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El mar se comerá 40 metros de litoral en Bilbao en 75 años, avisa Greenpeace

Dos socorristas, en una playa vasca

elDiario.es Euskadi

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La costa vasca empezará a perder playas en los próximos diez años. Retrocederá en todo su litoral, especialmente en Bilbao con 40 metros a finales de siglo, pero se siguen impulsando proyectos que agravarán esta situación, según ha alertado Greenpeace. La organización ecologista ha presentado este martes el informe 'Crisis a toda Costa 2024. Análisis de la situación del litoral ante los riesgos de la emergencia climática', donde realiza una radiografía del estado de la costa.

El documento recoge que todas las regiones costeras están expuestas a riesgos por exceso de urbanización e infraestructuras, contaminación, la construcción de barreras artificiales (como diques, espigones, paseos marítimos o puertos deportivos), el despilfarro de recursos naturales y el encauzamiento, soterramiento y desvíos de cauces fluviales. Todas estas actuaciones han provocado desequilibrios que se traducen en el retroceso y la pérdida de las playas, y con ellas, su función de barrera protectora, lo que supone “un riesgo para millones de personas residentes en el litoral”, informa Europa Press.

La subida del nivel del mar, según las previsiones de la NASA, ocasionará la pérdida de playas en la totalidad del litoral. Las estimaciones indican que la subida del nivel del mar afectará al 70% de las playas de Gipuzkoa y el 45% de las de Bizkaia. Para final de siglo, en ciudades como Bilbao el mar se habrá comido más de 40 metros de costa.

Los datos de la subida de la temperatura de mares y océanos muestran que las olas de calor marinas “se suceden sin tregua” desde 2022. Las aguas del golfo de Bizkaia son las más vulnerables a su creciente intensidad. Temperaturas marinas más altas provocan la disminución del oxígeno disuelto en el agua y a ello se suma la contaminación, que provoca la acidificación del agua. Esto está provocando “graves impactos sobre la biodiversidad y los ecosistemas marinos, así como sobre la pesca y el marisqueo”. “Durante décadas hemos deformado la costa a nuestro antojo, pero eso ya no funciona más. Ya no llegamos a anticiparnos al problema, porque ya está aquí, pero las soluciones tienen que ponerse en marcha con urgencia. Todo retraso resultará en mayores costes económicos y humanos”, ha explicado María José Caballero, responsable de Costas en Greenpeace España.

Greenpeace se ha referido al proyecto del segundo museo Guggenheim dentro de la reserva de la biosfera de Urdaibai. Allí el Ministerio de Transición Ecológica ha permitido que los Astilleros de Murueta “eludan su responsabilidad de descontaminar los suelos y ha modificado la protección de la costa para permitir que las instalaciones se construyan a 20 metros de las marismas de Urdaibai, una zona protegida por su gran valor ecológico, que se vería además impactada por la turistificación”. Otro de los “puntos negros” es la planta de Petronor en la ría del Barbadun gracias a la cual Muskiz “se ha convertido en una cloaca”. Se une a estas dos “aberraciones” el proyecto para construir una piscifactoría en los terrenos de la central nuclear de Lemoiz, donde el Ministerio para la Transición Ecológica ha levantado la protección que le otorga la Ley de Costas.

También relacionado con la acuicultura se encuentra el proyecto de Itsas Balfegó S.L. y Azti para instalar una granja de engorde de atún rojo en Getaria, que “propiciará que las buenas prácticas de la pesca artesanal que se han realizado históricamente en el Cantábrico y que son un ejemplo de sostenibilidad en todo el mundo, se vean sustituidas por la indiscriminada pesca de cerco”. Además, los residuos generados por las gigantescas jaulas de engorde, “tendrán una clara repercusión sobre los fondos marinos”.

Greenpeace ha apuntado que otro de los problemas es la turistificación, que “ya afecta a Donostia y algo menos a Bilbao”. Además del proyecto en Urdaibai, algunos otros puntos se exponen al mismo fenómeno, como la Isla de Santa Clara, que “ha ampliado su periodo de visitas en contra de su conservación”. Otro punto “lamentablemente masificado” es San Juan de Gaztelugatxe, “convertido en una atracción de visitantes sin límite donde se limita el aforo pero se amplían las zonas de aparcamiento”.

La organización ecologista ha destacado que “con una reducción moderada de las emisiones de gases de efecto invernadero se podría evitar el 40% del retroceso de las playas de todo el mundo”. También ve necesarias “medidas de adaptación a nivel municipal, autonómico y estatal que minimicen los daños y busquen soluciones reales y duraderas”.

En su opinión, las soluciones aplicadas hasta ahora, como las regeneraciones artificiales de playas y la reconstrucción de paseos marítimos, “ya no sirven”. “Cada nuevo temporal destruye las costosas intervenciones artificiales que no atienden a la raíz del problema. Sólo entre 2016 y 2020 se gastaron cerca de 60 millones de euros en la reposición artificial de arena en las playas”, ha apuntado. Greenpeace insiste en que “las soluciones han de ser locales”, porque cada tramo de litoral tiene características propias, pero “deben ser acordadas por las administraciones y participadas por la ciudadanía de forma urgente”. “Proteger y conservar las playas supondría un beneficio 150 veces superior a dejar que sigan deteriorándose”, ha subrayado.

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