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¿Por qué el cuidado de familiares es la única salida laboral para las mujeres inmigrantes?

La externalización de parte de las tareas tradicionalmente adjudicadas a las familias ha otorgado un papel protagonista a las mujeres migradas desde países extracomunitarios a la Unión Europea, sobre todo cuando dichas tareas están relacionadas con el cuidado de personas dependientes en los hogares y el servicio doméstico. Lo que se conoce como crisis de los cuidados y su mercantilización ha sido el motor de la feminización de los procesos migratorios, impulsados a partir de las oportunidades laborales que ofrecen los países de destino.

Pero, ¿por qué se les ofrece esta profesión como única salida? “Porque el de los cuidados es un sector laboral precario y difícil de cubrir en su variante domiciliaria. La atención a personas dependientes continúa manteniendo su carácter invisible, femenino, precario y poco dignificado y profesionalizado, quedando relegado a los grupos de población con menos recursos. Y esa población, hoy por hoy, está representada por las mujeres de origen extranjero, situación que conforma la triple discriminación de la ‘mujer migrante trabajadora’”. Esa es la conclusión de Julia Nogueira y Joseba Zalakain, que la han dejado plasmada en el trabajo de investigación La discriminación múltiple de las mujeres inmigrantes trabajadoras en servicios domésticos y de cuidado en Euskadi.

El número de empleos en el servicio doméstico en Euskadi ronda en la actualidad los 30.000. Aunque no está claro que se haya incrementado en el largo plazo, resulta evidente que durante la actual crisis económica el servicio doméstico ha crecido en mucha mayor medida que el conjunto de la ocupación masculina y femenina. El servicio doméstico y de cuidado está claramente feminizado. Las mujeres representan el 95% de todas las personas ocupadas en este sector. El número de mujeres inmigrantes ocupadas en el sector del servicio doméstico asciende a 13.000 y 15.000 en 2013, un 40% más que en 2009. “El sector de los cuidados en los domicilios en prácticamente la única posibilidad laboral que tienen parte de las mujeres migradas”, recalcan los autores del trabajo.

Aunque es cierto que las mujeres inmigrantes son las principales ocupantes de los puestos de trabajo del cuidado a personas dependientes, lo son mientras las actividades se practiquen en los domicilios y bajo la contratación particular por parte de las familias. En el caso de los servicios formales de cuidado, como los servicios extradomiciliarios con y sin alojamiento y los servicios domésticos que proporcionan las empresas y la administración, la presencia de mujeres autóctonas es más elevada. “Esta situación denota que no solo el resto de ocupaciones tienen un veto para parte de las mujeres de origen extranjero, sino que las secciones más reguladas de las actividades de cuidado también se encuentran restringidas para ellas”, subraya el trabajo.

Bajos salarios

Bajos salariosLos relatos de asociaciones vinculadas a la inmigración femenina dibujan un perfil bastante concreto de la trabajadora doméstica: Madres – solteras, casadas con maridos en paro, víctimas de malos tratos…– cada vez más jóvenes y sin trabajo, que abandonan sus países ante la imposibilidad de acceso al mercado laboral. “Existe un nutrido grupo de mujeres que han emprendido su viaje solas, ante la imposibilidad de acceder a unos recursos económicos suficientes para su propio mantenimiento y el de sus familias y descendencia, que dejan al cuidado de otras mujeres, y que acuden en este caso a Euskadi para ejercer tareas de cuidado a ‘otras’ personas dependientes”. Es lo que se conoce como cadenas globales de cuidado, compuestas por “eslabones transnacionales y femeninos, que perpetúan los condicionamientos sociales de género, etnia y clase social, y que se considera el perverso fenómeno que mejor representa a la migración femenina vinculada a los cuidados domésticos”.

En general, el empleo en el sector doméstico está afectado por los bajos salarios, ya que más de la mitad de la población ocupada en este ámbito de actividad (53%) obtienen una remuneración inferior al 75% del salario medio. Sin embargo, los salarios precarios no afectan a todas las mujeres cuidadoras por igual. “Esta desigualdad salarial no se va a reflejar tanto en las diferencias entre extranjera y autóctona, sino en la modalidad de empleo interno-externo o en la mediación a través de una empresa o negociado directamente con la familia. De hecho, cuantitativamente hablando, las mujeres migradas tendrían un nivel salarial superior al de las autóctonas: 630,9 euros frente a 585,3”.