia al mundo del arte, la pieza es una suerte de sala de museo circular, con una sola puerta de entrada, que el artista levanta primero en la naturaleza y que después traslada al museo: alejada de su origen, sin posibilidad de equilibrio, la pieza descansa inclinada y frágil sobre el suelo.

Con la presencia de esta gran pieza, Daniel Castillejo dispone este “mar de objetos” en el que se aprecian, además de las citadas, vídeos proyectados en gran pantalla como el de Pilar Albarracín ('She-wolf', 2006) o el de Cristina Lucas ('Habla', 2008); instalaciones como las de Txomin Badiola ('LM & SP (un hombre de poca moral y algo de persuasión)', 1998), Eva Lootz ('Nudos', 1992), Fernando Sánchez Castillo ('Perspectiva ciudadana', 2004) o Pepo Salazar ('Biziak 2', 2009); esculturas como la de Cristina Iglesias ('Sin título (Hojas de eucaliptos)', 1994), Susana Solano ('Mort d’Isolda', 1987), Paco San Miguel ('Serie de columnas modulares', 1986) o Elena Mendizábal ('Mujer-perro', 2007); y pinturas como la de Ángela de la Cruz ('Stuck', 2004).

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