El guardia civil de Plasencia Miguel Ángel García Sánchez, que el pasado jueves 18 rescató, con la ayuda de sus dos hijos a ocho personas, entre ellos un bebé, después de que ardiese la embarcación en la que navegaban, ha dicho que quizás su acción fue “una inconsciencia, pero afortunadamente salió bien”.
Tras su heroica acción, el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, va a tramitar la propuesta para que les sea impuesta, con ocasión de los actos de celebración de la Patrona del Cuerpo, la Cruz del Mérito de la Guardia Civil a los tres protagonistas del rescate, que tuvo lugar en el embalse de Gabriel y Galán (Cáceres).
“La condecoración es una cosa importante, de la que me siento muy orgulloso, porque te la dan cuando haces algo que destaca y que se sale de la rutina normal, aunque realmente me alegro más casi más por mis hijos que por mí”, ha subrayado Miguel Ángel García.
No puede reprimir una mirada de profundo orgullo cuando asegura que “sus chavales” Cristian y Raúl Miguel, de 21 y 16 años, se portaron de forma excepcional: “Respondieron, ayudaron y sin ningún reproche a mi forma de actuar, todo lo contrario”.
García, de 48 años, que lleva destinado en la oficina de Plana Mayor de la Compañía de Plasencia (Cáceres) desde el mes de julio de 1996, reconoce que están “un poco abrumados”, y que no está acostumbrado a todo esto, “pero es una sensación bonita, sobre todo por los compañeros de aquí, que te lo comentan y te dan la enhorabuena”.
Los hechos ocurrieron a última hora de la tarde cuando el agente, que se encontraba fuera de servicio, practicaba piragüismo con sus dos hijos en las inmediaciones de “El Anillo”, en el embalse de Gabriel y Galán, término municipal de Guijo de Granadilla.
Explosión
En ese momento escucharon una fuerte explosión procedente de una embarcación a motor, que se encontraba a unos 150 metros de ellos, y sin dudarlo, el agente y su hijo menor se dirigieron hacia la barca en la piragua.
“Tuvimos un poco de miedo, eso es cierto, pero había muy pocas personas allí, de hecho solo estábamos nosotros en el agua y no nos lo pensamos mucho la verdad. Había que salvar a esa gente. Quizás fue una inconsciencia, pero afortunadamente salió bien”.
García fue consciente de que era “algo peligroso” cuando él y su hijo llegaron a pocos metros de la barca y le oyeron gritar a una persona, al resto del pasaje que no lo había hecho, que se tiraran al agua porque podía haber otra explosión.
En la embarcación se encontraban todavía una persona de unos setenta años, que intentaba sofocar el fuego, y otra más con un bebé de tres meses.
El guardia civil cogió en brazos al bebé y lo llevó hasta la orilla, a unos 200 metros.
Miguel Ángel, ya con su hijo mayor, volvió hacia el barco a por una niña de apenas dos años y medio y a por un niño de cuatro, que se encontraban en el agua gritando y con quemaduras en brazos y piernas.
Tras dejar a los dos menores en la orilla, volvieron por la madre de los dos niños, primero, y el padre del bebé de tres meses.
Además, rescataron a dos bomberos y a un empleado de “El Anillo” que intentaban apagar las llamas de la embarcación desde una zódiac, que acabó en el fondo del pantano.