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Entrevista
Integradora social y activista gitana

Tamara Clavería o cómo acabar con el antigitanismo: “Creer que el pueblo gitano es más machista es una trampa”

Tamara Clavería, presidenta de la Asociación de Mujeres Gitanas de Euskadi

Maialen Ferreira

9 de noviembre de 2022 21:46 h

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La vida de Tamara Clavería se ha basado en saltar barreras sin descanso. Cuando a los 14 años sus padres le dijeron que tenía que dejar los estudios para ponerse a trabajar, se buscó la vida para seguir haciendo lo que más le gustaba, sin dejar de lado lo que le exigían, por muy duro e injusto que fuera. “Cuando se hacía de noche y me ponía a estudiar y a hacer trabajos, por falta de espacio lo tenía que hacer debajo de casa, en el coche, para que mi familia me viese y no se preocupara”, reconoce. En aquella época fue de las primeras en su comunidad en conseguir el graduado escolar. Después, se graduó en Integración Social y, tras realizar varios cursos relacionados con la materia, actualmente está estudiando Trabajo Social en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). “Estudiar ha sido una aventura. Siempre me ha gustado y, para mí, es un aliciente aprender, saber sobre las cosas y tener un pensamiento crítico, y eso solo te lo da la formación”, asegura.

Clavería es la actual presidenta de la Asociación de Mujeres Gitanas de Euskadi (AMUGE), que tiene, en general, el objetivo de defender y promover los derechos y el desarrollo integral de la comunidad gitana en general y, en particular, se encarga de la promoción y el empoderamiento de las mujeres gitanas de Euskadi. Eso sí, sin perder su especificidad étnica y cultural, porque según asegura, los mitos acerca de que la comunidad gitana es más machista, no son ciertos. “Esta sociedad es patriarcal, machista, racista y antigitana y eso hace que el machismo esté generalizado y no abunde más en el pueblo gitano que en otras comunidades. Creer que el pueblo gitano es más machista que el payo es una trampa del patriarcado. Los hombres payos acusan de ser más violentos a los gitanos para controlar mejor a las mujeres. Dicen cosas como 'por lo menos no tienes un novio gitano, magrebí o afrodescendiente, porque son mucho más violentos' para tapar lo que ellos hacen”, critica.

¿Cuándo fue consciente por primera vez de que le discriminaban por ser gitana?

Cuando me cambiaron de colegio por primera vez me empecé a dar cuenta de la discriminación que sufríamos las personas gitanas. Desde el primer momento, en el centro público, ubicado en Txurdinaga, me pusieron dificultades para ir a clase. Con los años me di cuenta de por qué. Nos dejaron sin escolarizar durante un tiempo a mis hermanos y a mí, y cuando por fin conseguimos retomar el curso, fue la propia clase la que empezó a generar esas diferencias. No entendía por qué, de pequeña, las demás niñas no me invitaban a sus cumpleaños o sus padres les decían que no anduvieran conmigo solo por ser gitana. Cuando fui mayor, con 13 años, quedé con una amiga, también gitana, y fuimos a dar un paseo por Santutxu. Cuando quisimos entrar en un bar al que no habíamos ido nunca nos negaron la entrada y cuando pregunte el porqué, el dueño me contestó que era “porque siempre venís a liarla”. En ese momento, que tenía 13 años, pasé mucha vergüenza, pero lo cierto es que a medida que pasan los años lo vas viviendo de forma cotidiana. Es muy duro y, cuando te das cuenta de por qué, incluso llegas a plantearle a tu madre que no quieres ser gitana.

¿Eso le pasó a usted? ¿Llegó a decirle a su madre que no quería ser gitana?

Sí. De pequeña le pregunté qué era ser gitana y si podía dejar de serlo. Tengo una sobrina pequeña que le ha dicho a mi hermano que no quiere ser gitana y cuando mi hermano le ha contestado que es algo que se lleva en la sangre, la niña le ha pedido que le hagan una transfusión de una sangre distinta para que pueda dejar de serlo. Cuando eres pequeña vas sintiendo esas cosas, luego creces y te das cuenta de que es el propio sistema quien genera las desigualdades y que la sociedad es cómplice de ello.

Este sistema de por sí es racista y patriarcal, pero sobre todo es antigitano. Jamás se permitirían chistes contra otro colectivo vulnerado, pero con el pueblo gitano sí

Usted es la primera mujer gitana en Euskadi en formarse como integradora social. ¿Qué supuso para usted?

