A un olmo muerto
El hongo de la grafiosis ha acabado con el último gran olmo centenario de Plasencia y el Ayuntamiento va a darle homenaje con la instalación sobre su tronco de cajas nido para murciélagos y aves insectívoras, a fin de que “siga siendo soporte de vida”.
Lo ha explicado el concejal de Medio Ambiente placentino, Sergio López, quien también adelanta que se instalará una placa conmemorativa en forma de recuerdo “a uno de los árboles más queridos por los placentinos”.
El último ejemplar de olmo vivo que quedaba en Plasencia estaba situado junto a la entrada de la ermita del santuario del Puerto, tenía más de 200 años y alcanzaba los diez metros de altura.
La grafiosis ha obligado a la tala de todas sus ramas debido al peligro de derrumbe, aunque se ha optado por mantener en pie su tronco seco de gran envergadura.
La Concejalía de Medio Ambiente tiene también prevista la plantación en el mismo lugar de dos nuevos ejemplares de olmos resistentes a la grafiosis, que ya han sido solicitados al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en el marco del proyecto “Olmos Vivos”.
Ciudad de olmedas
Plasencia ha tenido tradicionalmente una de las mejores olmedas de España, en parte potenciadas por algún obispo de la diócesis que fomentó sus plantaciones, pero en los años 30 del siglo pasado entró en el país la grafiosis, y en 1980 una nueva variedad aún más agresiva de ese hongo arrasó uno tras otro bosques y ejemplares únicos.
Los tres últimos grandes olmos de la ciudad eran el del Puente Nuevo, el de San Antón -desaparecidos a finales del siglo pasado- y finalmente este de la ermita Virgen del Puerto.
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