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Encuestas, ¿la nueva ‘democracia’ de la opinión pública?

Las encuestas afinan para prededir los resultados electorales.

Eduardo Azumendi

“Un encuesta hecha con rigor permite entender y anticipar los procesos de cambio que están viviendo nuestras sociedades”. Así lo cree Braulio Gómez, director técnico del Deusto Barómetro. Las encuestas de todo tipo, pero especialmente las electorales y políticas, ocupan ya un lugar central en nuestras vidas. Nunca en la historia democrática de España, las encuestas habían sido más amplificadas, debatidas, analizadas y desmenuzadas. Ángel o demonio, se han convertido en la ‘democracia de la opinión pública’. Sobre todo, en un año en el que las citas electorales se van a suceder sin solución de continuidad.

Pero, ¿por qué está amplificación? Hay tres motivos objetivos que explican este fenómeno, según Gómez. Por un lado, “la explosión política de las redes sociales, sobre todo twitter y el nuevo periodismo de datos que caracteriza a los nuevos medios digitales”. En segundo lugar, el desembarco de los politólogos como plataformas de información autónomas al servicio de los ciudadanos. “Gracias a blogs como Politikon, Piedras de Papel o Agenda Pública, podemos descubrir cada semana un dato nuevo y relevante, por ejemplo, sobre los posibles votantes de Podemos”. Y por último y más importante, las encuestas políticas están generando su propio espacio de interés porque “están anunciando un cambio político que rompe completamente el reparto de poder político que había caracterizado los últimos 30 años a la democracia española.

Para Jonatan García, miembro del equipo del Euskobarometro, el momento actual es el de mayor presencia de estudios demoscópicos en todos los ámbitos. “Incluso programas de televisión, ‘realities’,… solicitan a su audiencia la participación en encuestas, sondeos, etc sobre temas puntuales. Las nuevas tecnologías han permitido que este recurso este presente en una gran amplitud de ámbitos. ¿Significa ello que todo vale? Pues no. Hay que distinguir entre las diferentes encuestas o estudios demoscópicos. Siempre se debe tener claro que una encuesta nos da la opinión respecto de un tema en un momento puntual”.

Al director del Deusto Barómetro le cuesta considerar a las encuestas como la ‘democracia’ de la opinión pública. “En el Sur de Europa es el peor momento para hablar de democracia de la opinión pública, ya que los gobiernos han venido haciendo exactamente lo contrario que lo que demandaban la mayoría de los ciudadanos, según las encuestas”. Mientras, Jonatan García, entiende que “quizas hoy, mas que nunca, la opinión de la ciudadanía esta presente y, por lo tanto, puede ser utilizada por la clase política u otros agentes públicos”. Sin embargo, no cree que sea correcto hablar de la ‘democracia’ de la opinión publica.  “La opinión y el voto en ocasiones no tienen motivo por el cual ir asociados; se puede opinar de una manera y, posteriormente, votar otra opción como consecuencia de la situación social, política, económica,….No debería gobernarse sin tener en consideración la opinión ciudadana, pero tampoco todas las decisiones pueden fundarse sobre ella, hay mas factores a tener presentes. A lo que añadiría la necesidad de una buena formación a la hora de ‘leer’ los datos”.

Pero,  ¿realmente reflejan las encuestas lo que la sociedad opina?. “Si están hechas con rigor son un termómetro preciso que nos permite entender y anticipar los procesos de cambio que están viviendo nuestras sociedades”, destaca García. Para el integrante del Euskobarometro, una encuesta bien realizada (tamaño y  distribución de la muestra correcta, un cuestionario bien planificado, metodología de recogida de datos fiable,…) reflejaría la opinión de la sociedad de “dicho momento”. Ello no tiene que significar que sea 100% así ya que “siempre tienen cabida pequeños ‘errores’: respuestas gamberras, el no sabe /no contesta, respuestas socialmente correctas…”. Por eso, siempre existe un margen de error con el que siempre se juega y que, “claramente, debe mostrarse para poder interpretar los resultados.  Por ejemplo, no se debería decir que un partido evoluciona un punto respecto del anterior sondeo (o darle tanta importancia a ello) si tenemos un margen de error del 3%, 4%,… porque realmente el resultado puede ser que está consolidado”.

¿En qué encuestas creer?

¿En qué encuestas creer?Y otra pregunta que siempre ronda al hablar de las encuestas es ¿en cuáles creer? ¿Lo único que sirve para creer en ellas es contrastar sus pronósticos con los resultados finales? Para el director del DeustoBarómetro, hay que creer en las encuestas transparentes, en las que presentan la ficha técnica, en las que permitan acceder a los microdatos para que cualquiera pueda replicar un análisis. En definitiva, “en las que los responsables tienen prestigio y reputación dentro de la profesión. En las que no intentan vender productos que no están en condiciones de ofrecer, como proyección de escaños con muestras provinciales diminutas. Y una cosa es creer en las encuestas y otra es creer en la preparación de la intención de voto”. Y como ejemplo pone las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). “Son las mejores que se realizan en España, pero me cuesta trabajo en estos momentos creer en la cocina de la intención de voto. Por la sencilla razón que hay un partido nuevo, que no se presentó a las elecciones de 2011, con posibilidad de ganar las elecciones. Eso dificulta sobre manera las predicciones sobre ese porcentaje altísimo de ciudadanos que no dice a qué partido va a votar en las encuestas. Si los pronósticos del CIS fallan, yo seguiré diciendo que hacen las mejores encuestas pero que no han acertado con la cocina”.

Para García, más que contrastar los pronósticos y resultados finales, se deben contrastar fichas técnicas, metodologías. “De este modo podemos saber la ‘calidad’ del estudio”.   

Aunque las encuestas tienen funciones analíticas e informativas, en algunas ocasiones los partidos políticos y los medios de comunicación pueden darles un uso equivocado. “Los partidos políticos”, indica Braulio Gómez, “intentan utilizarlas para mejorar su posición en la carrera electoral y los medios de comunicación también buscan una interpretación de los datos que refuerce su línea editorial”. ¿Esto es legítimo? “Es legítimo e incluso saludable en un contexto de pluralismo político e informativo. Deja de ser saludable cuando tratan a los ciudadanos como tontos. Medios de comunicación que redactan preguntas diseñadas para sesgar tendenciosamente las respuestas o partidos políticos minusvalorando o exaltando la capacidad predictiva de las encuestas en función de cómo sale de bonito en cada momento demoscópico”.

Entre los posibles usos equivocados, a menudo las encuestas se han convertido en arma arrojadiza entre los políticos. “Llegado el momento”, apunta García, “cualquier cuestión puede suponer arma arrojadiza; incluso cuestiones personales. Si no gustan los datos, siempre resulta fácil matar al mensajero”.

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