Para mí fue un reto y una de las mayores alegrías de mi vida. Ahora estoy estudiando Trabajo Social en la UNED y tengo un máster en Orientación Laboral, además de varios cursos sobre integración. Siempre me ha gustado estudiar y, para mí, es un aliciente aprender, saber sobre las cosas y tener un pensamiento crítico, y eso solo te lo da la formación.

¿Recuerda haber tenido alguna dificultad a la hora de ponerse a estudiar por el hecho de ser gitana?

Sí. Mientras estudiaba tenía que trabajar, porque era de las pocas gitanas que tenía el graduado escolar y estaba trabajando en una asociación mixta. Por las mañanas trabajaba y por las tardes iba a estudiar. Mientras tanto, mi familia, una familia tradicional gitana, me pedía que hiciera también las labores del hogar y la compra. Cuando se hacía de noche y me ponía a hacer trabajos, los tenía que hacer debajo de casa, en el coche, para que mi familia no me viese. Estudiar para mí ha sido una aventura. En clase, lo cierto es que no he sentido racismo, pero sí prejuicios sobre mí por ser gitana.

Parece que la sociedad avanza en cuanto a la discriminación de personas por su género o procedencia, pero el antigitanismo ahí sigue.

Sí. El antigitanismo se mantiene porque está invisibilizado y se permite. Nos han deshumanizado desde hace más de 600 años y la sociedad cree que no queremos cambiar la situación ni nos queremos integrar y, sobre todo, que es nuestra culpa. No ven las políticas de asimilación e integración que se han ido construyendo. Este sistema de por sí es racista y patriarcal, pero sobre todo es antigitano. Jamás se permitirían chistes contra otro colectivo vulnerado, pero con el pueblo gitano sí. Y la gente se ríe cada vez que escucha un chiste ofensivo sobre gitanos.

Cuando voy de compras con mis amigas lo que para ellas es una tarde guay, yo la vivo con tanto miedo que no me quito ni la chaqueta aunque haga calor para que no piensen que voy a robar

El simple hecho de ir a la compra muchas veces supone un reto para las mujeres gitanas, ya que la discriminación que sufren también recae en actos cotidianos como ese. ¿De qué manera lo vive usted?

Paso mucha vergüenza. Yo tengo dos cuadrillas: mis amigas gitanas y mis amigas payas. Cuando voy a comprar con mi familia o mis amigas gitanas, estamos acostumbradas a que nos pase y lo tenemos normalizado. Sin embargo, cuando voy con mis amigas payas y me discriminan delante de ellas, me da más vergüenza. Por ejemplo, cuando voy de compras con ellas o a un centro comercial, lo que para ellas es una tarde guay, yo la vivo con tanto miedo que no me quito ni la chaqueta aunque haga calor para que no piensen que voy a robar. Ellas se dan cuenta también de que por estar conmigo nos acosan y nos persiguen. Un día en El Corte Inglés, cuando nos metimos en el probador, nos preguntaron qué habíamos hecho con las perchas, como si las hubiéramos robado. Es muy fuerte.

¿En esos casos qué se hace? ¿Se denuncia a los establecimientos?

Por mucho que denuncies, no va a pasar nada. Desde la Asociación de Mujeres Gitanas de Euskadi (AMUGE), hemos elaborado un testing, una investigación en distintos establecimientos en los que hemos grabado escenas de criminalización, en las que trabajadoras y trabajadores nos siguen y llaman a seguridad nada más llegamos. Buscan, además, la complicidad de las payas, diciendo cosas como “las tenemos que vigilar porque vienen a liarla” cuando en realidad nosotras no estamos haciendo nada. Es un acto tan violento que sales avergonzada y con el autoestima por el suelo. Al final, terminamos yendo a los supermercados grandes en los que pasamos más desapercibidas aunque sean más caros. Dicen que hay que potenciar el pequeño comercio, pero eso lo tendrá que hacer quien pueda elegir. Yo prefiero ir a lo seguro e ir a un sitio en el que no me molesten ni discriminen. Así evitas las agresiones racistas, porque lo cierto es que son comparables a las agresiones físicas en el dolor y te hacen sentir mal. Y no es algo que ocurre solo en la compra, ocurre en la farmacia, en el médico, y, sobre todo, cuando buscas una vivienda o un trabajo. Si ven que eres gitana, te discriminan directamente. El racismo está presente e impacta en todas las esferas de nuestra vida. Además, es algo que afecta a nuestra salud. Las personas gitanas tenemos 20 años menos de esperanza de vida que las no gitanas y sufrimos algo que se denomina “estrés de minorías étnicas”.

