Cantaba Dylan a principios de los setenta: “Vuestro viejo camino está envejeciendo rápidamente.Por favor, salid del nuevo si no podéis echar una mano, porque los tiempos están cambiando”.
Las viejas fórmulas del “todo vale” y del “y tú más” se han quedado anticuadas. La línea ya está trazada y las conductas políticas inadecuadas sólo tienen un camino: echarse a un lado.
Nuestra clase política no entiende o no quiere entender que estamos en un escenario distinto: la susceptibilidad de la población ante el derroche de dinero público se ha elevado hasta el infinito. El asegurar la poltrona no puede sustanciarse ya más sobre la mentira, la desinformación y la corrupción mediática. La teatralización y los tejemanejes propagandísticos a los que nos tiene acostumbrados el Gobierno extremeño en su acción política resultan superfluos en estos momentos.
Quien, como el Sseñor Monago, se ha presentado como campeón de la transparencia y azote de la corrupción, siempre dispuesto con un titular de prensa por medio, a dar lecciones, a solucionar los problemas de los demás, ha acabado engullido por su propio pasado, ha probado su propia medicina.
Y ante esta tesitura ha tirado de manual para intentar salvar el cuello utilizando los ardides propios de estos casos y que ya hemos visto tantas veces en los últimos meses: primero, negación y justificaciones absurdas; segundo aceptación a medias- sí pero no-; tercero, pedir perdón, devolver el dinero; y cuarto, aparecer como una víctima, inclusoalegar ser objeto de un linchamiento, para pasar por último al contraataque, demonizando de paso al mensajero.
Y por hacer esto sus compañeros de partido y su dócil caterva mediática lo vuelven a subir a los altares. Santo Súbito. El mundo al revés, con tres versiones distintas en una semana se vuelven a tapar las alcantarillas.
Lo que ha pasado es de extrema gravedad y no puede quedarse en un mero argumento para las coplas del carnaval de Badajoz del año que viene. Presuntamente durante 18 meses ininterrumpidos el señor Monago, como senador y representante del pueblo extremeño, utilizófondos públicos para asuntos privados o de partido. No ha podido acreditar suficientemente que fueran cuestiones institucionales, existiendo además notorios testimonios públicos que le contradicen.
No estamos ante un sacrificio ritual, estamos ante un fraude político por su parte y ante una gravísima ofensa al pueblo extremeño que se resumen en una utilización más que dudosa de fondos públicos y en una serie de falsedades como las que cometió en su primera comparecencia tras destaparse el escándalo. Desautorizado por miembros de su propio partido,la llorera de cocodrilo y el martirologio no desvían el hedor. Por mucho menos, otros se han ido a su casa.
El debate sobre lo público y lo privado es falso. Es la tarea pública, la que financiamos todos los españoles con nuestros impuestos, la que se pone en el espejo. Y en esa labor pública el Sr Monago por muchos recortes de prensa y certificados “ad hoc” que saque sigue suspendiendo la prueba del algodón en términos de transparencia y buena gestión durante su ejercicio como senador.
No se puede aparecer como un querubín inmaculado, como un verso suelto criticando los sobresueldos ligados a las tarjetas de crédito opacas de Bankia y, a reglón seguido, ser displicente con decenas de viajes con un evidente componente privado a costa del erario público. ¿Qué diferencia moral hay entre estos viajes y los safaris del Sr.Blesa?
Solo cabe agradecer de este escándalo el que el conjunto de los españoles sepamos que las Cámara Alta y Baja tienen un componente sorpresivo de agencia de viajes gratuitos en la que sus señorías no están sometidos a ningún tipo de fiscalización. Barra libre. Ante los perjudicados por los recortes, es decir, ante casi la mayoría del pueblo español, las prebendas de esta institución tan cuestionada, aparecen como una ofensa y un insulto.
La Presidencia de la Junta de Extremadura es la más alta institución del Estado en la Comunidad. Gracias aseñor Monago ha quedado manchada y tambaleante, quebrada la confianza, y eso sólo se arregla asumiendo la responsabilidad política que corresponde.
“Vamos, senadores y congresistas, por favor presten atención a la llamada.No se queden en la puerta, no bloqueen la entrada” entonaba Dylan. Pues eso, señor Monago, dé ejemplo, deje de enmarañar, deje de utilizar las instituciones para su supervivencia, evítenos este culebrón y salga de escena.