“Vamos bien, pero estamos mal”. Así han resumido en el Parlamento Vasco los máximos responsables de la Sanidad vasca, la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, y su viceconsejero, Iñaki Berraondo, los últimos datos sobre la evolución de la pandemia en Euskadi. Desde la prudencia y conscientes de que la transmisión es aún altísima (la tasa de incidencia en Euskadi es de 799,49, cuando el umbral crítico es ya a partir de 500 casos por cada 100.000 habitantes en 14), consideran que la tendencia de la COVID-19 en las últimas jornadas es francamente mejor en todos los indicadores. Y han incluido expresamente la situación hospitalaria: han destacado que han caído los ingresos medios diarios y que, muy lentamente, descienden también los internos en UCI y en planta.
Los últimos datos notificados este mismo miércoles muestran que 622 personas están ingresadas en los centros de Osakidetza con COVID-19. El pico se registró este fin de semana con 661 internos. En cuanto a la situación específica de la UCI, son 137 los pacientes críticos por debajo del máximo de 146 que se produjo la pasada semana. En las últimas horas han ingresado 79 personas con coronavirus, aunque la media semanal es de 63,17, un indicador que ha estado por encima de 70 en algunas fases. Ello no elimina la presión que viven algunos centros hospitalarios y, singularmente, sus unidades de críticos. Una fuente en Txagorritxu, en Vitoria, indica solamente queda una cama en la UCI de COVID-19 y que aún no se han habilitado las 12 adicionales de refuerzo. En el otro hospital de la ciudad, en Santiago, hay ocupadas siete de las diez camas. Berraondo ha garantizado que no se excluye del cómputo a aquellos casos críticos que, debido al paso del tiempo, se negativizan pero continúan con secuelas como neumonías bilaterales.
En cuanto a los positivos, más allá de las oscilaciones diarias (el último parte habla de 1.050 casos, 459 en Bizkaia y también en Gipuzkoa, 122 en Álava y 10 infectados más de personas o de fuera o sin residencia conocida) Sagardui y Berraondo han destacado que ya se ha superado el pico y que la tendencia es descendente. La pandemia ha decrecido un 4% en una semana, un 2% en Álava, un 4% en Bizkaia y un 6% en Gipuzkoa, el territorio más castigado. Zonas que habían estado con el metafórico semáforo rojo de alerta epidemiológica encendido por superar la tasa de 500 como Abadiño, Derio, Hondarribia y Zumaia y antes Llodio o Amurrio han visto reducida la incidencia en las últimas jornadas. Por otro lado, el denominado R0 sigue en parámetros de seguridad, por debajo de 1, lo que implica que cada positivo no genera más de un caso. Aquí la excepción es Álava, donde este indicador ha vuelto a parámetros negativos en los dos últimos días.
La positividad (que es el porcentaje de casos en relación al número de pruebas) se sitúa en el 7%, más próximo de umbrales de seguridad (entre el 4% y el 5%) que del 10% que ya es considerado como de altísima transmisión comunitaria. Berraondo ha reconocido que en las últimas jornadas se han realizado menos pruebas que en los momentos de más intensidad de la segunda ola, pero ha rechazado que falten reactivos para hacer PCR -y si faltasen serían manuales o más test de antígenos, aunque no son exactamente intercambiables- y ha explicado que lo que ha ocurrido es que no había cribados masivos en marcha que esta semana se han retomado con las citaciones en Arrasate-Mondragón o la zona del ambulatorio de Mina del Morro en Bilbao. Ha destacado también la alta participación en estas iniciativas.
Los responsables sanitarios han vuelto a defender la capacidad de rastreo y seguimiento de casos de Osakidetza. Apenas han reconocido algunos retrasos en las jornadas con más casos, hasta 1.500 diarios, pero han asegurado que el rastreo está siendo tan eficaz como que “la mitad” de los positivos detectados proceden no de la aparición de síntomas sino de la búsqueda de los “contactos estrechos” de quienes son diagnosticados con COVID-19, en palabras de Berraondo. Ha situado en “500” el número de personas que trabajan en estos equipos, una cifra que es cambiante por los continuos refuerzos y contrataciones, según ha explicado a preguntas de la oposición. En otros momentos se habló de 600.
104 fallecidos más durante la pandemia en Euskadi y más de 95.000 casos totales
No obstante, la subida había sido tan alta que Gipuzkoa sigue con una incidencia acumulada de más de 1.000 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días. También la capital, Donostia. Bizkaia (y Bilbao) y Álava (y Vitoria) sigue igualmente por encima de la barrera de 500. La zona de Eibar sigue muy tensionada con todavía cerca de 2.500 de tasa, cinco veces más que el umbral crítico y en Deba o Arrasate-Mondragón los casos se multiplican a gran velocidad.
Y también es negativo el dato de letalidad. 104 personas más se han sumado en la última semana (del 9 al 15 de noviembre) al listado de 2.402 fallecidos con COVID-19 en Euskadi. Osakidetza, en cambio, rebaja a 83 los decesos con el coronavirus como “causa directa”. Representan el 2,5% del total de 95.431 positivos detectados hasta este domingo, 7.830 de ellos mediante serologías que únicamente confirman infecciones pasadas. Son 43.527 vizcaínos, 29.027 guipuzcoanos y 12.478 alaveses los que han pasado la enfermedad. El último dato, de principios de esta semana, aludía a que 12.699 de ellos son casos activos en este momento.
La consejera Sagardui ha añadido que “es pronto” para valorar si la situación “favorable” de los datos puede conllevar la relajación de algunas medidas de cara a Navidad. “La situación sigue siendo muy grave”, ha insistido antes de recordar que son fechas de “alta movilidad” entre territorios. En el caso vasco, este jueves se analizarán los datos y la eficacia de las medidas adoptadas hace dos semanas, que incluyeron el cierre de la hostelería. No se prevén grandes novedades ni cambios, ya que el lehendakari, Iñigo Urkullu, adelantó que la intención era mantener este marco al menos durante el mes de noviembre.
En este sentido, Sagardui ha anunciado una “campaña de concienciación” en Euskadi para recordar a la sociedad que “nadie está libre” de sufrir la COVID-19. “Esta enfermedad nos puede llevar al hospital, a la UCI o a la muerte”, ha enfatizado la consejera de Salud, que entiende que “parte de la población” la ve como “una molestia menor” que puede generar “unos días” de aislamiento y no con un virus respiratorio potencialmente letal, un “riesgo cierto para la salud y para la vida”. “El ingreso en UCI de una sola persona ya es un fracaso colectivo”, ha enfatizado.