Fawzia Koofi, la afgana que trató de negociar la paz con los talibanes: “No es fácil hablar con quien te quiere erradicar”
Una semana antes de que Fawzia Koofi (Badajshán, 1975) se reuniese con los talibanes junto a los otros 20 miembros del equipo gubernamental de las negociaciones de paz intraafganas de 2020, sufrió su segundo atentado. Ella, una de las cuatro mujeres que negociaba con los talibanes, no era bien recibida. A pesar del atentado, consiguió llegar, aún herida, a la reunión. “Yo he hablado en muchas ocasiones con los talibanes y casi siempre era la única mujer en la sala. Es realmente frustrante. No es fácil mirar a la cara y hablar con alguien que ni siquiera cree en tu existencia, que te quiere erradicar. Hay veces que no quieren ni mirarte. Me reuní con ellos una semana después de que me declararan su objetivo. Estuve en el hospital, querían silenciarme y, aún así, fui a esa reunión con el brazo escayolado porque quería representar el dolor del pueblo de Afganistán y quería decirles a los talibanes que existimos y que continuamos, que no pueden derrotarnos”, asegura la activista por los derechos de las mujeres y política afgana.
Koofi habla claro y sin rodeos frente a una sala mayoritariamente compuesta por mujeres en el congreso Emakumeak (mujeres, en euskera), organizado por la Diputación de Bizkaia que se ha celebrado esta semana en Bilbao. Todas esperaban con ansia su llegada, por tratarse de la primera mujer vicepresidenta de la Asamblea Nacional de Afganistán o Parlamento de Afganistán, cargo que ocupó de 2005 a 2014, además de la presidenta en ese mismo año de la Comisión de Mujeres, Sociedad Civil y Derechos Humanos de la Asamblea. En 2019 creó el partido Movimiento de Cambio por Afganistán. Cuando los talibanes tomaron Kabul, el 15 de agosto de 2021, Koofi estaba estudiando Medicina. Nunca más pudo volver a entrar en su facultad. “Me acuerdo del día que llegaron los talibanes a Kabul y nos dijeron que ya no podríamos volver a estudiar. En ese momento estaba estudiando Medicina, pero no me dejaron volver a la facultad. Como yo, había millones de mujeres y niñas cuyos sueños se destrozaron en aquel momento”, lamenta.
Los talibanes no solo quieren dominar Afganistán, quieren ampliar su ideología islamista fuera de las fronteras del país
“Controlaban absolutamente todo, desde cómo nos vestíamos a qué debíamos hacer, pero no hubo ninguna resistencia porque no sabíamos cómo podíamos resistirnos. Los afganos no conocían sus derechos, no sabían que su voz podía marcar la diferencia. Somos las víctimas de un extremismo militar y eso no tiene nada que ver con una guerra. Formamos parte de un extremismo militar global y los talibanes no solo quieren dominar Afganistán, quieren ampliar su ideología islamista -que no tiene nada que ver con el Islam- fuera de las fronteras de Afganistán. Sin embargo, el mundo dejó de mirarnos porque pensó que era algo que tenía que ser resuelto en Afganistán, que era una guerra civil”, critica haciendo referencia a que los países occidentales “se han olvidado” de las personas, en especial las mujeres, que aún continúan en Afganistán sufriendo las consecuencias de que los talibanes tomaran el control del país.
El de 2020 fue el segundo atentado del que la activista afgana fue víctima, el convoy en el que viajaba fue atacado por un grupo armado en el norte de Kabul, cuando regresaba de la provincia norteña de Parwan. Tras el ataque resultó herida en un hombro y en una mano. No era la primera vez que Koofi era atacada. Diez años antes, concretamente el 8 de marzo de 2010, sufrió un intento de asesinato cerca de la ciudad de Tora Bora cuando regresaba de un acto convocado en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. “Las mujeres están siendo erradicadas, los talibanes lo hacen en nombre de la religión y de la cultura, pero se equivocan. ¿Por qué lo hacen? Porque tienen miedo al poder de las mujeres en Afganistán, en Irán y en cualquier otro sitio. Tienen miedo al empoderamiento de las mujeres. Creen que una mujer educada puede ser suficientemente inteligente como para decidir su propio destino. Creen que si una mujer es independiente económicamente va a poder participar en las tomas de decisiones y no quieren que eso ocurra porque creen que si una mujer es poderosa, los talibanes van a perder su poder. Una mujer educada nunca va a permitir a su hijo convertirse en un dictador religioso extremista y, por eso, dicen que hacen lo que hacen por la religión y la cultura. Se equivocan”, asegura, para luego recalcar que es un error relacionar a los talibanes con su país. “Los talibanes no representan a Afganistán, no representan nuestros valores. Son una pequeña parte”, sentencia.
Los talibanes no estarían donde están ahora si no hubieran contado con apoyo internacional. Todo cambió con el gobierno de Donald Trump
La activista habla sin tapujos de las relaciones de los talibanes con países occidentales como Estados Unidos, al que acusa de ser responsable de empoderar a los talibanes. “Los talibanes no estarían donde están ahora si no hubieran contado con apoyo internacional. Todo cambió cuando el gobierno de Donald Trump firmó a finales de febrero de 2020 el tratado con los talibanes, porque en él que se comprometía a que las tropas americanas abandonaran el país antes de 14 meses, salida que también llevaron a cabo el resto de países con presencia militar en suelo afgano. A los talibanes eso les empoderó. Tras aquella firma se sintieron victoriosos y no volvieron por las negociaciones, mientras nosotras defendíamos y pedíamos un gobierno diverso, que fuera aceptado por todos los sectores del país porque era la única manera de fomentar un poder inclusivo y no excluyente”, critica.
Koofi defiende el papel de las mujeres en su país, tanto para sacarlo adelante como para lograr la paz, pese a las dificultades a las que se enfrentan cada día. “Las mujeres tenemos que pagar un precio por llegar a donde queremos llegar, porque la gente no mira nuestro talento o nuestra capacidad, como somos mujeres miran si nos pintamos los labios, si nos vestimos de cierta manera o cómo nos relacionados. Tenemos que luchar contra todo eso y las mujeres de Afganistán lo hemos hecho. De 21 personas en la negociación, cuatro eran mujeres. No es suficiente. Si hubiera habido más mujeres, la negociación habría sido diferente, porque, desde mi experiencia, las mujeres aportamos conocimiento, sabiduría, diversidad y nuestra experiencia personal a cualquier negociación”, asegura.
Por último, la activista ha recordado que la inestabilidad que han traído los talibanes a su país puede llegar a Europa, porque se trata de un “apartheid de género”, por lo que ha pedido a los gobiernos europeos que se pongan “en el lado correcto de esta lucha” ya que, además de una crisis humanitaria, en Afganistán “hay crímenes de lesa humanidad”. “Las instituciones internacionales deben aprobar sanciones contra el régimen y contra sus negocios, deben hacer presión e impedirles viajar en avión como hacen impunemente mientras las afganas no pueden salir ni de sus casas”, concluye la activista, que en estos momentos se encuentra refugiada en Europa hasta que volver a su país no suponga un peligro para su vida.
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