Personas mayores LGTBI+ se atreven después de décadas a contar su historia: “Tengo 76 años y soy bisexual. ¿Y qué?”
Llevan muchos años en silencio. Demasiados. Viviendo y sintiendo a escondidas. Siendo expulsados de los pueblos a las ciudades, donde el anonimato se preserva más fácilmente. Un anonimato que aun a día de hoy quieren mantener, aunque décadas después se atreven a contar su historia. Se trata de las personas mayores de la comunidad LGBTI+ de Getxo, en Bizkaia, cuyas vidas se pueden extrapolar a las de cualquier otro pueblo, que han dejado el miedo a un lado para contar cómo fue vivir una sexualidad no normativa en su juventud.
“Mi padre me dejó de hablar porque era lesbiana. Esa pena la he llevado siempre”, reconoce una de ellas. “Nos gustaban los días de lluvia, porque podíamos ir agarradas del brazo bajo el paraguas sin llamar la atención”, confiesa otra. Ninguna de ellas quiere mostrar su rostro actual ni decir su nombre. Ellos tampoco. “No quiero enseñar mi cara porque tengo miedo de la ultraderecha”, lamenta uno de los participantes. Otro, cuenta lo que le dijo su madre cuando se enteró de que era gay. “¡Qué disgusto me llevé cuando me dijeron que eras maricón! Pero no te preocupes que no se te nota nada”, le dijo. Otra mujer, más atrevida, pero sin querer que se sepa que es ella para “evitar habladurías” lo dice alto y claro: Tengo 76 años y soy bixesual. ¿Y qué?“.
Nos gustaban los días de lluvia, porque podíamos ir agarradas del brazo bajo el paraguas sin llamar la atención
Todos ellos forman parte del proyecto 'Gu ere bagara' ('Nosotros también somos') que llevan meses desarrollando el periodista Julen Nafarrate y la artista Inés Bermejo. Su objetivo, antes de comenzar el proyecto, era destapar las “historias no contadas” de las personas mayores LGTBI+ y realizar una exposición de fotos antiguas y actuales de esas mismas personas. La exposición, con la que las fotos e historias de todas estas personas se han repartido en distintas zonas de Getxo, se ha estrenado este sábado, pero solo con las fotos antiguas, ya que los protagonistas aún no quieren que se sepa quienes son.
“Ha sido un proceso muy complicado porque primero no encontrábamos a personas que quisieran hablar y, cuando las que encontramos, no querían que se hiciera pública su historia. Si algo hemos aprendido con este proyecto es que la sociedad aún no está preparada para que las personas mayores sean homosexuales ni hablen con naturalidad de su sexualidad. Esto ocurre porque, al haberles obligado durante tantos años a ser invisibles, no se sienten cómodos ahora”, explica Nafarrete, que confiesa que por momentos dudaron de poder seguir adelante con el proyecto.
El ataque más grande que han sufrido estas personas mayores es la marginación incluso dentro de su propia familia
Algunos de los protagonistas marcharon en su juventud a vivir su sexualidad a Bilbao y, años más tarde, volvieron a Getxo, pero siempre “han estado acostumbrados a pasar desapercibidos”. “Ninguno de ellos nos ha contado que haya sufrido un ataque a su persona, el ataque más grande que han sufrido es la marginación incluso dentro de su propia familia, que prefería no hablar del tema o, directamente, dejar de hablarles a ellos”, explica el periodista. Además de la diversidad sexual, también han querido “destapar” historias sobre la sexualidad de las personas mayores. “Hay una mujer que a los 65 años reconoce que es sexualmente activa y un hombre que dice que a sus 83 años el sexo no le interesa y que le da más placer podar un seto”, detalla.
Escondidos entre el tabú y el miedo
Muchos de los participantes les decían que no sabían qué contar, porque nunca nadie les había preguntado por su vida. “Nos decían que ellos no tenían nada que contar. No sentían que su historia mereciera la pena”, señala el periodista, que reconoce que ahora todos agradecen que salgan a la luz historias como las suyas, aunque no quieran decir quiénes son. “Algunos se esconden por no generar rumores, pero nos ha sorprendido que uno de los hombres nos dijera que no quiere que la gente sepa que es gay porque tiene miedo a recibir algún ataque de la ultraderecha. Tiene miedo de que se enteren y le ataquen. Es una pena que haya personas de más de 80 años con miedo a que alguien les pueda hacer daño por ser como son”, lamenta el periodista.
No te esperas que una señora mayor te diga abiertamente que es bisexual
Sin embargo, Nafarrate quiere quedarse con el lado positivo de aquellos que le han abierto las puertas de su casa y su vida y que han eliminado tabúes que incluso los propios creadores tenían. “No te esperas que una señora mayor te diga abiertamente que es bisexual. La bisexualidad muchas veces está considerada como un paso hacia la homosexualidad, como el camino entre ser hetero o gay, pero no. Esta mujer nos cuenta que ella siempre ha sido bisexual”, confiesa. Otra de las cuestiones que le han llamado la atención son las coincidencias que han encontrado al compartir las vivencias de las personas mayores con jóvenes también de la comunidad LGTBI+. “Hay una mujer a la que de joven le llegaron a decir que con lo buena que está no parecía lesbiana o un hombre al que su madre le dijo que menos mal que no se le notaba que era gay. Esas son cosas que pueden pasar perfectamente a día de hoy y que siguen pasando”, reconoce.
Con la intención de que por primera vez personas de distintas edades que forman parte del colectivo LGTBI+ de Getxo se reúnan, a raíz de la presentación del proyecto, se ha celebrado una fiesta para ellos este sábado. “Queremos crear una comunidad y que este proyecto sirva para que más gente se sume a contar su historia”, concluye el periodista. Una historia que próximamente contará con su versión teatral, ya que 'Gu ere bagara' se transformará en una obra de teatro de la mano de la Escuela Superior de Arte Dramático Dantzerti, que tratará de volcar las vivencias de esas personas mayores sobre las tablas.
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