El juicio por el caso de Fátima y su hijo Salman, detenidos en el barrio San Francisco de Bilbao el pasado 29 de marzo de 2020 –y que ha tenido lugar este miércoles en el Juzgado de lo Penal número 3 de Bilbao–, ha comenzado con un vídeo como prueba principal de lo sucedido y algunas incógnitas que despejar: ¿Hubo abuso policial por parte de los agentes de la Ertzaintza que los detuvieron, como denuncian la asociación SOS Racismo y colectivos vecinales? ¿Fueron justificados los golpes que uno de los agentes propinó a Fátima durante la intervención policial? ¿Madre e hijo suponían una amenaza real o su detención fue fruto del “exceso policial” que se denunciaba en dicho barrio durante el confinamiento sobre todo contra la población racializada, teniendo en cuenta que se trata de personas de origen magrebí?
A lo largo de la mañana han testificado, uno a uno, la propia Fátima, como acusada de un delito de atentado contra la autoridad y de dos delitos de lesiones, al haber golpeado supuestamente a uno de los agentes en el momento de su detención; su hijo, por haber sido testigo de lo ocurrido; dos vecinas, la autora del vídeo y otra que presenció los hechos desde su ventana; un perito aportado por la defensa de Fátima para dar fe de que el vídeo no estaba manipulado; así como los cuatro agentes de la Ertzaintza que participaron en la detención: el que la detuvo, que ha declarado como demandante y los tres que participaron junto con él en la intervención, como testigos del suceso. También se ha reproducido el vídeo de más de 8 minutos de duración en el que se presencia lo ocurrido.
Los hechos tuvieron lugar sobre las 16.00 de la tarde del domingo, 29 de marzo de 2020, cuando en pleno confinamiento por el coronavirus, no se permitía circular por la calle si no fuese por un motivo justificado. Según ha declarado Fátima, su hijo salió de casa a una tienda cercana para comprar hierbabuena para hacerse un té. Fue entonces cuando la policía le retuvo y ella, al darse cuenta de que tardaba en volver a casa, le llamó por teléfono. El joven le respondió que “estaba con la policía” y ella se dispuso a salir a la calle, según ha relatado, para informar a los agentes de que su hijo sufría una discapacidad mental y que podía justificarlo con “papeles del médico”. “Mi hijo tiene una discapacidad, pero no me dieron tiempo ni respeto para poder explicarles (...) Yo no quería impedir la detención, ellos estaban haciendo su trabajo, yo solo quería decirles que estaba enfermo y que quería ir con él”, ha asegurado la mujer, visiblemente emocionada.
Después de eso, al ver que la mujer no soltaba a su hijo, ya detenido y esposado, los agentes trataron de separarla. Según ha declarado el agente implicado, la agarró para que soltara al joven y esta le propinó “varios manotazos y un puñetazo” a la altura del cuello. Por lo que procedió a utilizar la porra para reducirla y proceder a su detención. “Yo no le pegué. ¿Por qué iba a pegarle? Entre dos personas me tiraron al suelo y ya perdí el conocimiento. No recuerdo nada más hasta llegar a la comisaria”, ha justificado la mujer.
Porrazos en el costado
En el vídeo, que se hizo viral tras su publicación en redes sociales y medios de comunicación, se ve cómo al tratar de separar a Fátima de su hijo, los agentes intervienen primero con las manos y, al ver que ella respondía, con dos porrazos en el costado y en la pierna, que causan el caída de la mujer, a la que, una vez en el suelo, terminan esposando. “Se agarró a su hijo y no entraba en razón, por eso tomé la decisión de utilizar el bastón policial en la parte baja del cuerpo, donde hay más músculo, en dos ocasiones”, ha justificado el agente, que tras el forcejeo asegura haber sufrido una lesión leve en el hombro producida por haber agarrado a Fátima.
Los tres agentes de la Ertzaintza, tanto el compañero del demandante como los otros dos que llegaron para apoyar en la intervención, han asegurado que los goles de la mujer al agente “fueron reales” y entre ellos “hubo manotazos y un puñetazo”. Sin embargo, las dos vecinas que fueron testigo de lo sucedido coinciden en que no hubo ningún puñetazo. “Ella les dijo que esperasen, que iban a traer los papeles del médico. No pegó ningún puñetazo a nadie. Se desplomó en la calle después de dos porrazos y se quedó ahí tirada. Los vecinos nos asustamos, pensábamos que había muerto. La cogieron entre dos y la metieron en el coche arrastrándola. No llamaron a la ambulancia”, ha declarado la testigo que grabó los hechos en vídeo.
Tres tarjetas Barik, el desencadenante del suceso
Según han detallado los agentes de la Ertzaintza, la intervención con Salman, el hijo de Fátima, en un primer momento se produjo porque “no pudo justificar de una forma coherente” por qué se encontraba en la calle. Fue entonces cuando los agentes le pidieron que se identificara, y él, sin entender qué estaba ocurriendo y por qué lo habían parado, se identificó de forma oral, pero sin entregar ninguna documentación. “Vimos que tenía bultos en los bolsillos y le pedimos que sacara lo que tenía. Tiró lo que tenía al suelo, se bajó los pantalones y los calzoncillos, y dejó una cartera en una repisa. Por supuesto le dijimos que se volviera a vestir, que en ningún momento queríamos que se desnudara. Vimos la cartera y nos dimos cuenta de que había tres tarjetas Barik (abono transportes) diferentes, la suya y otras dos y le dijimos que le confiscábamos las que no fueran suyas, que sus dueños podrían recogerlas en comisaría con su DNI cuando quisieran”, ha explicado el ertzaina. Ese fue el detonante que hizo que Salman pasara de “estar alterado a volverse agresivo”, ha asegurado otro de los agentes.
