“Zacatanga”. Esa es la palabra mágica que permite colarse en el cuerpo de otro, el conjuro que esta noche del miércoles ha puesto en pie al público del Festival de Mérida con “Anfitrión” gracias a un reparto de lujo formado por Pepón Nieto, Toni Acosta, Fele Martínez, Pepe Tous, Daniel Muriel y María Ordóñez.
La palabra es un añadido inventado por Muriel a la obra de Molière, basada a su vez en la de Plauto, en la que Júpiter (Muriel) y su hijo Mercurio (Tous) suplantan a Anfitrión (Martínez) y su criado Sosia (Nieto) para que el dios de dioses pueda yacer con Alcmena (Acosta).
Su director, Juan Carlos Rubio, ha ideado una puesta en escena con un carromato de circo de los años 50 como contenedor de los enredos y desenredos y un gran espacio libre cubierto en el suelo con una tela circense.
“No es una comedia desternillante, pero ofrece un estado de felicidad constante”, decía Nieto en la presentación de la obra pero lo cierto es que en el estreno de esta noche han sido varias las ocasiones en las que el público ha roto en carcajadas y aplausos.
Rubio, que debutaba en Mérida, al igual que Acosta y Muriel, ha respetado el texto de Molière pero ha subrayado el protagonismo de las mujeres, Alcmena y Tesala (Ordóñez), de forma que ellas son el motor de la acción.
El montaje es una constante sucesión de escenas a las que el coreógrafo Chevy Muraday ha dado organización y sentido y en las que la confusión y la suplantación es el eje de una suerte de realidad virtual parecida a la de las redes sociales, donde “todos quieren ser lo que no son”.
Mezcla lo divino y lo humano, la pasión y el desdén, el amor y el odio, lo divino y lo humano, el deseo y su ausencia, “Anfitrión” permite a sus personajes vivir una especie de viaje astral sin fin en la que parece muy fácil ser “sosias” de otros,
Nieto ha cosechado las mayores carcajadas con su papel de criado al que corresponden frases como “mi alma es señorial pero mi cuerpo no se ha enterado”, “¿y quién soy yo?... porque alguien tengo que ser” o de “criado Sosia a criado Nadie”.
Sus diálogos tanto con su “amo”, es decir, el general Anfitrión (Martínez), un vencedor que no parece enterarse de nada y que protagoniza uno de los momentos más divertidos cuando explica a los tebanos cómo le ha ido en la guerra.
Julio Awad, artífice de algunos de los mejores musicales de los últimos 20 años, es el responsable del “espacio sonoro” de la obra, en la que, al hilo del texto original, se canta en varias ocasiones e incluso hay un baile al más puro estilo “lalaland”.
Esta comedia en la que nadie es quien es y todos son lo que no quieren ser, en la más pura tradición de enredos e identidades robadas, ha sido el segundo de los estrenos de esta edición restringida del Festival de Mérida, que ha cerrado aún más su aforo, hasta el 50%, tras algunas críticas porque en la inauguración algunos espectadores no respetaban la distancia de seguridad.
Además de la limitación de aforo, el festival mantiene los protocolos que ya venía aplicando desde el primer día, como es el uso obligatorio de mascarillas en todo momento, la disposición de geles hidroalcohólicos, la desinfección de todos los espacios comunes y de los asientos antes y después de la función, así como la entrada gradual y la salida escalonada de los espectadores.
A pesar de los 33 grados a las once de la noche, hora de comienzo de la obra, se habían todas las localidades disponibles para esta noche y las del resto de funciones, según explicaba el director del certamen, Jesús Cimarro.