Un informe interno revela que uno de cada cinco pacientes con COVID-19 que entra en la UCI en Euskadi morirá
Un informe interno del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) al que ha tenido acceso elDiario.es/Euskadi revela que prácticamente uno de cada cinco pacientes que ingresa con COVID-19 en la UCI en la actual fase de la pandemia está muriendo en Euskadi. El porcentaje es de exactamente del 18,92%. Si se mantiene la proporción de enero y febrero en las próximas semanas, 27 de los 146 pacientes que ahora se encuentran críticos perderán la vida. Si se analiza el conjunto de los ingresados, incluidos los de planta, el 13,96% de los positivos están falleciendo, lo que podrá llevar al fallecimiento de hasta 76 de los 547 hospitalizados que había el viernes.
Hasta el 12 de febrero, que es la fecha de cierre del informe firmado por el 'número dos' del Departamento de Salud, José Luis Quintas, 2.665 de los 39.489 positivos del repunte posterior a Navidad habían requerido atención hospitalaria, un 6,74% del total. De ellos, 222 acabaron en la UCI, el 0,56%. Ocho de cada cien personas que son hospitalizadas acaban en las unidades de intensivos en este momento de la pandemia. La estancia media en planta es de 11,84 días y en la UCI se eleva a 14,51.
Con todo, estos datos mejoran en algunos aspectos la situación del anterior pico de octubre, noviembre y diciembre. Entonces 6.107 de los 64.738 contagiados fueron ingresados, el 9,43%. La estancia media en la UCI fue similar pero en planta llegó a ser de cuatro días más, 15,58. La mortalidad fue más alta en las unidades de críticos, del 20,33%, pero era algo menor en planta, del 11,69%. 551 personas pasaron a la UCI en esos meses. El informe recoge también datos del repunte que hubo en agosto y septiembre. 2.278 personas fueron hospitalizadas y 170 acabaron en la UCI. La mortalidad fue del 12,35% para los críticos y del 11,02% general en planta.
“Cada subida es única”, concluye el informe de Salud, que se centra en el análisis de la segunda ola, entendida como todo el período posterior al primer estado de alarma. Esos meses de marzo a junio siguieron otros parámetros porque la capacidad de diagnóstico de casos era muy pequeña y distorsiona la comparativa efectiva entre ambas etapas de la pandemia. De hecho, con supuestamente menos positivos, en marzo hubo una media diaria de 202 ingresos frente a los 92 de noviembre, los 81 de enero-febrero y lo 51 del repunte estival.
En este segundo tramo ha habido tres picos de incidencia, uno el 6 de septiembre con una tasa máxima de 400 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días, otro el 12 de noviembre con 845 y el último este mismo mes de febrero, el día 2, con 668,45. En verano hubo 62 días de subida pero fue más lenta, en otoño la explosión se dio en 40 días y el repunte de 2021 ha durado prácticamente lo mismo, 37 jornadas. Por territorios, los hospitales de Gipuzkoa sufrieron más en noviembre y ahora ha sido en Bizkaia donde se ha concentrado una mayor presión. Álava estuvo cerca del colapso justamente en el inicio de la pandemia, ya que el primer positivo se detectó en el hospital de Txagorritxu el pasado 28 de febrero de 2020. Formalmente, en la primera ola el máximo de la tasa apenas superó el umbral de 500 aunque ahora se admite que pudo haber llegado en realidad a 3.500.
Aunque esta tercera subfase de la segunda ola ha marcado mayores niveles de ocupación en planta y en UCI que la anterior, Salud entiende que es debido a que “se inició con las estructuras hospitalarias sin alcanzar una recuperación satisfactoria de la tensión asistencial” previa a Navidad. “Esta situación de partida ha tenido como consecuencia una afectación similar a la de la subida precedente a pesar de que en números absolutos el número de casos diagnosticados ha sido menor”, se puede leer en el informe.
Además, Euskadi se ha encontrado en este arranque de año con que “las UCI siguen también con una alta intensidad en las actividades que no están relacionadas con la COVID-19”. Aunque no ha habido casos de gripe estacional por la mayor vacunación y por el efecto de las medidas preventivas contra el Sars-Cov-2 para contener el virus de la influenza, se ha producido una “alta ocupación de camas”. Con una dotación de alrededor de 350 puestos en las últimas semanas, la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, ha informado públicamente en varias ocasiones de que apenas estaban libres en algunos momentos el 20%.
Pacientes a la privada en Donostia en noviembre y ahora
El informe recoge que la actividad asistencial se ha visto resentida en mayor medida de lo que se ha trasladado a la opinión pública. Sagardui ha aludido en varias ocasiones a suspensiones de operaciones programadas vespertinas en algunos hospitales, pero el informe es mucho más específico. De hecho, no se han tenido que derivar casos de COVID-19 a la Sanidad privada como en la primera ola pero el informe sí revela que al menos en el hospital Donostia se han enviado enfermos con otras patologías a la Policlínica. Este periódico ha preguntado en al menos cinco ocasiones a una portavoz oficial de Salud por detalles de estas derivaciones, tales como el número o el coste que han supuesto, pero no se ha obtenido respuesta alguna.
El documento interno simplemente recoge que en el Donostia, tanto en noviembre como en la actualidad, se han “trasladado” un total de “15 jornadas quirúrgicas de Cirugía General y Urología” a ese centro privado, ubicado en una zona muy próxima al hospital público de referencia de la capital de Gipuzkoa. El informe habla de que las derivaciones han sido tratadas en las instalaciones de la Policlínica “con profesionales” de Osakidetza.
En este arranque de año, en Álava se ha suspendido el 50% de las operaciones vespertinas en los hospitales de Vitoria (Txagorritxu y Santiago). En el caso de Bizkaia el listado es más largo: se han paralizado 23 quirófanos de mañana y todos los de tarde “salvo los dos de Urología” en Galdakao, el 100% de la actividad vespertina en Basurto y el 40% en Cruces, dos quirófanos y consultas externas en Urduliz y consultas de Neumología y Medicina Interna en Santa Marina. Finalmente, en Gipuzkoa, además de las derivaciones a la Policlínica, en el Donostia se han parado tres salas de operaciones de Traumatología y dos quirófanos de tarde.
En cuanto a la mortalidad, otro informe publicado por este periódico esta semana incidía en -a falta de concretar el efecto de este pico de enero-febrero- Euskadi había tenido “cuatro períodos de exceso de mortalidad a lo largo de la pandemia”. El primero y más importante se produjo “desde el 15 de marzo hasta el 2 de mayo” y se tradujo en un 48,4% más de fallecimientos que los habituales para ese período del año en los diez años anteriores. De hecho, fue la época con más muertes de una serie histórica que se remonta a 1975. Se achacan a la COVID-19 1.636 decesos, que coinciden en buena medida con los 1.613 recogidos en esas fechas por Osakidetza aunque el registro de mortalidad eleva la cifra definitiva hasta los 1.720. En la segunda fase de la pandemia, hasta el momento, ha habido tres fases de “exceso de mortalidad”. Concretamente, los picos de letalidad han sido del 10 al 20 de septiembre, del 20 al 30 de octubre y del 10 al 16 de noviembre.
En nuestros especiales interactivos, se pueden consultar todos los datos sobre la evolución de la pandemia en Euskadi, sobre los positivos y fallecidos en todas y cada una de las residencias de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa y el avance día a día de la campaña de vacunación
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