“El mundo es muy grande y oportunidades hay para todos, pero desde luego en España no”

Manuel tiene 27 años y es director de Fotografía. Lleva casi dos años viviendo en Quito (Ecuador). Allí desarrolla su sueño y el motivo que le llevó a formarse durante años: trabaja como autónomo en producciones audiovisuales, documentales, anuncios de televisión y ficción.

Manuel tuvo que emigrar porque necesitaba un cambio de aires, “motivado mayormente por la sensación de pesimismo y resignación que se estaba viviendo en España a causa de la crisis económica”.

Se decidió por Ecuador porque es un país que está en un momento de crecimiento económico y hay muchas oportunidades laborales, según destaca.

Pero también le llamaba la atención su geografía y la naturaleza, ya que Quito está rodeado por volcanes nevados, está a cuatro horas de la selva y a cinco de la playa. “Algo que me beneficia enormemente para satisfacer mi espíritu aventurero, que empecé a desarrollar cuando participé en el programa de la Junta de Extremadura de jóvenes voluntarios con América Latina 2010, que se desarrolló en Nicaragua”.

Según pone de manifiesto el sector audiovisual extremeño no está muy desarrollado y “hay muy pocas oportunidades para los jóvenes que queremos trabajar allí”, motivo por el que antes de dar el paso a Latinoamérica estuvo también cuatro años trabajando en Madrid.

Este joven tiene claro que ahora mismo no volvería a España, porque Ecuador es un país “muy hospitalario” que le ha recibido con los brazos abiertos. “Mientras no compruebe que en España ha habido profundos cambios políticos y económicos no me planteo volver a trabajar allí a corto plazo”.

Obviamente lo peor para Manuel de emigrar es estar lejos de la familia, los amigos y la tierra, “pero no dejamos de seguir todo lo que acontece allí con la esperanza de que la situación cambie pronto”.

Como consejo para futuros emigrantes, propone a los jóvenes que sean valientes y que se echen la mochila al hombro y busquen nuevas oportunidades. “El mundo es muy grande y oportunidades hay para todos, y si se viaja con la mente abierta puedes conseguir que los contrastes culturales y sociales te provean de un enriquecimiento cultural impagable”.