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Como los vinilos, contra todo pronóstico

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Escribo como en los viejos tiempos, con el director pisándome los talones. Así han salido siempre las mejores crónicas. Eso lo sabe cualquiera en esta profesión. Y lo hago exactamente a 3.842 metros de altitud. A mis pies, los diminutos tejados de Chamonix; enfrente, imponente, la cima de los ‘himalayas europeos’, el Mont Blanc. Fuera estamos a 15 grados bajo cero, pero la sensación térmica es de casi 20 grados bajo cero. Y, contra todo pronóstico, las condiciones ambientales no impiden convertir el momento en una belleza sin igual.

A veces hay que tomar altura para ver las cosas con la perspectiva adecuada. Y es justo lo que voy a tratar de hacer para explicar cómo este periódico ha llegado hasta aquí: cumplir una década de existencia con una calidad que no ha dejado de mejorar en todos estos años.

Y lo ha hecho contra todo pronóstico. No ha sido fácil. Del ninguneo inicial (instituciones incluidas), pasamos a intentar marcar -con mayor o menor acierto- nuestra propia agenda en el mundo informativo del País Vasco y Navarra. Con una redacción ajustadísima y muchas horas de trabajo diarias (como pasa en la mayoría de las redacciones de los medios de comunicación), fuimos sacando la cabeza. Poco a poco, ‘El Diario Norte’ se hizo un hueco informativo gracias a buenas historias contadas con precisión y buena pluma, y a análisis y opinión que no bordeaban ningún asunto, por poliédrico o comprometido que pudiera parecer 'a priori'. Cercanía, exclusivas, cerco a la corrupción e historias con una profunda alma social eran la tarjeta de presentación diaria del periódico. Todas ellas amplificadas gracias a nuestros hermanos mayores de elDiario.es.

Pero como recordaba en el editorial de la revista con la que conmemorábamos los primeros cinco años de singladura, todo ello fue posible gracias la “sabiduría atesorada en décadas de ejercicio de un gran equipo de periodistas”, en definitiva una “redacción comprometida al máximo con un oficio extraordinario, el mejor del mundo, como señaló en su día Gabo acertadamente”.

La perspectiva desde la que escribo -el haber sido director de este medio durante la etapa en la que se consolidó el proyecto periodístico y empresarial que representa elDiario.es en estas dos comunidades autónomas- me permite afirmar sin género de dudas que lo que ha venido después ha superado todas las expectativas. Y no me refiero a los magníficos niveles de difusión alcanzados -quien me conoce y ha trabajado codo a codo conmigo sabe que la tiranía de las audiencias nunca me ha quitado el sueño-, sino a la calidad y amplitud de lo que se ofrece desde esta cabecera para la ciudadanía de Euskadi.

Las personas que tomaron el testigo han hecho el mejor periodismo digital posible en tiempos de pandemia, zozobra interna empresarial y desmantelamiento generalizado de las redacciones de los medios de comunicación

Los equipos que han hecho y hacen este periódico se crecen en la adversidad: si nosotros y nosotras tuvimos que superar los ninguneos institucionales iniciales en materia de publicidad, la pérdida de referentes en el proyecto como la de uno de sus socios fundadores, Peio Gómez Damborenea, o el intento infructuoso del Opus Dei de silenciarnos (y lo que es peor, arruinarnos) con una querella aviesa, las personas que tomaron el testigo han hecho el mejor periodismo digital posible en tiempos de pandemia, zozobra interna empresarial y desmantelamiento generalizado de las redacciones de los medios de comunicación. Nuestros accionistas han confiado siempre en el proyecto, han estado a las duras y a las maduras. Y esa confianza ha dado sus frutos. Como con la historia de los discos en el mundo de la música.

Yo, que soy un melómano empedernido, no tenía ninguna duda de que todo esto era posible. Y necesario. En realidad, ha pasado como decía antes como antes sucedió en el mundo de la música, contra todo pronóstico. Nadie había apostado por el futuro de los discos tras la llegada del formato compacto. Pero en 2020 las ventas de vinilos superaron a las de CD por primera vez desde la década de 1980. Y de 2010 a 2022 se ha pasado de vender apenas tres millones de discos en todo el mundo a 43,5 millones de unidades el pasado año.

No es milagro, es ‘insistencialismo’. Como en el periodismo. Por todo ello: Zorionak! Eskerrik asko a todas las personas que confiasteis y seguís confiando y larga vida al buen periodismo, como el que se sigue haciendo desde esta cabecera.