Cuando ya habían dado por finalizada la intervención y le habían entregado una multa por desobediencia al encontrarse en la calle sin motivo aparente durante el confinamiento, Salman se dirigió a uno de los agentes y le dijo, según ha declarado “soy coronavirus”, “te quito la pistola y me pego un tiro”. “Dijo que estaba loco y que tomaba muchas pastillas. Que iba a coger la pistola y se iba a pegar un tiro. Le aparté con la mano, me escupió en la cara y tomé la decisión. Saqué el bastón, le di dos golpes y le puse contra la pared. Después solicité apoyo, pero se encontraba esposado y más tranquilo”, ha indicado el agente.
En el vídeo se escuchan las palabras “coronavirus” y “arma”, pero Salman, en su declaración ha negado que de su boca hubieran salido esas frases. “Yo quería decir que tenía miedo al coronavirus. No sabía lo que pasaba, yo ya me había tomado la medicina, pero está todo grabado. No lo voy a olvidar nunca porque pegaron a mi madre”, ha señalado tras asegurar que las tarjetas Barik pertenecían a su madre y a su hermano, pero las guardaba él y que no entendía bien el castellano porque tan solo llevaba 8 meses en España en el momento del suceso. Durante el juicio, ha requerido la ayuda de un intérprete para realizar su declaración, que ha sido prácticamente en su totalidad en su idioma natal.
“Falso testimonio” de los agentes
En sus conclusiones, el Ministerio Fiscal ha argumentado que, tras hacer “una valoración objetiva del vídeo, se puede entender que se produjo un manoteo” entre Fátima y el agente y que, en el caso de Samal, sí que se oyen las palabras “coronavirus” y “arma” por lo que se “puede entender” la actuación policial, pese a que también se puede apreciar “un ligero exceso”. Sin embargo, ha defendido que “hay que distinguir entre el móvil y el dolo” puesto que Fátima “se agarra fuertemente a una persona ya detenida”.
La acusación particular ha exigido que se mantenga la acusación de los dos delitos de lesiones y del delito de atentado contra la autoridad y que “quede acreditado que es falsa la estimación de que Salam recibió golpes una vez estaba esposado”. Según ha recalcado el abogado del agente de la Ertzaintza, “la Ley habilita y legitima el uso de armas o de la fuerza cuando haya un riesgo y, este agente, percibió una amenaza grave, por lo que reacciona y hace uso de la fuerza, pero no causa lesiones graves”.
Por su parte, la defensa de Fátima, ha exigido la absolución de todos los cargos al entender que, el agente no realizó ni ninguna mención a que “recibió un manotazo ni un puñetazo” en el acta de detención de la mujer, ni cuando fue examinado por la lesión que tenía en el hombro. Según ha explicado, estas declaraciones se produjeron una vez que Fátima decidió presentar una denuncia contra el policía por su actuación en julio de 2020. “Una vez fue denunciado, puso de manifiesto que ella fue quien le propinó un puñetazo, cuando la realidad es que ella observa angustiada e impotente cómo detienen a su hijo y, lo único que quiere es explicar que su hijo tiene una discapacidad y no se puede ir solo”, ha señalado. Por ello, ha acusado de un delito de falso testimonio a los agentes que han testificado que hubo un puñetazo y ha pedido a la jueza que lo tenga en consideración. El juicio ha quedado visto para sentencia.
Una concentración contra “el racismo policial”
Una veintena de personas se ha concentrado a las puertas del Juzgado de lo Penal número 3 en Bilbao mientras el juicio contra Fátima estaba teniendo lugar para mostrarle su apoyo y denunciar “el racismo policial, la criminalización sistemática de las personas migrantes y racializadas y la impunidad policial frente a hechos de brutalidad y discriminación”. “Hoy queremos decir, alto y claro, no a las paradas racistas, a los cacheos humillantes en la vía pública, a las agresiones y violencia que se ejercen desde los diferentes cuerpos de seguridad vascas contra las personas racializadas y migrantes, vulnerando todos los días su dignidad, derechos y las garantías legales, que son para todas y todos”, han expresado los asistentes, convocados por la asociación SOS Racismo Bizkaia, en un comunicado leído durante la protesta.
Sobre el caso concreto de Fátima y su hijo, han querido recalcar que “no están solos” y que “su dolor es nuestro”. “Lo que pasó el 29 de marzo del año 2020, no va a caer en el olvido ni en el agujero oscuro de la impunidad. Acompañaremos en la búsqueda de justicia a favor de ellas y de muchas más que han sufrido violencia policial racista. No hay derecho a que se acuse a quienes son víctimas”, han concluido.