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25N: Ya basta de sillas vacías

Leire Iglesias, consejera de Cultura e Igualdad

Hoy nos despertamos en un día de aquellos en los que es muy difícil decir buenos días. Hoy es muy complicado verbalizar ese deseo general con el que normalmente nos dirigimos a las personas. El 25 de noviembre sigue siendo una conmemoración necesaria y no menos dolorosa por asumida desde hace 26 años: el día de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres se viene celebrando desde 1999 por las Naciones Unidas a instancias de algunas asociaciones de aujeres de América Latina que lo ya venían haciendo de forma reivindicativa desde 1981.

 Las cifras sobre violencia de género son conocidas,  y no por dichas y puestas encima de la mesa, son más fáciles de digerir: 44 víctimas mortales en el año 2017 en nuestro país, 2 en Extremadura, 8 menores, 22 niños y niñas huérfanos y huérfanas. La última este viernes. Y decimos 'otra más'.  Escuchamos una alerta en la radio, en nuestro móviles, en la televisión 'otra posible víctima de violencia de género'. De tan habitual que se ha vuelto parece que la piel se nos insensibiliza y decimos 'otra, otra más'.  No podemos seguir así, una sociedad no puede seguir así, no hay sociedad que se pueda construir así, no debería haber ninguna sociedad que permitiera esto.

 Pero seguimos sin preocuparnos ni ocuparnos de verdad. En estos días se celebran decenas de actos a instancias de administraciones, asociaciones y colectivos sociales, sin embargo este es un asunto que ni siquiera aparece entre las principales preocupaciones de la sociedad española. Cuando el CIS pregunta a los españoles y las españolas, a las extremeñas y los extremeños por sus principales preocupaciones, está situación tan dura y dolorosa sigue sin aparecer entre las principales preocupaciones de la sociedad. Por lo tanto el 25N es hoy más necesario que nunca porque nos recuerda a todos y a todas el que debería ser nuestro objetivo como sociedad: acabar de una vez por todas con la violencia de género.

 Un objetivo compartido por todas  las posiciones ideológicas democráticas, un objetivo que nos une a todos y a todas , con todas las matizaciones que se quieran ver, pero en definitiva con un compromiso real que ha permitido ir poco a poco incorporando acciones a partir de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.

 El 25N es doloroso, pero debemos ser conscientes que ya no basta decirles a las víctimas  eso de que 'no están solas'. Tenemos que pasar a algo más. Tenemos que demostrarlo. Tenemos que poner todos los instrumentos todas las herramientas necesarias para que eso sea posible. El Pacto de Estado contra la Violencia de Género, tan reclamado desde las organizaciones sociales y algunas organizaciones políticas, es hoy un instrumento imprescindible pero que no puede quedarse parado. No vale con que es suficiente con  su aprobación en el Congreso de los Diputados y en los diferentes grupos de trabajo desarrollados en el Senado con las aportaciones de la Comunidades Autónomas. Estamos esperando ansiosos esas herramientas y esa financiación necesaria para hacerlo posible. Vamos a hacer, sin duda, todos los esfuerzos necesarios para hacerlo realidad y acabar con la violencia de género.

 Sin embargo a pesar de la existencia de ese Pacto y que lo pongamos en marcha, eso no va a ser suficiente tampoco. No basta solo con el Pacto. Pero si ya basta de escuchar algunas cosas, ya basta de frases sexistas que tenemos que escuchar las mujeres en el lenguaje cotidiano y que nuestro entorno normaliza , ya basta de tener que dar explicaciones y pedir justificaciones de nuestro comportamiento ante la sociedad, ya basta de soportar bromas, hasta en algunas campañas institucionales, que hacen apología del machismo,  ya basta de tener que demostrar credibilidad de una denuncia y que nos sigan hablando de denuncias falsas, ya basta de cuestionar la necesidad de las leyes porque hay quien sigue diciendo que nos es violencia machista, sino violencia, como si fuera normal.

 Nos alarmamos cuando conocemos estudios que muestran que los jóvenes tienen altos niveles de tolerancia ante la violencia machista. Nos sorprendemos cuando conocemos las órdenes de protección que hay en nuestro entorno, más de 1500 activas actualmente en Extremadura y que se producen denuncias que nos podrían hacer pensar que hay 8 víctimas de violencia de género diarias en nuestra región. Y también  nos sorprendemos cuando sabemos que  en Extremadura hay  18 menores de edad con órdenes de protección. Pero sigue formando parte de nuestra normalidad.

 Y nos asqueamos cuando vemos espectáculos  que tratan al cuerpo de la mujer como una cosa. Ya basta de espectáculos como el del fin de semana pasado en una discoteca de Cáceres. Pero al día siguiente nos reímos, caricaturizamos y hacemos apología.

 No vale con alarmarnos, sorprendernos o asquearnos. No basta. Pero si ya basta de señalarlas a ellas, ya basta de hacerlas responsables con nuestros mensajes. No es lo mismo decir 'si te controla no te ama' que 'controlar no es amar', no es lo mismo. Y este último mensaje es el lema que hemos elegido  para este 25N con un especial protagonismo de la población más joven.

 Este viernes en el Salón de los Pasos Perdidos de la Asamblea de Extremadura, en el acto institucional  del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, vimos unas sillas vacías,  no eran sillas de gente que no habían podido venir, sino sillas perdidas, de vidas ausente. Son las sillas que han dejado vacías las víctimas mortales de la violencia contra las mujeres. Son las sillas de Sofía Tato, de Natividad, de Yésica, de Cristina, de Virginia, Erica, de  Gloria, de Lucimay de Toñi y de muchas más.

 La sociedad entera es hoy la víctima, no son solo esas sillas vacías.  Hoy necesitamos de todos y de todas para conseguir  una reacción del conjunto de la sociedad para no continuar siendo una sociedad vacía. El Pacto de Estado es hoy un pacto entre instituciones pero el verdadero pacto tiene que ser un pacto de toda la sociedad.  Solo así podremos decir ya basta de sillas vacías, solo así como diría Frida Kahlo 'podremos tener alas para volar'.