Sobre la discriminación en el trabajo, ¿en qué puestos laborales la sociedad aún no está preparada para ver a un hombre o una mujer gitana?

No llegamos a las cuotas de ningún sector laboral. Yo creo que mientras no parezcas gitana, estás autorizada para trabajar en cualquier sitio, pero una vez de que te vean gitana, te echan o te ponen a realizar labores que no te corresponden. Conozco casos de chicas que han estudiado peluquería y solo les ponen a limpiar. O el de una que estudió conmigo y acabó en la carrera de Comercio. Esta chica, cuando trabajaba en un supermercado, escuchó un chiste ofensivo hacia los gitanos y respondió diciendo que ella también lo era. Al día siguiente de admitir que era gitana le quitaron de su trabajo cara al público y a la semana siguiente la echaron. Existe una falsa imagen de que la mujer gitana es sucia y roba, por eso no quieren que estemos ahí. No nos dan la oportunidad de crecer profesionalmente en ámbitos fuera del social, donde nos admiten, principalmente, porque somos quienes facilitan el acceso y la integración al mercado laboral y a la sociedad en general de otras personas gitanas. Eso hace que busques no parecer gitana y que tengas que disfrazarte para poder acceder a esos puestos laborales.

¿Cómo viven los cuidados las mujeres gitanas?

Los cuidados se viven con otra mentalidad porque nuestra forma de cuidar es comunitaria. No es individual ni llega solamente a abuelos o niños. Toda la familia cuida y estamos todos para apoyarnos en todo.

La sociedad busca ahora poner los cuidados en el centro y eso es algo que los gitanos llevamos haciendo toda la vida

¿Qué debería aprender la sociedad de la comunidad gitana?

Todas deberíamos aprender de todas. No somos tan distintas. Cuando conocí a mis amigas payas me di cuenta de que es más lo que nos une que lo que nos aleja, pero sí que es cierto que los valores del pueblo gitano, como la colectividad frente al individualismo, el valor de la familia o el hecho de que tu valor personal no esté relacionado con tu poder económico o profesional, son algo positivo que la sociedad en general debería aprender. El capitalismo crea una competencia feroz entre nosotros y los gitanos tenemos otra forma de entender el mundo. Si alguien se enferma estamos todos ahí, si una persona viene de fuera, aunque no le conozcamos, le dejamos nuestra casa sin pensarlo dos veces. La sociedad busca ahora poner los cuidados en el centro y eso es algo que los gitanos llevamos haciendo toda la vida.

Entre los estereotipos relacionados con las personas gitanas también está el hecho de que en la propia comunidad abunda el machismo. ¿Qué opina al respecto?

En el pueblo gitano abunda el machismo, pero al igual que en otras comunidades. Esta sociedad es patriarcal, machista, racista y antigitana y eso hace que el machismo sea general y no abunde más en el pueblo gitano que en otras comunidades. Creer que el pueblo gitano es más machista que el payo es una trampa del patriarcado. Los hombres payos acusan de ser más violentos a los gitanos para controlar mejor a las mujeres. Dicen cosas como “por lo menos no tienes un novio gitano, magrebí o afrodescendiente, porque son mucho más violentos” para tapar lo que ellos hacen.

¿Cómo valora las políticas públicas que trabajan en acabar con la discriminación de las personas gitanas?

Dentro de la Agenda 2030 de la Unión Europea se habla de cómo reducir la segregación del pueblo gitano y cómo aumentar el éxito escolar de los menores. En España está la Estrategia Nacional para la Población Gitana y en Euskadi se ha realizado la Estrategia Vasca con el Pueblo Gitano (2022-2026) que cuenta con un 'Pacto social vasco contra el antigitanismo'. Se están llevando a cabo iniciativas para que tengamos un marco legal al que agarrarnos en caso de discriminación, pero considero que hay que hacer mucho más, porque la distancia que hay entre el pueblo gitano y el no gitano es grande. Aún hay mucho por hacer. Falta que en todas esas políticas, construcciones y planes se incluya a expertos gitanos y se tenga en cuenta la mirada del pueblo gitano.

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