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¿Repunte de la COVID-19 en Euskadi? Se triplican los hospitalizados pero los datos son más bajos que en mayo o que en 2022

Ambulancias de Osakidetza, este viernes en Vitoria

Iker Rioja Andueza

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En los últimos días portadas de periódicos y emisoras de radio rescataban del cajón la COVID-19. “Se incrementan un 204% las ventas de test”. ¿Ha habido realmente un repunte en Euskadi? ¿Qué dicen los datos? La respuesta es que sí, que objetivamente hay más casos. El mes termina con tres veces más incidencia que la que comenzó. Pero los números matizan que la situación dista mucho de la del pasado verano, por ejemplo, cuando el coronavirus no marcó en ningún momento la agenda. Hay siete veces menos ingresados.

Los pacientes con COVID-19 en los hospitales de Euskadi han pasado de 27 el 1 de julio a 92 el 30 de julio, según datos del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza), que publicará este lunes con toda probabilidad un nuevo boletín sobre la situación epidemiológica en las últimas semanas. El repunte al que se alude por algunas informaciones sobre el incremento de personas con síntomas y las elevadas ventas de autotest en farmacias se ha producido especialmente en los últimos días del mes.

En concreto, la primera semana hubo una media de cinco personas hospitalizadas por coronavirus, la segunda semana se repitió la cifra, en la tercera ya subió a siete y del 23 en adelante ha sido de once. Ese día, el de las elecciones generales, eran 48 los ingresados totales y diez días después eran 92. En el conjunto del mes -sin datos aún del último día, San Ignacio, festivo en Bizkaia y Gipuzkoa- el total de pacientes que han entrado a Osakidetza y se han tenido que quedar ingresados ha sido de 211. Con todo, son cifras relativamente bajas ya que en mayo, por ejemplo, hubo 359 hospitalizaciones y se llegó a superar la barrera de los 100 internos a finales de mes. Entonces tampoco se hablaba de la COVID-19. Además, en la UCI la ocupación continúa siendo mínima, con entre dos y cuatro pacientes críticos en julio, sin grandes picos.

Y, por supuesto, nada tiene que ver esta realidad con la de otros veranos. Hace solamente doce meses, completamente fuera de los focos, la COVID-19 causó hasta 700 ingresos simultáneos en Euskadi, niveles próximos a las olas posteriores al confinamiento y previas a la llegada de ómicron. De hecho, el momento de mayor tensión asistencial sin contar el primer impacto del virus fue en la Navidad de 2021 con esa nueva variante. Se rozaron los 1.000 pacientes en planta y UCI.

La situación hospitalaria es el mejor medidor de la evolución de la COVID-19, que ya no es considerada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde mayo de 2023. Y es que la incidencia recoge solamente los casos que conoce el sistema, un porcentaje mínimo desde que se generalizaron las pruebas y se anuló la declaración obligatoria. El dato provisional es que julio se ha cerrado con 974 casos. Fueron 779 en junio, pero 2.039 en mayo. Y 26.043 en julio del pasado año, cuando hubo diez días con más casos en 24 horas que en todo el mes equivalente de 2023.

En julio, eso sí, la tasa ha subido de manera importante porcentualmente, de 11,85 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días a 28,17. De nuevo es casi triplicar el valor del indicador. Pero son niveles que entran dentro de lo asumible epidemiológicamente -menos de 50 o de 60 se entiende como una circulación normal- y distan enormemente de los máximos de la pandemia. Se rozaron los 7.000 puntos en los picos de ómicron y se superaron los 800 hace justamente un año.

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