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La comedia del Misántropo en el Festival de Mérida, como un soplo de aire fresco en una tórrida noche

David Cerrato Charro / Efe

14 de julio de 2022 11:37 h

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Tercera obra del Festival más feminista y reivindicativo que se recuerda en los últimos años, y, tras dos obras en las que la música, una a ritmo de trap y otra a ritmo de pop, eran los protagonistas, era el turno esta noche de miércoles, de la comedia de “El Misantropo” de Menandro, que se abría paso a carcajadas en esta presente edición.

Ni los más de 35 grados que azotaban los primeros versos de la obra, que incluso fueron objeto de comentarios durante la representación, quisieron perderse la sinergia que se respiraba durante la función entre el reparto y el público.

Desde el primer momento, cuando el Dios Pan comenzaba la presentación de los personajes de la historia, con sonidos y música a lo Chimo Bayo, la participación del publico y compañía era más que latente.

Un texto cargado de expresiones actuales, otras un poco mas “desfasadas” pero que todo el mundo conoce, o expresiones que introducían un latín un tanto “forzado” para terminar algunas palabras, hacían la delicia de los asistentes y conseguían, al menos por unos instantes, que se olvidasen del calor y se zambullesen en la historia.

Se notaba que había ganas de la primera comedia de la 68 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, una adaptación de Carol López y Xus de la Cruz que reivindica el derecho a ser huraño por naturaleza y lo lleva hasta el extremo por convicción, pero que acaba sucumbiendo al amor y a sus consecuencias.

El reparto estaba encabezado por la actriz Beatriz Carvajal, que ha vuelto a subirse a la arena del Teatro Romano emeritense 28 ediciones después, y que mezcla experiencia, con la cuarta participación de Jesús Castejón y Ángel Ruiz o la tercera de María Ordóñez, con los estrenos de Alejandro Pau y Carlos Troya, junto con la directora Carol López.

El Misántropo narra la historia de un hombre, Cnemon, y a quien da vida Jesús Castejón, que se retira al campo para vivir alejado de la sociedad, una idea que se ve truncada por la llegada de unos urbanitas que construyen un hotel ecológico, cuya propietaria es Mirrina, a quien da vida Beatriz Carvajal, un personaje que la actriz madrileña calificó como “personaje pequeño”, pero que cobra una importancia muy grande al convertirse en el “Pepito Grillo de la obra”.

Y es que Mirrina va ayudando a cada personaje a decidir su vida, a cambiar su vida si hace falta y a luchar por sus cosas, todo ello en un contexto humorístico y de una adaptación de “una obra griega representándose en un teatro romano”, en palabras de la propia Mirrina.

El Misántropo defiende lo ecológico, lo sostenible y aboga por una vida austera. Sin embargo, la construcción de un hotel le saca de quicio, ya que no tolera la invasión de su espacio, ni comparte la ideología impostada de estos personajes, lo que choca con su hija, bautizada como “La Muchacha”, interpretada por María Ordóñez, quien está en edad de conocer otros mundos y anhela la diversión y los placeres que la ciudad puede ofrecerle.  

La trama gira en torno a ella, la cual se encarga de contarle al mundo la situación de la mujer en la Grecia clásica y exige tener un nombre, para lo que contará con la colaboración del Dios Pan, interpretado por Ángel Ruiz, quien a su vez es el encargado de presentarle a Sóstrato, representado por Alejandro Pau, el hijo de la propietaria del hotel rural, que se enamora perdidamente de la hija del Misántropo.

Los ritmos como el “A mi manera” misantropeada, en la voz de Castejón y que arrancó la primera gran ovación de la noche, y otras varias, ponían también su toque musical a una comedia que tiene de todo, desde risas a drama, pasando por la pasión y la reivindicación.

Y es que, como La Muchacha aclara, “lo que no se nombra, no existe”, en alusión a la búsqueda de un nombre propicio para ella, algo que llevaba buscando desde el año 317 antes de Cristo, para que sea recordada y no solo sea la hija del Misántropo.

Unos “neoruralis y espiritualis” personajes que, como el director del Festival, Jesús Cimarro destacaba en la rueda de prensa de presentación, “ofrece enredos múltiples, lo que hace que sea divertida” y es algo que gustará al publico quien tiene “ganas de reír y disfrutar”.

Por su parte, la debutante en la dirección en Mérida, Carol López, no se confundió al destacar que la obra “tiene carácter festivo y popular” y, a pesar de que “mantiene” la obra original, “se cambia el papel del padre del prometido por el de la madre”, que interpreta Beatriz Carvajal.

Ademas, y por primera vez en lo que va de edición, se “respeta y se utiliza de la mejor manera posible el enclave del Teatro” ya que no se tapa nada y es parte del decorado de la obra.

Tampoco se equivocaba Beatriz Carvajal, quien expresó lo “maravilloso” que era volver al festival emeritense y destacó “los tintes divertidos” que tiene la obra, pero también “pellizcos en el corazón”.

Por su parte, Jesús Castejón y Ángel Ruiz expresaron nuevamente que volver a la arena del Teatro de Mérida no es un regalo, es un honor. El segundo de ellos, que interpreta a dos personajes durante el transcurso de la obra, reafirmó tras la misma que “insufla una energía que es difícil rechazar”, en alusión al escenario y al publico.